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Cuando uno se encuentra con ese otro, la falla básica, la herida primordial se cierra... Hay que estar atentos para esquivar la costumbre: ese animal hambriento que está al acecho.
Por Adriana Correa Velásquez - adrianacorreav@atajosmentales.com
La foto de la noticia atrapó mi atención. Una mujer y dos cabras con pañal por las calles de Nueva York. Ella tiene 64 años y se llama Beverly Shaw. Su causa: recoger fondos para contratar a un abogado para que “rescate” a su marido del hospital en donde lo tienen internado, según ella, en contra de su voluntad y completamente adormecido por las drogas que le suministran. La imagen es entrañable y la crónica del New York Times, es un oasis dentro del periódico. El relato de Beverly nos recuerda lo que algunos están dispuestos a hacer por amor. En sus declaraciones dice que su impulso se lo da imaginarse otra vez con su marido en la cama, tomados de la mano mientras duermen. Dos ancianos tomados de la mano. Esa misma evocación es la que trae otro relato escrito por la periodista Leila Guerriero en su libro Frutos Extraños, cuando hace un perfil de Facundo Cabral y este le dice que cualquier idea que él tuviera sobre la felicidad, se estropeó cuando visitó a Medellín y, después de tantas curvas y verde, vio en la ladera de una montaña, a una pareja de ancianos tomados de la mano.
Mientras eso pasa en las letras, en esta hora que corre, alrededor de 16 personas en Colombia se están casando. Para cuando se acabe este día, más de 400 harán parte de esa estadística y, al finalizar el año, más de 151.000 se habrán casado (Superintendencia de Notariado y Registro). Es como si llenáramos cuatro veces al Estadio El Campín de recién casados. Imaginar cuatro estadios llenos de duplas me conmueve. Muchos de ellos evocarán esa misma imagen que ya hace parte del pensamiento colectivo: viejitos, de la mano. Yo me sumé a ese colectivo el sábado pasado.
Las razones para casarse dependerán de la disciplina a la que se le pregunte o de la orilla del mundo en donde se aborde la cuestión. Los economistas, psicólogos o antropólogos han desarrollado muchas teorías para explicar por qué las personas elegimos esta opción. Lo que sí sabemos es que casarse por amor es prácticamente una novedad si se mira la historia de la humanidad. También sabemos que la tasa de gente que se casa, sigue aumentando, crece menos que antes, pero sigue remontando. Y sabemos que el matrimonio, la intención de unirse, sigue superando con creces a quienes se separan.
Esa tarde del sábado la familia y amigos nos regalaron lo que más nos gusta, palabras. Yo recojo aquí algunas de ellas, para compartirlas con esos cuatro estadios de parejas que me gustaría pensar, están usando la fuerza de su imaginación para crear un futuro:
“...Fundar un lenguaje, un lenguaje que solo hablan dos...”
“...Vivir los conflictos como fuerzas porque la vida es llano, pero principalmente sacudida, cuesta, motor, es decir, amor”.
“... Cuando uno se encuentra con ese otro, la falla básica, la herida primordial se cierra... Hay que estar atentos para esquivar la costumbre: ese animal hambriento que está al acecho”.