Con el fuego casi sobre el techo de su vivienda y arrasando con los árboles y las casas de Lahaina, en Hawai, a Santiago Vélez solo se le ocurrió correr hasta su carro y emprender la huida sin saber a dónde. Se montaron su pareja y unos amigos, y otros que pudieron, mientras a través de las ventanas del carro veían a todos los que se quedaron atrapados por el fuego que se propagaba por las calles de la isla, azuzado por los árboles y las ramas caídas que dejó el paso del huracán Dora.
La tragedia empezó desde el martes a las 6:00 de la mañana, cuando se quedaron sin energía y aún no se había prendido la montaña, “pero como no habían anunciado huracán pues la gente no le prestó mucha atención. Como a las 3:30 de la tarde comenzó a prenderse el cerro y fue descendiendo y llegó a las casas. El viento comenzó más fuerte y tumbó techos, los árboles se desprendieron desde la raíz y todo fue un caos”, narró el colombiano Santiago a EL COLOMBIANO.
Mientras recorrían las calles buscando un refugio seguro, las imágenes de las personas corriendo hacia el mar para resguardarse de las llamas se repetían como si se tratara del mismo Apocalipsis, y Lahaina, una población con 13.216 habitantes quedó desolada, devastada y con todos sus habitantes refugiados en coliseos y canchas de baloncesto de colegios y escuelas.
En las calles solo se ven los vehículos calcinados, y desde el aire, el verdor de las palmeras y el azul del océano quedó reducido a un manto gris de ceniza y hollín sumado a las columnas de humo que le daban el aspecto a Lahaina de un caldero en pleno hervor.
“Esto fue muy duro, nunca había pasado así. Muchas personas quedaron atrapadas, muchas personas perdieron la vida, vimos quemadas las casas, los vehículos y hasta niños perdidos. Yo por ejemplo quedé solo con lo que tengo puesto y los documentos colombianos los perdí, estoy sin identificación porque no alcancé a sacarlos”, cuenta Santiago desde la cancha que ahora le sirve de refugio.
La gente está ayudando
Ana Lucía Ramírez es una profesora colombiana que también está en Hawái. A diferencia de Santiago, a Ana las llamas no la afectaron porque ella vive más al norte, pero en su corazón siente la tragedia como propia, así que decidió ir a ayudar a las víctimas.
Fue hasta el War Memorial Gymnasium, donde están albergadas 2.000 personas dentro de la cancha, pero afuera hay otras mil durmiendo en colchonetas y camillas. Se fue a servir de traductora a turistas y habitantes que hablan solo español y que por su limitado inglés no sabían decir bien las dolencias que les dejó el incendio y los vientos de Dora. “Mucha gente está ayudando con comida, agua y frazadas. Hay confusión y el gobierno está pidiendo a los viajeros que no vengan. El aeropuerto también está lleno de personas y United mandó un avión vacío para evacuar a la gente”, cuenta Ana.
Biden declaró la emergencia
Con el panorama desolador y apocalíptico, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, declaró en la tarde de este jueves la emergencia y catástrofe para la isla tras los incendios que según el censo hecho hasta la tarde de este jueves, dejaban 53 personas muertas.
“La acción del presidente pone fondos federales a disposición de los afectados en el condado de Maui”, expresó la Casa Blanca en un comunicado, lo que permitirá la entrega de fondos para las tareas de rescate y la reconstrucción de las localidades afectadas.
Desde el coliseo Ana Lucía agradeció que la lluvia llegó a la isla, pero dijo que no es suficiente para apagar las llamas y menguar una tragedia que dejó marcadas tantas vidas.