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Si nos ceñimos a una estricta definición de vino algún sabiondo dirá que es una solución hidroalcohólica, ácida, acuosa, con mas de 300 sustancias, minerales y orgánicas, en estado sólido, líquido y gaseoso, de las cuales un centenar son volátiles y olorosas. Otro dirá que es el mayor “lubricante” social descubierto por el ser humano; Pero el vino no es otra cosa que el jugo de uva fermentado. Esto fue lo que inventaron hace mas de 8.000 años los antiguos habitantes de Shulaveris y Gora un conjunto arqueológico a unos 50 kilómetros de Tiflis (la capital de Georgia).
Sin embargo con el paso de la historia ese producto sencillo, hecho por manos campesinas se ha venido sofisticando y a su vez tecnificando, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX cuando aparecieron instituciones como la Universidad de Davis en California que puso la ciencia al servicio del vino para obtener un producto cada vez mas inmaculado y preciso como cualquier pieza fina de tecnología. Esta precisión y ausencia de errores trajo gran regocijo en un principio, pues encontrar un vino dañado o en mal estado, como sucedía en el pasado, se hacía cada vez mas difícil.
Sin embargo una corriente de puristas encabezada por viticultores franceses como Jules Chauvet o Marcel Lapierre, ambos de la zona de Beaujolais (Francia), comenzaron a criticar este exceso de tecnología, esta intromisión de la ciencia que hacía vinos de “laboratorio” uniformes y aburridos, sin alma, sin autenticidad, sin carácter propio, sin la esencia del pasado y comenzaron a abogar por el retorno a los vinos naturales.
Chauvet precursor de esta corriente, casi anárquica, proponía explorar todos los caminos que ofrece la propia naturaleza para encontrar vinos auténticos y sin artificios, con la mínima intervención del hombre y prácticamente ninguna de la tecnología moderna. Un regreso a la prácticas mas arcaicas empleadas en la viticultura y la vinificación.
Se puede hablar del uso de levaduras nativas en el viñedo que trabajan a su ritmo y sin presión, no las precisas levaduras diseñadas en laboratorio, cualquier uso de aditivos enológicos esta proscritos y ni hablar de precursores químicos totalmente prohibidos. No se debe añadir levaduras, enzimas o nutrientes, ni ácido tartárico. El uso del anhídrido sulfuroso esta vetado en los más radicales y solo algunos usan este antioxidante en proporciones mínimas. No debe clarificarse, ni filtrarse, por lo que suelen llamarse vinos crudos y pueden mostrarse turbios a la vista Los más “talibanes” proscriben el uso de barricas de roble usando rústicas ánforas de barro, en últimas la naturaleza en estado puro y una mínima intervención enológica son los parámetros que deben cumplir en los mal llamados “vinos sin desodorante”.
Cabe destacar que esta es ala mas radical de las nuevas tendencias como son los vinos orgánicos, biológicos, veganos, biodinámicos o ecológicos, primos de esta moda que llegó para quedarse.
Vino: Sopla Levante Tinto
Bodega: Sopla Levate
Uva: 100% Monastrell
Año: 2022
Zona: Alicante
País: España
Enólogo: Pepe Rodríguez
de Vera
Se puede guardar entre 4 y
5 años
Temperatura de Servicio:
15ºC
Importa: Wain
Alcohol: 14 % AbV