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El tití paisa, la única especie de primates citadinos de Colombia

  • Este es uno de los cuatro titíes grises que viven en la Universidad de Antioquia. FOTO Cortesía Iván Darío Soto
    Este es uno de los cuatro titíes grises que viven en la Universidad de Antioquia. FOTO Cortesía Iván Darío Soto
  • Los titíes de la Universidad de Antioquia permiten que los humanos se acerquen bastante. FOTO Cortesía Iván Darío Soto
    Los titíes de la Universidad de Antioquia permiten que los humanos se acerquen bastante. FOTO Cortesía Iván Darío Soto
  • Uno de los titíes que viven en el barrio Robledo. FOTO Cortesía Iván Darío Soto
    Uno de los titíes que viven en el barrio Robledo. FOTO Cortesía Iván Darío Soto
  • Los titíes de la Universidad de Antioquia se meten en las oficinas y los salones de clase en busca de bolsitas de azúcar. FOTO Estefanía Carvajal Restrepo
    Los titíes de la Universidad de Antioquia se meten en las oficinas y los salones de clase en busca de bolsitas de azúcar. FOTO Estefanía Carvajal Restrepo
21 de julio de 2016
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Los europeos y norteamericanos pagan miles de dólares para viajar a África a ver a los monos, gorilas y chimpancés en su hábitat natural. Los habitantes de Medellín, en cambio, no tenemos que salir de la ciudad para ver a unos simpáticos primates correteando por los techos de Robledo e invadiendo las oficinas de los profesores de la Universidad de Antioquia.

Esta selva de cemento anclada en las montañas de la cordillera de los Andes es el hogar del tití gris, una especie de primate tamarino de pelaje café, gris y blanco que sólo se encuentra en los departamentos de Antioquia, Bolívar y Tolima.

Lo más impresionante del tití gris -conocido también como tamarino manos blancas- es su extraordinaria capacidad de adaptación, que le permite vivir en ambientes tan distintos como un bosque húmedo tropical en Caucasia, o las orillas de una quebrada en la comuna 7 de Medellín.

Son más paisas que la arepa

El tití gris no llegó a la ciudad por culpa del tráfico ilegal de especies silvestres -del cual son víctimas frecuentes por su graciosa apariencia-, ni porque se hayan perdido camino a casa: estos monos estaban aquí cuando nació la Villa de la Candelaria en 1616 y no se fueron a pesar de las autopistas, edificios, carros y fábricas que construyeron en sus propias narices.

El tití gris de Medellín es la única especie de primates citadinos de Colombia -y una de las pocas que hay en el mundo- y por eso los investigadores de la Universidad de Antioquia, que le siguen la pista desde hace años, lo apodaron el “tití paisa”.

En un artículo publicado en la revista American Journal of Primatology, titulado “Implicaciones fisiológicas y parasitológicas de vivir en la ciudad: el caso del tamarino manos blancas”, cinco profesores de la Universidad de Antioquia compararon al tití paisa de Medellín con los que viven en los bosques de San Carlos, San Rafael, el Carmen de Viboral y Caucasia.

En la capital antioqueña estos monos viven en grupos de 4 a 10 individuos y están en el campus de la Universidad de Antioquia (hay dos hembras y dos machos) y en el barrio Robledo, cerca a la quebrada La Gómez y a la sede de Minas de la Universidad Nacional, donde viven alrededor de 30 titíes.

Aunque son animales sociales -como sus primos, los humanos-, en el Jardín Botánico vive un tití paisa en solitario, que se cree pudo haber escapado de un hogar humano a donde habría llegado por tráfico ilegal de especies, según cuenta el biólogo Iván Darío Soto, uno de los autores del artículo.

Los titíes de la Universidad de Antioquia permiten que los humanos se acerquen bastante. FOTO Cortesía Iván Darío Soto
Los titíes de la Universidad de Antioquia permiten que los humanos se acerquen bastante. FOTO Cortesía Iván Darío Soto

Necesitan ponerse a dieta

Los investigadores encontraron que los titíes citadinos tienden a ser más obesos que los del campo, por la actividad física reducida y la cantidad de comida que encuentran en el ambiente urbano.

“Ellos tienen una muy buena oferta de alimento en la ciudad porque hay muchos árboles frutales. Como tienen mucha comida se mueven menos, entonces tienden a engordarse”, explica el profesor Soto.

