Hay oficios y lugares que se resisten al cambio. En Bogotá, por ejemplo, en pleno corazón del centro histórico se encuentra la Bolera San Francisco, un lugar que nació siete años antes del Bogotazo (1948). Está ubicada a escasos pasos del lugar en el que fue asesinado el exdirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán. Lo curioso de la bolera es que a diferencia de las “más tradicionales”, el proceso mediante el cual se reemplazan los pinos, no es mecánico. Su ejecución está a cargo de un joven, quien además de hábil debe ser preciso como un cirujano.
Se le conoce como ‘Chinomatic’, y es la resistencia a Gottfried Schmitdt, un alemán que a finales de la década de 1930 inventó la máquina encargada de hacer la acomodación sistemática, milimétrica y automática de los 10 pinos que se deben tumbar en una partida de bolos. Los ‘Chinomatic’ no hacen parte de la extensa lista de trabajos que han desaparecido por cuenta del crecimiento tecnológico.
El reemplazo de la mano de obra ha hecho que si bien algunos oficios desaparezcan, otras necesidades para ciertos sectores de la economía surjan con la urgencia de encontrar mano de obra que se debe pensar como la más calificada (ver Informe).
Un ejemplo de ello es que en Colombia, según datos entregados por la Organización de Desarrolladores de Software de Colombia y el Ministerio de las Tecnologías de la Información, el déficit de profesionales especialistas en el desarrollo de software es cercano a los 50 mil.
Ese perfil es solo uno de los casos que tienen que ver con cómo está cambiando la demanda laboral por cuenta de las necesidades de un mercado empresarial que se transforma y que necesita trabajadores que cuenten con un perfil más tecnológico, o al menos así lo cree la consultora experta en temas laborales ManpowerGroup.
Según esa entidad, se requiere, urgentemente, mano de obra como analistas de datos, ingenieros de sistemas o desarrolladores capaces de avanzar en planes de innovación, específicamente en aquellos concernientes a temas de inteligencia artificial.
“Claro que se requiere de una serie de profesionales que respondan a lo que necesitan las empresas. Obviamente se van a seguir necesitando perfiles tradicionales, pero en ese camino por incentivar la competitividad tanto las grandes compañías, como las que hasta ahora empiezan a ver la luz, deben tener la mano de obra que exige el mercado”, dijo Raúl Ávila, profesor de Economía en la Universidad Nacional.