Cuando se les consulta a los directivos de las grandes empresas colombianas qué significa hacer parte del grupo que conforman unas 7.000 organizaciones, 0,5 % del tejido empresarial, según la clasificación del gobierno, sus respuestas apuntan a responsabilidad.
Y por eso se podría decir que las grandes empresas se perciben como una especie de hermanas mayores del aparato productivo del país, pues sus acciones no solo tienen un impacto significativo en la sociedad y en la institucionalidad, sino que son seguidas de cerca y emuladas por las micro, pequeñas y medianas.
“Ser una gran empresa implica, ante todo, una inmensa responsabilidad. Más allá de su dimensión y de la actividad productiva en que se desenvuelven, las compañías estamos llamadas a cumplir un rol fundamental como actor social y ciudadano corporativo: aportar al mejoramiento de las condiciones de vida de las personas que hacen parte de los territorios en que hacemos presencia”, expresa el presidente de Bancolombia, Juan Carlos Mora.
Estas organizaciones no se hicieron grandes de la noche a la mañana. Han transitado años acumulando experiencias y esfuerzos que les han permitido consolidarse en el mercado. Aportan, según Confecámaras, el 32 % del empleo formal en el país; y las 1.000 con mayores ingresos sumaron activos por 1.111 billones de pesos en 2019, superiores al PIB nacional —de 1.062 billones de pesos ese año—, de acuerdo con la Superintendencia de Sociedades.
“Las grandes empresas del país son consolidadas; es decir, llevan operando más de 10 años y, una proporción muy baja inicia sus operaciones clasificada como grande, lo que nos muestra que van expandiéndose en el tiempo y alcanzan este tamaño”, afirma el presidente de Confecámaras y del Consejo Gremial Nacional, Julián Domínguez Rivera.
Más que desarrollo económico
La insistencia en que su aporte al desarrollo económico no es su único sello es porque también se considera que otras empresas siguen su ejemplo, pues inspiran y son tractoras del tejido empresarial con sus prácticas de mercado y de comportamiento social. Las grandes empresas son las primeras llamadas a innovar, a introducir cambios tecnológicos y a desarrollar capacidades de talento humano.
Su tradición también las ha hecho constituirse en protagonistas del desarrollo histórico nacional. Una de estas es Postobón, de las más grandes con domicilio en Antioquia. “Desde 1904, Postobón es parte constitutiva de la vida de los colombianos por medio de una relación basada en la construcción de valor para toda la sociedad, donde ha sido gran dinamizador del mercado de bebidas, clave en la industria nacional al ser generador de empleo y promotor de una cadena de abastecimiento en la que participan múltiples sectores y actores”, destaca la organización.
“La gran empresa es una gran formadora de talento humano, en la incorporación de alta tecnología en el país y de alto valor en la generación de nuevos conocimientos. Hay sectores como la banca o el financiero que tienen un estándar mundial, y eso es gracias a estas empresas. En la industria de alimentos pasa igual, con organizaciones como Nutresa o Luker. Estas incorporan en Colombia el más alto nivel de desarrollo tecnológico y de talento humano a nivel global, lo que va creando unas grandes capacidades nacionales”, explica la presidenta ejecutiva de Proantioquia, Azucena Restrepo Herrera.
Asimismo, el presidente de Confecámaras y el Consejo Gremial Nacional considera que este tipo de organizaciones suelen ser más productivas y tienen mayores probabilidades de exportar y adoptar estándares internacionales de calidad. “Por lo general, pagan salarios más competitivos y proporcionan un empleo con mayores niveles de estabilidad y mejor gestión del talento humano”, asegura.
Las grandes en cifras
Ese apelativo de gran empresa no es un invento para mostrar que son poderosas. Se clasifican así, y según una modificación reciente a la legislación que realizó el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, a aquellas organizaciones con ingresos superiores a los 60.000 millones de pesos, en el sector de la manufactura; $75.000 millones, en el de comercio, y $17.000 millones en el de servicios, lo que permite establecer políticas diferenciadas, como impuestos y exenciones tributarias.
De acuerdo con el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, a partir de esa nueva forma de establecer el tamaño de las empresas, que rige desde finales de 2019, el Gobierno Nacional cuanta hoy con una información más acertada sobre sus actividades.
“Las empresas grandes, de manera individual, generan más de 250 empleos formales y sus ingresos por actividades ordinarias anuales son más de $60.000 millones, especialmente en el caso de las manufacturas. La actividad de estas empresas aporta el 60 % del PIB del país, el 32 % del empleo formal y sus actividades económicas son variadas. En particular, se podría destacar la mayor participación en manufacturas, actividades inmobiliarias y de banca, construcción, mercado de valores, hospitales y clínicas”, destaca Domínguez.
Además de contar con activos superiores al PIB del país, el más reciente informe de las 1.000 empresas más grandes en Colombia, de la Superintendencia de Sociedades, que se realizó con corte a 2019, destaca que sumaron ingresos por 794 billones de pesos, con un crecimiento del 10,2 %. Para ese período, las utilidades fueron de 69 billones de pesos.
