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Por Aura G. Lombardo Valenzuela- opinion@elcolombiano.com.co
Como muchos otros colombianos, me vine a enterar de que en Argentina los extranjeros se educaban “gratis” en sus universidades públicas, a raíz de la decisión del nuevo gobierno de Javier Milei de poner a estos universitarios a pagar de ahora en adelante aranceles por sus estudios. Una decisión lógica, justa y necesaria. Pero tuvo que venir el presidente colombiano Petro, con su habitual capacidad de manipulación y de torcer la verdad de los hechos, para transformar eso en una “expulsión forzosa de 20.000 estudiantes colombianos”, sacando a relucir de nuevo una de las peores caras de esas colombianadas que tan mala imagen nos dan en el mundo.
Lo dijo por ahí un tuitero, atinando con la comparación: con estas protestas por la decisión de Milei, Colombia se mostró como ese vecino conchudo que toma de gorra la señal wifi del vecino, y cuando este cambia la clave, el conchudo que no paga va a golpearle la puerta para exigirle que “no viole sus derechos”. Petro y sus seguidores han convertido en derecho la posibilidad de que un colombiano se vaya para Argentina a educarse por cuenta de los que allí pagan impuestos. Es una posición muy propia de la “izquierda progresista”: derechos, derechos y más derechos, siempre y cuando se paguen con el bolsillo ajeno. Como decía Nicolás Gómez Dávila: “El izquierdista grita que la libertad perece cuando sus víctimas rehúsan financiar su propio asesinato”.
Muchas personas tenemos la atención puesta en Argentina. El nuevo presidente y su equipo han ratificado – no digo descubierto, porque todo eso se sabía – que el Estado era un rehén de la clase política. Estaba privatizado. No es Milei el privatizador, por el contrario, va a desprivatizar al Estado, si lo dejan.