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En la biopic de Bruce Lee, Dragon (1993), se puede conocer parte de la historia de discriminación y racismo que ha imperado en Hollywood y la industria audiovisual estadounidense. En una de las secuencias se sugiere que la famosa serie Kung Fu (1972) fue una idea original del maestro en artes marciales pero fue usurpada por la Warner Bros. En la serie de los años setenta, David Carradine viajaba por el lejano oeste en busca de su hermano. En sus aventuras enfrentaba a temibles forajidos nada más que con la destreza de sus puños y patadas, aprendida de severos maestros. La viuda de Lee sostiene la veracidad de este plagio y los escritos que el maestro dejó, y de los cuáles también habló en un programa de televisión de 1971, parecen demostrar la infame apropiación.
La serie Warrior, cuya primera temporada se estrenó en 2019, le hace por fin justicia a las ideas de Bruce Lee. Basada en los escritos que dejó el protagonista de Enter the dragon (19739, la serie cuenta una historia que más de 40 años después de haber sido concebida mantiene el matiz de novedad que la convierten en una de las mejores propuestas de acción de los últimos años. No es para menos si los productores de la exquisita y ultraviolenta Banshee están detrás de todo el andamiaje que la hace posible.
Warrior cuenta la historia de los enfrentamientos de las pandillas Tong de Chinatown, en San Francisco, la comunidad china más grande que existía en Estados Unidos a finales del siglo XIX.
La mezcla de artes marciales y una trama Noir con un par de pinceladas del western crepuscular que contiene el salvaje esplendor de esa época convulsa en la que el sueño americano apenas despertaba de la pesadilla de la guerra civil, convierten a Warrior en una potente producción que se eleva a la altura de Peaky Blinders, Boardwalk Empire o Fargo, algunas de las series sobre crimen más destacadas de la última década.
Warrior cuenta además con una recreación extraordinaria de ese barro Chino que sin duda parecía una realidad paralela instalada en el corazón de San Francisco, con misteriosas lógicas que escapaban a cualquier orden social que intentaran establecer los gobernantes de turno. Su trama se enfoca en Ah Sahm, un virtuoso guerrero que arriba a la ciudad en busca de su hermana. Apenas pone un pie en tierra firme, Ah Sahm se ve involucrado en un conflicto que lo obligará a desplegar las destrezas que lo hacen casi invencible. Por lo menos es el camino que lo veremos recorrer: se convierte en miembro de una de las pandillas más poderosas, descubre que su hermana jugará en la guerra un rol que le supondrá dolorosos dilemas, se enamora de la mujer equivocada y labra el camino para enfrentamientos brutales con la clase obrera irlandesa de San Francisco, la cual ve en los inmigrantes chinos el origen de su crisis económica.
El camino de descubrimiento de Ah Sahm corre paralelo a un río de sangre engordado por múltiples afluentes: la corrupción policial, las jugarretas políticas que cuentan con el caos para cosechar votos, el racismo recalcitrante de los blancos, el código sangriento bajo el cual los gángsters chinos rigen sus vidas y la escalada de venganza que una guerrera secreta desata sobre aquellos que cometen crímenes contra la comunidad china.
Warrior esta ensamblada además en una estructura coral en la que cada personaje va describiendo su parábola íntima, casi siempre una curva de dolor en la que se descienden hasta dejar sus huesos rotos en un fondo de desesperación y violencia.
La serie cuenta con dos temporadas, disponibles en Cinemax. Una tercera temporada fue anunciada por HBO Max para 2022. De las dos puedo decir también que tienen una intensidad vertiginosa que desembocan en finales de temporada orquestados con el sentido inminente de un apocalipsis.
diego agudelo gómez
Crítico de series