Pico y Placa Medellín
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EPM es un patrimonio fundamental para la competitividad y la calidad de vida de los colombianos, los antioqueños y los habitantes del área metropolitana. Desafortunadamente, tiene la maldición del buen marido, que la pareja no sabe apreciar hasta que le falta. Algo parecido a lo que nos pasó con el sistema de salud, que nos lo destruyeron sin que cerráramos filas para defenderlo.
En 1923 se constituyó la Empresa de Energía Eléctrica de Medellín. La decisión de la ciudad y de sus empresarios era ya no tener generadoras propias de cada compañía, sino, en cambio, armar una empresa de todos que fuera la base de la competitividad de la ciudad. Se dio el salto de pequeñas plantas de menos de 1 Mw a construir Guadalupe y Troneras con 5 y 10 Mw. Este fue el eje de la industrialización antioqueña en plena segunda revolución industrial.
Con la trasformación de la compañía a empresa de servicios públicos, derivado de la ley 142 de 1994 y con base en la estructura del sector eléctrico dispuesta en la ley 143 del mismo año, EPM pudo desplegar el enorme potencial que tiene en el equipo humano que la integra. Su capacidad de generación de energía se triplicó entre 2000 y 2024, a la vez que los precios empezaron a remunerar las inversiones acumuladas desde 1923 en plantas eléctricas.
A partir del año 2000, EPM se convirtió en una gran “generadora” de caja. Ha entregado al municipio 20,5 billones de pesos, dato dado por Sinpro. En esta alcaldía se entregarían 10,4 billones según esta administración. La cifra es monumental, equivalente en orden de magnitud a lo invertido en las 4G y Puerto Antioquia, o en HidroItuango, que son los grandes hitos en la competitividad del departamento.
¿Los 20,5 billones que le sacamos a EPM sí se trasformaron en más competitividad para la ciudad? ¿Los 10,4 que se gastarán en el cuatrienio lo harán? EPM la base de nuestro bienestar y competitividad.
