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El extraviado

Confirma las sospechas que había sobre su impreparación para ejercer con dignidad y eficiencia su mandato. Las gentes por lo menos confiaban que en desarrollo de su cartilla de hombre de izquierda fuera congruente con sus actos.

18 de octubre de 2023
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  • El extraviado

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Este realmente es un gobierno desconcertante. Extraviado en medio de sus errores. Creíamos que su gestión obedecería a desarrollar una cartilla de izquierda abierta a la discusión nacional razonable. Pero a medida que la ha ido desenvolviendo, la descuaderna. Ya muestra un mandato sin brújula y sin horizonte alguno. No solo improvisa sino que asusta con sus provocaciones. Nació para pelear, para cultivar odios, para estimular la lucha de clases. Desconoce el mandato constitucional de velar como Jefe de Estado por la Unidad Nacional. No sabe conciliar para convocar consensos a través de razonamientos propios de cerebros organizados Su ignorancia es inocultable acerca de las funciones que cumple en un Estado de derecho un mandatario responsable. Cada día sorprende con más paradojas e instigaciones. Sus mismos ministros, por falta de timonel, ignoran los pasos legales y constitucionales que deben cumplir para presentar y sustentar sus proyectos de ley. Es todo un caos.

El presidente apoya internacionalmente a los terroristas de Hamas que atentan contra Israel. Esta Nación reacciona y suspende las exportaciones colombianas. Petro, envalentonado como jayán de pueblo, amenaza con liquidar las relaciones con Israel. Se va arrimando a la foto para posar al lado del Rusia, Irán, Cuba y Venezuela. Ya se le había notado su intención al comparar las masacres de Rusia en Ucrania con el papel de los gringos en la guerra del Vietnam. Se va desmarcando de Estados Unidos, que le jala las orejas para que condene el terrorismo de Hamas. Pone oídos sordos al emplazamiento del primer socio comercial de Colombia. En esas circunstancias difícilmente podrá darse el abrazo con Biden en la Casa Blanca. ¿Comienza acaso a matricularse en los países que cultivan el terrorismo como artículo de exportación? ¿O simplemente encuentra en el terrorismo de Hamas, recuerdos imborrables de sus militancias subversivas de juventud?

Sus misteriosas desapariciones de la casa de Nariño siguen siendo sospechosas. Y cuando aparece es para disparar a través de Twitter dardos envenenados. No se entera de que vastos territorios colombianos van quedando en poder de los grupos armados que suplantan al Estado. Miles de personas se desplazan, huyendo de los ilegales que imponen sus normas y siembran pánico. La integridad del territorio nacional es una entelequia. Tampoco en sus ausencias se percata de las desalentadoras cifras sobre la industria y el comercio que al caer estrepitosamente, matan la generación de empleo productivo y sostenible.

Cuando sale de las sombras, vuelve a sus comportamientos pendencieros. Confirma las sospechas que había sobre su impreparación para ejercer con dignidad y eficiencia su mandato. Las gentes por lo menos confiaban que en desarrollo de su cartilla de hombre de izquierda fuera congruente con sus actos. Que abriría espacios para discutirla dentro del derecho que tiene la oposición en toda democracia de ejercer el control político, así fuera por los que quedan del viejo establecimiento hundido en sus propios errores. No nos imaginamos - y cándidos que somos - que de una izquierda contestataria y hasta civilizada cayera en un anarquismo de provocador profesional a quien tan solo parece interesarle el desorden y el caos.

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