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“En el colegio me la montaban por mi voz, pero me puse a estudiar para ser el mejor’”: la historia detrás del “gomelo del Dane”

Juan Daniel Oviedo le contó a EL COLOMBIANO su historia y las razones para no aceptar la propuesta de Gustavo Petro para seguir al frente del Dane.

  • Juan Daniel Oviedo Arango es economista, de 45 años. Sus fuertes son docencia, asesoría y el liderazgo. FOTO Colprensa
    Juan Daniel Oviedo Arango es economista, de 45 años. Sus fuertes son docencia, asesoría y el liderazgo. FOTO Colprensa
  • “En el colegio me la montaban por mi voz, pero me puse a estudiar para ser el mejor’”: la historia detrás del “gomelo del Dane”
  • “En el colegio me la montaban por mi voz, pero me puse a estudiar para ser el mejor’”: la historia detrás del “gomelo del Dane”
19 de julio de 2022
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Juan Daniel Oviedo lo tiene claro: “No quiero ser el Simón Bolívar del Dane”. Su paso por la Universidad del Rosario, en Bogotá, le enseñó que para que las cosas fluyan debe haber recambio, por eso desde enero de este año su meta era que lo reconocieran como el mejor empalmador con el gobierno entrante.

Como estaba tan seguro de que no iba a seguir al frente de la entidad, la declaración y posterior llamada telefónica de Gustavo Petro para que continuara en el cargo le revolcó todo, lo puso pensativo y él se lo hizo saber al presidente electo. Finalmente la respuesta fue negativa.

Aunque ha circulado que la razón tiene que ver con las diferencias del equipo de empalme de Petro frente al catastro multipropósito (quieren hacerle cambios, y el actual director del Dane es uno de sus autores y lo defiende), Oviedo le contó a EL COLOMBIANO que hay más cosas que lo tenían analizando si seguir o no.

Una de ellas era si se le pondría “una reja más fuerte al Dane, después de que se le entraron los ladrones a Juan Daniel”, en referencia a que en su dirección se produjo el hackeo a la entidad. También por la viabilidad de un Censo Económico, pues él lo propuso y lo considera un elemento sustancial, teniendo en cuenta que hace 31 años no se hace.

Es que en esta entrevista el director del Dane habla de todo. Por ejemplo, no será raro que después del 7 de agosto desaparezca un par de meses; quiere desconectarse, tener el tiempo para él que las tareas de estos cuatro años no le han permitido y pensar cómo puede ayudar a la sociedad desde otros ámbitos. Incluso estuvo hace un mes buscando casa en Mompox, Bolívar, para darse ese espacio.

Lo bueno, lo malo y lo feo

En este cuatrienio le pasó de todo al “gomelo del Dane”, como muchos le dicen en conversaciones de amigos o en redes sociales, pero su meta siempre era entregar las estadísticas a tiempo y que le quedaran bien claras a la opinión pública, a pesar de que uno que otro le daba palo y decía que se limitara a dar las cifras y hasta ahí.

De todas las estadísticas que ha entregado hay un grupo que no olvida. La más dura fue la de Pobreza Monetaria 2020, pues le contó al país que esa condición había pasado de afectar al 35,7% de la población (2019), al 42,5%.

Fue desafiante no solo por lo que eso indica per se, sino también porque lo tuvo que socializar en el marco del Paro Nacional de 2021; además, el proceso de recolección no fue fácil, ya que el Dane tuvo que hacer entrevistas telefónicas en las que muchas preguntas se dejaban de hacer –respecto al método presencial– debido a la cuarentena en 2020.

“En el colegio me la montaban por mi voz, pero me puse a estudiar para ser el mejor’”: la historia detrás del “gomelo del Dane”

El director entendió entonces por qué el estallido social fue tan duro en Cali, Bucaramanga o el Eje Cafetero. Pero, no obstante, la contraparte estuvo en las encuestas mensuales económicas sobre comercio, industria y servicios porque allí se empezó a ver de a poco la reactivación.

Y así como hubo momentos duros, otros le dieron esperanza. Admite que tuvo temporadas fuertes a nivel personal como el primer mes en el Dane, cuando lo juzgaron por su forma de hablar. “Uno lleno de buenas intenciones para que lleguen y digan ‘ese man con voz de gomelo qué hace hablando de pobreza, es un arribista’”.

De carne y hueso

Lejos de ser el gomelo cuna de oro que muchos piensan, Juan Daniel tuvo una historia que, como la de muchos colombianos, tiene tintes de lucha, perseverancia y varias anécdotas. Nació en Villa Luz, un barrio al noroccidente de Bogotá, y pasó su infancia en Normandía, que prácticamente queda en el mismo sector.

Es hijo de madre vallecaucana y padre santandereano, quienes se conocieron en Barranquilla para finalmente radicarse a Bogotá; de ahí que sus apellidos sean Oviedo Arango. De su papá, asegura que era piloto pero no hubo una relación cercana, mientras a su mamá le agradece haberlo levantado a punta de trabajo duro.

Juan Daniel nació en el 77, y en el 91 sus padres se separaron. El amor por los números llegó en el Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario, cuando cursaba 9°, pues a diferencia de compañeros a los que la profesora de álgebra les parecía el “coco”, él le cogió el tiro a la clase y también empezó a sentirse atraído por las materias de geometría y trigonometría.

