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La paz “vueltiada”

La absurda e indignante imagen del Presidente de la República en Montería intercambiando abrazos, sonrisas y sombreros vueltiaos con el asesino masacrador Salvatore Mancuso – autor de más de 24 mil crímenes – pone el punto más alto y quizá insuperable de esta larga ignominia nacional a nombre de la maltrecha y abusada paz.

06 de octubre de 2024
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  • La paz “vueltiada”
  • La paz “vueltiada”

Por Melquisedec Torres - @Melquisedec70

Después de una continuada largueza oficial con los grandes criminales por más de siete décadas, Colombia sigue siendo uno de los países más violentos del planeta con miles de personas ilegalmente armadas que masacran, extorsionan, trafican cocaína y marihuana, y ejercen control de amplios territorios ante la ausencia o manifiesta debilidad del Estado.

La absurda e indignante imagen del Presidente de la República en Montería intercambiando abrazos, sonrisas y sombreros vueltiaos con el asesino masacrador Salvatore Mancuso – autor de más de 24 mil crímenes – pone el punto más alto y quizá insuperable de esta larga ignominia nacional a nombre de la maltrecha y abusada paz. En lugar de algunas de sus tantas víctimas, la tarima fue ocupada a sus anchas por este genio del mal y para completar el grotesco sainete, el Presidente salió en su defensa diciendo que, pobrecito, había sido extraditado bajo traición del gobierno de Uribe. Inútil será recordar que, de no ser por esas extradiciones, los poderosos señores de la guerra paramilitar hubiesen continuado su marcha de masacres, pueblos incendiados y campesinos despojados de sus tierras, y Mancuso no hubiese pagado 17 años de verdadera cárcel.

Y como no ha sido suficiente, el Presidente tiene en su escritorio un decreto para nombrar “gestores de paz” a 18 exjefes paramilitares sin importar si están presos o libres en Colombia o extraditados. Y con ello impulsar la “mesa de paz” con la cual se busca cerrar -para mayor impunidad - todos los procesos de justicia y paz que comenzaron hace en Ralito.

Nada nuevo. Desde los años 50 del siglo pasado, los líderes colombianos han usado el ideal de paz para otorgar amnistías, inmunidades e impunidades a criminales de la peor especie que se solazaron con la sangre y dolor de miles al amparo de objetivos y causas políticas, o en apariencia de ellos. Desde Rojas Pinilla, con amnistía para las guerrillas liberales; Rojas mismo cae por obra del Frente Nacional, acuerdo de los enemigos godos y cachiporros para repartirse el poder y perdonarse mutuamente sus horrendos crímenes “políticos”. Lleras Restrepo decretó inmunidad por delitos en la Universidad Nacional de Bogotá; Turbay Ayala perdonó al M19 por la toma a la embajada dominicana, Belisario decretó amnistía general comenzando su gobierno para firmar la paz, ofreció de todo pero voló en pedazos la intención por el ataque terrorista al Palacio de Justicia.

Barco logró firmar, a cambio de total impunidad, con el M19 y Gaviria concretó con otros grupos con el mismo enfoque de cero justicia, poca verdad y nula reparación a las miles de víctimas. Gaviria, a su vez, sometió el Estado a las órdenes de Pablo Escobar; Samper poco avanzó, Pastrana entregó al control de las Farc 42 mil km2 y Uribe concedió generosos beneficios a los poderosos asesinos paramilitares para desactivar su máquina de muerte.

Llegó Santos y el 22 de septiembre de 2016 anunció feliz ante la ONU “La guerra en Colombia ha terminado” tras firmar la paz con las Farc. Tan solo fue una ilusión pasajera. Parafraseando a Churchill, humillándonos una y otra vez por la paz, nos hemos quedado con la guerra.

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