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Camila llegó del campo para ser la taxista más joven de Medellín

Camila Ochoa, de 20 años, cambió la ordeñada de vacas en Entrerríos para dedicarse a transportar pasajeros.

  • Camila llegó hace un año a Medellín, sin conocer casi nada de la ciudad, pero ha aprendido con el paso del tiempo. FOTO ESNEYDER GUTIÉRREZ
    Camila llegó hace un año a Medellín, sin conocer casi nada de la ciudad, pero ha aprendido con el paso del tiempo. FOTO ESNEYDER GUTIÉRREZ
  • Manejar taxi no es un escampadero para Camilla. Quiere construir un proyecto de vida basado en el trabajo de este vehículo.
    Manejar taxi no es un escampadero para Camilla. Quiere construir un proyecto de vida basado en el trabajo de este vehículo.
28 de abril de 2023
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Camila Ochoa es toda una experimentada en el manejo de un taxi y en el conocimiento del Valle de Aburrá. Destaca sobre las demás mujeres taxistas, si se tiene en cuenta que apenas tiene 20 años y llegó hace uno a Medellín, desde una vereda ubicada a una hora y media del casco urbano de Entrerríos, Norte antioqueño.

Inició desde cero en esta profesión en el carro de su hermana mayor, quien lo compró y pensó en ella pese a que su experiencia en la capital antioqueña se reducía a algunas visitas esporádicas y nunca había manejado un carro cuando recibió esta oferta. Con un poco de temor, pero con muchas ganas de progresar dijo que sí e hizo todos los trámites para tener los papeles y tomar el volante.

“Decidí venirme de la casa de mis padres de acá a la ciudad a buscar una vida diferente, a buscar qué podía hacer con mi vida con nuevos caminos. Y me resultó la oportunidad de manejar el taxi con una hermana. Y yo, bueno, si esto se me está presentando en el camino, por algo debe ser y yo lo debo aprovechar”, dijo cuando tomó la decisión de abandonar su casa, en la vereda La Candelaria, de este municipio ubicado a 55 kilómetros de Medellín.

Sin temor a nada

La valentía es una de las cualidades que más describe a esta joven taxista. Conocedora de los riesgos del oficio por lo que le relatan sus colegas, Camila se aferra a sus firmes creencias religiosas para iniciar su jornada, casi siempre, a las 9:00 de la mañana.

“Todos los días yo me encomiendo a Dios para que me proteja de todo mal y la verdad es que me ha funcionado. Nunca he tenido sustos ni tampoco inconvenientes con los pasajeros. No me han acosado ni tampoco asaltado. Lo mucho que me dicen es que yo tan bonita y tan joven cómo manejo un taxi”, relató Camila.

Con el apoyo del GPS que pone en la pantalla grande que tiene al lado del volante, Camila se guía para encontrar la dirección hacia la cual va su pasajero, en caso de desconocerla, pero siente que ya ha aprendido bastante de todo el Valle de Aburrá.

“Lo más difícil es manejar por Laureles por las circulares y en El Poblado porque muchas calles se parecen y uno se siente perdida. En los barrios a veces uno se asusta con las calles tan angostas, pero uno busca la manera de salir del apuro”, contó.

Su jornada está entre las 11 y las 14 horas, dependiendo de la cantidad de servicios que recibe. Asegura que le va muy bien en su trabajo, pero reconoce que es necesario moverse por las calles para encontrar una carrera.

“Uno tiene como que visualizar también eso, en qué lugar se va a hacer, porque tampoco es justo usted irse a pararse mucho tiempo a esperar un servicio”, expresó esta taxista, quien tiene su carro de servicio público en la empresa Tax Coopebombas.

Además, aseguró que la presentación de ella y del carro es clave para que los usuarios se sientan más cómodos, sin pensar mucho en lo que hagan los conductores de plataforma.

Y su apariencia a bordo de su taxi lo evidencia. Camila cuida mucho su presentación personal, aunque sin dejar de lado su vestuario juvenil.

“Usted tiene que hacer bien no porque el otro le va a quitar su trabajo, sino porque es su trabajo, porque usted lo ama”, señaló Camila, quien dice que se ha encontrado en acopios a otras taxistas tan jóvenes como ella. “Por ahí vi a otra muchacha manejando carro, que tiene 21 años”, dejando en evidencia que las nuevas generaciones quieren ejercer el taxismo.

No está de paso

El anhelo de esta joven taxista es hacer una vida recorriendo las calles en su carro amarillo, ya que siente pasión por lo que hace, pese a las adversidades propias del oficio como las congestiones que contrastan con la tranquilidad que vivió hasta hace un año en la finca de sus padres en Entrerríos.

“Espero dedicarme a esto y más adelante hacer el esfuerzo para comprar mi propio carro, pagándolo con mi trabajo. Todo está en manos de como uno trabaje”, expresó.

Pero tampoco descarta volver a rodearse de vacas, caballos y todo tipo de animales con los que convivió durante toda su infancia y adolescencia, siempre pensando en estar al lado de su papá, quien es su ejemplo a seguir y le formó el carácter para asumir el desafío de recorrer las vías.

“Mi papá, aunque éramos las niñas de la casa, a mi hermana y a mí nos trató igual y nos llevaba a ordeñar las vacas y a trabajar en la finca. Quizá por eso es que no le tengo miedo a asumir desafíos, como el de venirme a Medellín a manejar taxi”, dijo.

Camila, con su juventud, busca mostrar una cara distinta de un gremio que ha sido criticado durante los últimos años, mostrando siempre su carisma y sencillez. “Si Dios quiere y me lo permite, por acá estaré mucho tiempo”, concluyó.

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