En el reporte mencionado también se destaca su concentración en Bogotá y Cundinamarca, donde están 535 de las 1.000 empresas; y en Antioquia, en donde tienen domicilio 181 de ellas. Los activos de las que residen en estas dos regiones suman 911 billones de pesos y un patrimonio de 356 billones de pesos.
Tanto por sus aportes en impuestos como por sus actividades empresariales, a las grandes empresas se les consideran indispensables para el crecimiento de la economía. “El sector empresarial colombiano en su conjunto aporta el 38,8 % del Presupuesto General de la Nación, el 82 % del PIB y el 71,6 % del empleo, cifras en las que las grandes empresas son determinantes”, asegura Domínguez.
Pese al impacto que generan sobre el PIB nacional, se estima que son un grupo relativamente pequeño, si se tienen en cuenta la cantidad de grandes empresas que hay en otros países de la región.
“Colombia, en general, no es un país con un gran número de empresas grandes como sí es el caso de otras economías comparables como México, Chile, Argentina o Brasil. El promedio de las empresas colombianas, incluso las agremiadas en la Andi, es ser empresas medianas, y si se comparan a nivel mundial serían medianas–pequeñas”, explica Mac Master.
Desafíos más importantes
Pero tener un mayor tamaño no les permite quedarse quietas. Las grandes empresas se mueven en una economía global que se ha tornado inestable, se les pide trabajar por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se les reclama ser protagonistas en las soluciones de problemas sociales como el desempleo y la inequidad, y están alerta sobre cómo se garantizará la reactivación económica por parte del Estado, que aún es incierta por la pandemia generada por la covid-19. Eso quiere decir que tienen en frente desafíos tan grandes como ellas, los cuales, en conjunto con los gremios y organizaciones que las representan, vienen enfrentando.
Por ejemplo, la aceleración de la transformación digital. Ese fenómeno que se ha llamado la Cuarta Revolución Industrial les está exigiendo agilidad en su capacidad de innovar e incorporar nueva tecnología, datos y el comercio electrónico. “A medida en que transitan hacia la transformación digital deben pensar cómo adaptan sus plantas de personal, su cultura organizacional y cómo se cierran las brechas de competencias entre lo que hoy son y lo que se requiere en los trabajos del futuro”, explica el profesor Johnny Orejuela, coordinador de la Maestría en Piscología del Trabajo y las Organizaciones de la Universidad Eafit.
El académico también llama la atención sobre la importancia de cuidar su reputación, tanto para las empresas públicas como para las privadas, que cada vez están más vigiladas, porque los consumidores de hoy se informan mejor sobre las prácticas organizacionales que promueven la sostenibilidad social y ambiental, y de ello depende que adquieran sus productos o servicios.
De acuerdo con Proantioquia, sobre esos desafíos están muy conscientes los directivos organizacionales. “Las empresas no están leyendo solamente las tendencias de mercado. La gente a veces cree que solo están concentradas en la creación de valor económico, pero actualmente se están haciendo monitoreos permanentes sobre asuntos como la desigualdad, las economías regenerativas (no es solo la economía de la conservación), las economías de la inclusión en temas de género y de educación y el capitalismo consciente”, explica Restrepo Herrera. La directiva considera que si se quiere que la sociedad reconozca este trabajo, se debe promover una mejor conversación pública.
Bancolombia, que reconoce la necesidad de que el sector privado recupere la confianza de sus grupos de interés asumiendo prácticas de sostenibilidad social y ambiental, asume dichos retos por medio de tres compromisos estratégicos: “Fortalecer la competitividad del tejido productivo a través del agro, la reconversión tecnológica, las pymes y emprendimientos. Otro más es participar de la construcción de ciudades y comunidades más sostenibles por medio de la movilidad baja en emisiones, el acceso a la vivienda y una economía baja en carbono. Finalmente, tenemos la tarea de fomentar la inclusión financiera con énfasis en la educación financiera, el acceso al primer crédito y el emprendimiento femenino”, específica el presidente Mora.
En la actualidad, también se les invita para que promuevan un comercio justo. Este año deben empezar a mejorar su relacionamiento con los proveedores, por medio de la Ley de Pago en Plazos Justos, que empezó a regir el primero de enero. Esta les exige agilizar los pagos de facturas a empresas de menor tamaño, para que las largas esperas no amenacen su estabilidad.
El presidente de la Andi destaca el trabajo en programas de diversa índole, que desarrollan con sus asociados; tales como: la Estrategia de Competitividad Inclusiva, que busca vincular personas más vulnerables a la cadena de valor; la asesoría para la estructuración y gestión de proyectos sociales; la campaña Unidos Somos Más País, para apoyar a la población más afectada por la pandemia; el Grupo Retorna, que consiste en estructurar sistemas de recolección de residuos con mayor impacto en los ecosistemas; Visión 30/30, que promueve la economía circular y en el que participan 200 empresas; entre otros.
“Finalmente, dentro de la estrategia de la Andi a 2025 promovemos el posicionamiento de las empresas como generadoras de progreso en las regiones y como protagonistas en la búsqueda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, asegura Mac Master.
Esas demandas que se les hacen a las grandes empresas, también son motivo para que se inste al gobierno a desarrollar más políticas que las mantengan