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Cuatro jaguares en el Chocó tienen “huella digital”

Investigadores rastrearon marcas de los felinos en Los Katíos. Esta es una historia de exploración, en la que el rastreo ancestral se volvió ciencia.

  • Cuatro jaguares en el Chocó tienen “huella digital”
19 de noviembre de 2020
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50 %
de su hábitat se ha perdido en todo el continente. Es una especie amenazada.

La clave es pisar con cuidado y no despegar los ojos del suelo, no vaya y sea que se paren encima de la huella de un jaguar. Cuando se las encuentran, la pregunta que surge es ¿cómo llevar ese rastro a un laboratorio? La ciencia tiene su cuento y así comenzó éste en el Parque Nacional Natural Los Katíos, donde los científicos se fueron tras las pistas del jaguar.

Tomando las huellas con rastreo y métodos estadísticos, midiendo forma y tamaño, científicos de la Universidad de Antioquia, pertenecientes al grupo de investigación Medio Ambiente y Sociedad, lograron identificar cuatro jaguares Panthera onca. Este avance ayudará al conocimiento y conservación de poblaciones de fauna en diferentes sitios del país. También sorprende de este método la rapidez, efectividad y bajo costo.

José Fernando Navarro es el rastreador de huellas que se dio a la tarea de hacer seguimiento de los depredadores y de construir un método para la identificación de estos individuos que, unido a otras técnicas, puede arrojar información muy precisa de los jaguares y de otros habitantes silvestres de las áreas protegidas para su conservación. De hecho, no solo ha seguido a estos felinos, lleva dos décadas con la mirada puesta en selvas y bosques colombianos, buscando todo lo que le diga dónde están pumas, carnívoros de pequeño a gran porte y últimamente, pequeños mamíferos. Navarro busca saber cuáles son sus movimientos, cuántos son, cuáles son sus hábitos y costumbres; cualquier rastro, excreta, pelo, restos de alimentos, olores... todo trae información valiosa. Este biólogo se propuso encontrar la manera de identificar a los jaguares que habitan Los Katíos y lo hace a través de su huella, con una impresión de su pata en un sustrato.

Un controlador

Antes de continuar con la historia de la investigación hay que conocer al protagonista. El jaguar Panthera onca tiene un papel muy importante en el equilibrio y la conservación de su hábitat, al ser indicador de la salud de los ecosistemas, pues son atraídos por zonas con gran abundancia de alimento. Actúan como depredadores tope controlando poblaciones de mamíferos que pueden convertirse en plaga para el humano. Por eso, al conservársele se hace lo mismo con todas las especies de su entorno. “Un sitio que tenga jaguares es un sitio que tiene las mejores condiciones de conservación”, mencionó el rastreador.

En la Amazonia se hallan jaguares en el 90 % del territorio, le sigue la Orinoquía y en menor proporción están en la Serranía de San Lucas. El Chocó es la tercera zona más poblada por estos felinos. Precisamente, es a esta selva húmeda, exactamente en Riosucio, en el Urabá chocoano, a donde nos trasladamos en estas líneas. En el Parque Nacional Natural Los Katíos viven nuestros protagonistas.

Navarro y su equipo siguieron en la tierra mojada y seca las improntas dejadas por sus patas: son pisadas grandes y bien particulares, la delantera es mayor que la trasera, los dedos son redondeados y sin marca de uñas, la almohadilla central es grande y redonda. Esta marca, dada por su disposición anatómica en su andar, es lo que hace que los científicos reconozcan los pasos del animal, entre otras características.

El biólogo, en la investigación de su tesis “Modelo de identificación individual del jaguar Panthera onca por morfometría de huellas”, presentada a la Maestría en Bosques y Conservación Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín, valoró la abundancia de la especie en la zona. Deteniéndose a considerar la caza y la deforestación que amenazan su supervivencia, decidió dedicar casi dos años a esta exploración.

El equipo, compuesto por ecólogos como Indira Gómez, co-investigadora, llevó el seguimiento a la ciencia matemática, con análisis estadísticos, multivariados y morfométricos, es decir, que se concentró en el tamaño y la forma de las huellas, “posesionando al rastreo como una disciplina en un contexto de ciencia actual”, agregó Gómez.

Cuatro expediciones

“Esta actividad es ancestral, en su mayoría ejecutada por comunidades ancestrales, más que una disciplina es un arte. Para rastrear se necesita conocer en detalle la historia natural de las especies, sus comportamientos y sus hábitos. Ni perfumes, ni cremas, ni geles, ni jabón, nada que tenga olor puede usarse, porque pueden dejar la sustancia impregnada en el sitio y esto hace que los animales no se presenten ni actúen de forma natural. Las jornadas eran intensas, bajo lluvia o con sol, soportando inclemencias naturales del Chocó biogeográfico, como la alta humedad, la temperatura y los mosquitos”, narró el biólogo, líder de la investigación.

Fueron 1.080 horas recolectando huellas en 23 kilómetros lineales, los cuales se debían transitar para poder conseguir las improntas, algunas en tiempo seco y otras en húmedo, ya que los felinos se mueven según el clima. Los científicos se idearon en terreno una técnica para llevar las huellas al laboratorio, llenando la pisada con parafina y luego modelándola en yeso, lo que resultó fue una huella en 3D con las medidas exactas del animal. Profesionales estadísticos ejecutaron un modelo matemático con el que se logró determinar el número de individuos en la zona. La forma y el tamaño de sus huellas fueron su identificación, como las huellas digitales de los seres humanos. “El carácter diagnóstico que desarrolló el modelo resultó ser la distancia de los dedos al cojinete plantal, lo cual posibilita el reconocimiento de los individuos”, enfatizó Navarro.

La clave fueron las patas traseras, pues en el mismo lugar en que ponen la delantera plantan la trasera. Se hizo un efecto espejo de las derechas y las izquierdas, dando como resultado la identificación de cuatro individuos. Lo que concluyó con éxito la investigación.

Se abren los caminos

Esta combinación de rastreo con análisis matemáticos avanzados mostró un método efectivo, rápido y de bajo costo para seguir la huella de los felinos y es el primer paso para determinar la identificación de otras especies como dantas o zorros en áreas protegidas. “Podríamos reportar tempranamente la llegada del coyote al territorio nacional, lo cual tendría implicaciones de conservación para un gran número de especies”, subrayó Navarro. El método puede aplicarse en cualquier lugar y permite hacer comparaciones en diferentes épocas climáticas y ecosistemas.

Los rastreadores de huellas piensan combinar el hallazgo con métodos como foto-trampeo, telemetría o análisis genéticos de excretas y pelos.

Las investigaciones ayudarían a la conservación de mamíferos en la región tropical de América del Sur y Centroamérica. La idea es tener información de animales en zoológicos, ya que de ellos pueden tener datos concretos y abundantes para hacer una base de datos que serviría para la validación, mejora y ampliación del modelo matemático, en esto el investigador concentra esfuerzos para conseguir financiación.

La obtención de las huellas posibilita la identificación de individuos en un territorio para tener conocimiento de las poblaciones y mejorar acciones para su conservación.

Infográfico
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países latinoamericanos aún tienen población de jaguares. Está casi extinto en dos.
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