Además, como son amigables y permiten que los humanos se acerquen bastante, la gente les da comida, pero no siempre es la más sana. “Algunas personas creen que porque son monos entonces hay que darles banano, pero es una fruta con alto contenido de azúcar que no es la más indicada para su condición de obesidad. Y en la Universidad de Antioquia hasta ‘trululús’ y masmelos les han dado”, cuenta el investigador.

Al tití paisa le gusta tanto el dulce que aprendió a abrir las bolsitas de azúcar que los profesores y estudiantes dejan olvidadas en las mesas y corredores del campus.

Pero no es sólo la dieta. El tití paisa también es gordo porque el espacio que tiene para moverse es muy reducido. De hecho, los cuatro titíes que viven en la Universidad nunca salen del campus y los de Robledo están limitados por las calles y los cables de energía, que además ponen en riesgo su integridad física.

Esa misma situación es el agravante de otro problema que pone en peligro la especie: como los grupos viven aislados unos de otros, la consanguinidad aumenta; es decir, se aparean entre hermanos, madres e hijos y se incrementa la probabilidad de que sufran de enfermedades genéticas.

Uno de los titíes que viven en el barrio Robledo. FOTO Cortesía Iván Darío Soto
Uno de los titíes que viven en el barrio Robledo. FOTO Cortesía Iván Darío Soto

Guerra de combos

Paradójicamente, ese aislamiento también es beneficioso para el tití paisa, porque disminuye la probabilidad de que los diferentes grupos se encuentren y se arme, como dicen, “la de Troya”. Los titís paisas -como sus primos, los humanos- son bastante territorialistas. Así, un acercamiento fortuito entre “los de Robledo” y “los de la U” podría ser mortal para ambos bandos.

“Algo bonito sobre esta especie es que se organizan en sociedades jerárquicas donde manda una hembra dominante, que es la única que tiene “permiso” para reproducirse y aparearse. La “reina” del grupo inhibe hormonalmente a las demás hembras y las hace estériles, pero cuando los monitos nacen todos los titíes ayudan en el proceso de crianza y cuidado”, explica el profesor Soto.

Otra diferencia entre los titíes urbanos y los del campo es que los monos que viven en Medellín son más limpios y tienen menos parásitos. Y aunque esa es una ventaja que disminuye la mortalidad, los titís paisas viven en un ambiente hostil plagado de riesgos y amenazas.

Los titíes de la Universidad de Antioquia se meten en las oficinas y los salones de clase en busca de bolsitas de azúcar. FOTO Estefanía Carvajal Restrepo
Los titíes de la Universidad de Antioquia se meten en las oficinas y los salones de clase en busca de bolsitas de azúcar. FOTO Estefanía Carvajal Restrepo

En vía de extinción

De hecho, el tamarino manos blancas aparece en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en el apéndice del CITES -un acuerdo internacional que busca la protección de las especies en peligro de extinción que son comercializadas de forma ilegal-, y en el Libro Rojo de los Mamíferos de Colombia.

Y aunque algunos biólogos han sugerido trasladar las comunidades de titíes citadinos a otros ambientes más naturales, para el profesor Soto estos monos ya hacen parte de la biodiversidad de Medellín y, antes que sacarlos, se deberían mejorar sus condiciones de vida en la ciudad.

¿Cómo? Construyendo puentes para que crucen algunas avenidas en Robledo, por ejemplo, combatiendo el tráfico ilegal de esa especie y haciendo campañas para que la gente aprenda quiénes son estos simpáticos primates, qué alimentos no se les debe dar y por qué son importantes para Medellín desde un punto de vista biológico y cultural.

“Medellín es la primera ciudad de Colombia con una política de biodiversidad, pero muchas veces eso se queda en el papel. Lo que hay que pensar es cómo vamos a diseñar una ciudad que sea sostenible, que vaya más allá de la estética de lo verde”, propone Soto.

Tenemos que ser conscientes de que, aunque diseñamos una ciudad para los humanos, no estamos solos. En Medellín hay 2.603 especies de plantas, 1.764 de insectos, 445 de aves, 91 de mamíferos, 44 de reptiles, 30 de anfibios y 44 de peces. Proteger al tití paisa es sólo el primer paso.

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