La muerte de la reina Isabel II, este jueves en Balmoral, Escocia, se suma a una serie de hechos que tienen a Inglaterra y al Reino Unido sumida en una crisis económica y política.
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Liz Truss, la nueva primer ministra del Reino Unido, llegó al cargo tras la estrepitosa salida de Boris Johnson.
La muerte de la reina Isabel II, este jueves en Balmoral, Escocia, se suma a una serie de hechos que tienen a Inglaterra y al Reino Unido sumida en una crisis económica y política.
Su primera ministra, Liz Truss solo lleva dos días en el cargo y llegó en reemplazo del controvertido Boris Johnson, que ya acumulaba demasiados escándalos en su administración.
El último de ellos se debió a que Chris Pincher, vicejefe de su bancada en el Parlamento, había renunciado después de señalamientos de tocar inapropiadamente a dos hombres en una fiesta. Fue la gota que derramó la copa e hizo insostenible la continuidad de Johnson al frente del Gobierno.
A esto se suma la tensa situación geopolítica que atraviesan el Reino Unido y Europa por cuenta de la invasión de Rusia a Ucrania.
Esto puede propiciar una crisis energética en el Viejo Continente. De hecho, Truss anunció este jueves la congelación temporal de las facturas energéticas de los consumidores, con un tope anual de 2.500 libras (2.874 euros) durante un periodo de dos años a partir del 1 de octubre.
En una intervención ante la Cámara de los Comunes (Baja), la nueva jefa del Ejecutivo dijo que su nuevo plan energético dará “certeza” a los ciudadanos e “impulsará el crecimiento” económico.
Truss, que el pasado martes asumió las riendas del Gobierno británico tras la dimisión de Boris Johnson, detalló estas medidas a fin de contrarrestar el efecto del notable aumento en los precios de la energía y su impacto en los ciudadanos, dado que estaba previsto que las facturas sufrieran un incremento del 80% desde este octubre.