Todo esto estuvo empañado por el bullying que sufría debido a su tono de voz. Lejos de afectarlo, él se motivó para estudiar más. Es que más allá de hacerlo como refugio, tenía claro que no quería que llegara el punto en que no supiera qué hacer con su vida y entendía que el aprendizaje era el camino a seguir.

Así ingresó un tiempo después a la Universidad del Rosario, de donde es orgullosamente egresado como economista. Allá empezó a hacer sus primeros pinos y llegó a ser secretario académico en su facultad. La tradición mandaba que los mejores estudiantes ayudaran a los decanos en temas como administrar las notas y Juan Daniel fue uno de ellos.

Pero antes de eso los primeros trabajos fueron vendiendo chocolates en el colegio, para lo cual los profesores le daban permiso por ser uno de los “pilos” de la clase. Además, cuando ingresó a la universidad pegaba stickers en la correspondencia y ahí aprendió a madrugar y trasnochar.

Lejos de invertir en propiedades o cosas por el estilo, desde que se ganó su primera plata con los chocolates ha tenido claro que le gusta gastar en cosas que lo hagan feliz: una buena comida en sus restaurantes favoritos, un concierto o un viaje.

Al final es de carne y hueso y quiere transmitir ese mensaje, que una persona que se come una empanada con gaseosa y se fuma un cigarrillo una que otra vez puede llegar a los cargos públicos que históricamente han sido estigmatizados.

“Es chévere poder hacerle ver a la gente que personas que estudian, trabajan, que les gusta bailar, comer, tomarse sus tragos pueden ser buenos funcionarios públicos, ejercer un buen servicio. El país espera que una sola persona cambie todo y en eso nos hemos decepcionado, por eso es importante tener ese interés y vocación de prestar servicio público”.

Recogiendo manzanas

Cuando aún era estudiante de la U del Rosario, Juan Daniel empezó a trabajar en el Departamento Nacional de Planeación (DNP). Estuvo al lado de Fabio Sánchez, hoy economista de la U. de los Andes, quien entonces se desempeñaba como director de Análisis Macroeconómico de la entidad.

Luego llegó Juan Carlos Echeverry al DNP y a él también lo estuvo ayudando. Pero un tiempo después le llegó la opción de irse para España y no lo pensó dos veces, partió. Luego le salió una oportunidad para hacer su posgrado en la Universidad de Tolouse, en Francia, y voló hacia allá para alcanzar dos maestrías y un doctorado.

En el camino pasó de todo, como una vez que su mamá fue a visitarlo a Europa y luego de “turistear” en bus en el momento de la despedida olvidó dejarle su tarjeta de crédito a Juan Daniel, como le había prometido, para costear el paso hacia Francia.

Por eso cuando llegó a ese país le tocó trabajar recogiendo manzanas en una finca de Tolouse y se ganó su primer salario mínimo allí. Ya con más cancha, fue asistente en la universidad y luego consultor en una firma económica inglesa llamada Nera.

Rumbo al Dane

Por lo que cuenta Oviedo, parece que todos los caminos llevaban a que con el paso de los años recalara en el Dane. Él era la mano derecha de José Manuel Restrepo, quien se desempeñaba como rector de la U Rosario y en el 2018 fue designado como Ministro de Comercio por Iván Duque –hoy, es el Minhacienda–.

Restrepo quería a Oviedo en un viceministerio, pero a Duque le sonó más como director del Dane. ¿Por qué? Juan Daniel había sido asesor de María del Rosario Guerra en el MinTIC, después estuvo en una firma de consultoría con ella y luego la asesoró en el Senado, en comisión tercera, y allí mismo conoció a Duque.

Con las buenas referencias, el actual presidente lo designó en el Dane. Oviedo recuerda que a María del Rosario Guerra la conoció cuando le daba clase de Microeconomía en la U del Rosario y lo rajó en el primer parcial, aunque con el tiempo se volvieron cercanos.

Sobre la relación con el presidente Duque detalla que es netamente profesional, pero de eso se trata porque al final de cuentas el Dane debe ser una entidad independiente, así alguna que otra vez haya que dar malas noticias.

“En el colegio me la montaban por mi voz, pero me puse a estudiar para ser el mejor’”: la historia detrás del “gomelo del Dane”

“Mi mamá siempre está pendiente de cuando hago las presentaciones, obviamente no entiende mucho de las discusiones conceptuales, pero dice ‘cómo te la montan, pero no les pares bolas’”, menciona.

Casi cuatro años después de asumir el cargo, Juan Daniel agradece el cariño que la gente le ha dado en los últimos meses e insiste en que es una persona común y corriente. Le gusta mucho la música electrónica y de hecho es fan del Freedom, festival que se realiza en Medellín.

Pese a las largas jornadas que lo han convertido en el “mejor amigo de los celadores del Dane”, saca sus tiempos de esparcimiento. Recuerda mucho un video suyo haciendo un particular baile que se viralizó en diciembre pasado, pero según él esa fue la forma de festejar que, después de ser hackeada la página, el Dane pudiera entregar el dato de inflación contra viento y marea.

Ahora culminará sus últimas semanas en la entidad y después se irá a descansar y pensar qué le depara el futuro. Para Juan Daniel, el servicio y los aprendizajes en la Academia son y serán siempre su brújula.

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