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Se trata de entender nuestro rol en la humanidad, de comprender ese compromiso que tenemos con los otros, como alguna vez dijo el
Papa Francisco.
Por Caty Rengifo Botero - JuntasSomosMasMed@gmail.com
Recientemente en uno de los clubes de lectura que participo estuvimos leyendo el último libro de Yuval Noah Harari, Nexus. Como es normal en un club con más de 300 mujeres y una trayectoria de ya casi 4 años leyendo juntas, las opiniones a favor y en contra del libro no se hicieron esperar. La conversación sobre el libro se caracterizó por el especial énfasis que el autor hacía en la importancia de la comunicación y cómo el lenguaje ha sido el factor decisivo en el desarrollo de nuestras sociedades. Para mí, que soy una defensora de la comunicación como mecanismo de unión, la discusión fue apasionante. Sin embargo, el miedo que logré identificar en muchas de las intervenciones me ha llevado a cuestionarme, sobre el rol que tenemos en un mundo hiperconectado, en donde la comunicación es inmediata y las consecuencias de las fallas de comunicación impactan más rápido que nunca a las poblaciones.
En medio de mis reflexiones, recordé la intervención de Ava DuVernay en el Hay Festival en Cartagena, cuando le preguntaron sobre qué pensaba hacer ella frente a los cambios que atravesaba su país en ese momento. ¿Cuál creía ella qué debía ser su rol como mujer, como directora de cine afrodescendiente, frente a los recientes hechos en su país? El silencio inundó la sala y con la delicadeza de quien tiene claro el camino, ella dijo: Seguir siendo esperanza, la esperanza no se puede perder.
Y llegó el 21 de abril, la noticia de la muerte del Papa Francisco, mucho se puede decir de lo que Jorge Mario Bergoglio, quiso enseñarnos. Fueron muchas las frases que nos acompañaron y múltiples las enseñanzas que sembró en esta tierra. Yo por mi parte a raíz de mi conversación interna sobre el rol que tenemos en esta polarización quiero quedarme con una en especial. Una frase que lo caracterizó desde el principio, una frase que entiendo como la responsabilidad que tenemos como seres humanos en el mundo: “La esperanza no defrauda. ¡El optimismo defrauda, la esperanza no!”.
Hans Rosling en su libro Factfulness, nos indica que estamos en la que quizás es la mejor era del ser humano, en donde más necesidades están satisfechas, donde menos personas mueren de hambre y donde más “bienestar” tenemos. Sin embargo, el mensaje del Papa unido a las palabras de Rosling y las de Ava me dicen: No se trata de ser optimista y ver en las nuevas tecnologías la piedra filosofal, la fuente de la eterna juventud o la solución a todos nuestros problemas. No, eso es optimismo tóxico y eso defrauda. Se trata de entender nuestro rol en la humanidad, de comprender ese compromiso que tenemos con los otros, como alguna vez dijo el Papa Francisco, se trata de compartir la desesperación de quienes nos rodean, entender lo que sienten y por medio de la compasión generar una esperanza colectiva que nos movilice como humanidad. En el tiempo de la Inteligencia Artificial, se hace necesario que la esperanza de la inteligencia emocional llene los espacios que habitamos.