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Bailemos

El baile es como una píldora gratuita de antiestrés, con felicidad incluida.

15 de diciembre de 2024
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  • Bailemos

Por David Escobar Arango - david.escobar@comfama.com.co

Querido Gabriel,

“¿Sabes bailar?”, preguntó, escéptica. Sentí un mareo, mi cuello se tensionó y las manos se me pusieron frías. Desde los 14 años, luego de la primera fiesta adolescente en la que no fui capaz de bailar, esa pregunta dispara todas las alarmas de mi cuerpo. “No sé, no bailo, no me gusta”, dije por décadas. Esta vez tenía otra respuesta: “Me gusta mucho, no soy el más diestro, pero cada día aprendo un poco más”, sonreí. A los 20 te preocupa cómo te verán los otros. A los 50 ya sabes que hay cosas que no les incumben. ¿Hablamos de la importancia del baile, sus efectos en la salud, su papel para tejer relaciones y su faceta como práctica espiritual?

“Somos un cuerpo, no tenemos un cuerpo”, escuché alguna vez. Las ideas occidentales que lo asimilan a un vehículo o a una máquina nos desconectan de algo esencial de la existencia. Cultivar el cuerpo es mucho más que “cuidar un carro”. Se trata de reconocer que nuestra experiencia en esta vida está no solo mediada sino entremezclada, imbuida de sensorialidad, sensualidad y sexualidad. Esto es evidente, hasta para los más torpes, cuando bailamos hasta que el resto del mundo desaparece como por ensalmo.

Bailar es el mejor ejercicio. Dicen los expertos que compite con la natación en cuanto al uso de casi todos los músculos del cuerpo, el desarrollo de la coordinación y la activación del sistema cardiovascular. Danzar, como pocas disciplinas, incrementa nuestra flexibilidad, algo fundamental para una vida sana y longeva. Y, como si fuera poco, la danza es divertida, por eso queremos repetir.

Bailar ayuda a la salud mental porque baja el cortisol y aumenta los niveles de dopamina y endorfina. Es como una píldora gratuita de antiestrés, con felicidad incluida. Para muchos, ir a bailar una noche es tan importante como asistir a la terapia sicológica. “Mi plan es bailar hasta que todo se solucione”, decimos popularmente. Ojalá el baile, tan colombiano como la arepa, se convierta algún día en la piedra angular de nuestros programas de salud mental.

Bailar es una actividad que construye comunidad y conecta a las personas. En un viaje de trabajo a Barranquilla, un empresario me vio quieto en mi silla en medio de una fiesta y me dijo: “Acá no hacemos negocios con gente que no baile”. Bailando conectamos con el romance, la familia y la comunidad. Desde tiempos ancestrales, nuestros rituales han estado entremezclados con danzas y cantos. El Homo sapiens se diferencia por ser una especie que colabora. Quizás esto sea resultado del baile, la actividad que mejor nos sincroniza, como explica Jonathan Haidt. Es posible, entonces, que el éxito de esta especie esté ligado a nuestras coreografías, nuestros más bellos actos de cohesión y conexión social.

El baile también es, y con esa idea podemos provocar la tertulia, un acto meditativo, espiritual y casi místico. A través del cuerpo logramos trascender la mente y, al cerrar los ojos, nos encontramos con el espíritu de la Vida, evidenciamos nuestra más celestial esencia. “Solo creería en un dios que supiera bailar”, dijo Nietzsche. No sé a ti, pero a mí, ver a la gente bailando y sentir el impulso de sumarme a la escena me restaura la fe en el futuro de la humanidad..

*Director de Comfama

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