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Nos corresponde entonces analizar el tremendo impacto que esa explosión migratoria va a tener, pues sin duda se verán serios efectos en el empleo, en la atención sanitaria y alimenticia.
Por Eduardo Durán Gómez - opinion@elcolombiano.com.co
El dramático panorama del gobierno venezolano, repudiado en el mundo entero por no haber podido garantizar la transparencia en las elecciones presidenciales, apunta a tener un desarrollo doloroso y lamentable.
Decenas de países no reconocen al régimen y no quieren tener nada qué ver con esa nación; Estados Unidos está expidiendo normas para incrementar el bloqueo de su economía, y el hecho de que haya tocado el petróleo, su principal fuente de ingresos significará que la ruina siga invadiendo a sus habitantes y que esas necesidades lleven a la desesperación por la falta de empleo, el dramático descenso en la producción y la ausencia de recursos del gobierno para atender las necesidades básicas.
La salida que encuentran en medio de la exasperación, no es otra que la de migrar para buscar oportunidades de empleo y de atención a sus necesidades primarias. La catástrofe está representada en cifras dramáticas: en el momento existen 7,8 millones de venezolanos que viven fuera del país. En Colombia han quedado, en calidad de residentes, 2,8 millones; y la última medición indica, que ante las circunstancias deplorables que se están viviendo, existen 4,5 millones que saldrán de Venezuela en los próximo seis meses, de los cuales el país en donde mayor impactarán será Colombia, su vecino natural, con quien mayormente están relacionados.
Nos corresponde entonces analizar el tremendo impacto que esa explosión migratoria va a tener, pues sin duda se verán serios efectos en el empleo, en la atención sanitaria y alimenticia, y en la demanda de servicios públicos, así como en el tema de la seguridad. Colombia tiene una frontera de 2.219 kilómetros con Venezuela, en donde se ha comprobado que millones de personas pueden entrar por los diferentes canales, en donde las poblaciones de las áreas fronterizas llevan la mayor parte del problema, pues no tienen, ni los recursos, ni la infraestructura, ni la logística para poder abordar las diferentes situaciones que ese fenómeno conlleva.
Desgraciadamente los esfuerzos para una salida democrática en ese país han sido fallidos, pues nada se ha podido concretar y las diferentes mesas de trabajo, instaladas en las más diversas instancias, no han sido más que una quimera, y todo apunta a que, si no hay una salida democrática, las sanciones se mantendrán y la incertidumbre continuará acabando con la esperanza de los venezolanos en medio del dramatismo de su situación.
La comunidad internacional está muy distraída con las tensiones entre Estados Unidos y China, y la guerra comercial que ha invadido a los mercados del mundo, lo que nos hace pensar en que el hallazgo de una solución para Venezuela está quedando aplazada en el tiempo, con las enormes consecuencias para su población.