El presidente Gustavo Petro aprovechó su presencia esta semana en el Foro de Davos para insistir en una idea que ha llevado a diversos espacios internacionales como la ONU o la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial: un Plan Marshall contra la crisis climática, que tenga como base el canje de deuda por acciones de los países en favor del medio ambiente.
“Quisiera ver este año, ojalá, el cambio en la dimensión para abordar la crisis climática. Los US$100.000 millones de París ya no son nada. La cantidad que se necesita cada año es 30 veces superior”, declaró el Jefe de Estado.
Según él, darle vida a esta estrategia significaría un giro en el sistema financiero global, y en ese sentido aprovechó para insistir en su premisa de cambiar deuda por acción climática. “Podríamos llegar a esas cifras generando con los recursos públicos de todos los países del mundo e invertido en un gran Plan Marshall de acción climática para preservar la vida en el planeta”.
Durante un evento en la Amazonía el año pasado, en el que estuvo junto a su homólogo brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, Petro manifestó que los recursos que necesita el planeta al año para combatir la crisis climática son del orden de US$3,3 billones y actualmente ni Europa, ni Estados Unidos, ni China, que son “los que contaminan el mundo”, han llegado al punto clave, que es “priorizar la vida y no el capital”.
Poco eco
Para el investigador económico Luis Fernando Ramírez, la propuesta de Petro “todavía no ha tenido suficiente sustentación desde el punto de vista técnico ni de viabilidad”. Y lo que es peor, continuó, es que “no ha tenido la solidaridad ni siquiera de Brasil, que sería el socio más natural del proyecto, pues Lula sigue con la idea de explotar petróleo para reducir pobreza”.
El académico recordó que el Plan Marshall fue un programa impulsado por Estados Unidos para ayudar a países europeos a recuperarse tras la destrucción por la Segunda Guerra Mundial, pero en el trasfondo fue un método para mantener a raya el comunismo tanto allí, como en América Latina, donde ayudó a apalancar proyectos de desarrollo con el propósito de hacerle frente a la injerencia cubana.
“Ahora es diferente, porque el presidente pide el Plan Marshall sobre el medio ambiente, para apelar a la solidaridad”, apuntó Ramírez, quien además vio como un revés que, por ejemplo, el discurso del mandatario argentino, Javier Milei, en Davos, haya tenido mayor eco que el de Petro.
El discurso de Milei, no sobra decir, fue radicalmente opuesto a la idea pregonada por el presidente Petro. “Nosotros venimos hoy aquí a invitar a los demás países de occidente a que retomemos el camino de la prosperidad. La libertad económica, el gobierno limitado y el respeto irrestricto de la propiedad privada son elementos esenciales para el crecimiento económico”, fue una de las frases del Jefe de Estado argentino.
Así mismo, expresó, “este fenómeno de empobrecimiento que produce el colectivismo no es una fantasía. Ni tampoco fatalismo. Es una realidad que los argentinos conocemos muy bien”.
Panorama global
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), “la deuda climática representa la suma de los daños causados por las emisiones, es decir, los efectos negativos acumulados de las emisiones de dióxido de carbono, cuyos costos se imponen al planeta sin compensación”.
Según sus cálculos, la deuda climática actualmente “es extremadamente elevada” y se estima que acumuló unos US$59 billones entre 1959 y 2018. Así mismo, vaticina que aumentará unos US$80 billones entre 2019 y 2035.
A 2018, explica, los mayores contribuyentes a este fenómeno fueron Estados Unidos (US$14 billones), China (US$10 billones) y Rusia (US$5 billones), y las previsiones sugieren que los países desarrollados cada vez tendrán un peso mayor en la balanza.
Desde la Organización Meteorológica Mundial (OMM) se aseguró que cada año se emiten más de 36.000 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, y Colombia ocupa el puesto 47 en el mundo –datos de 2022– a nivel de emisiones, y el sexto en Latinoamérica, con un registro de 77 millones de toneladas.
Aunque es claro que son un reto, las cifras nacionales son bastante menores que las de países como China (12.466 millones de toneladas) o territorios más cercanos como Brasil (489 millones) o México (418 millones), entre otros.