Una conmovedora escena se produjo en medio de los escombros que dejaron los terremotos de 7.8 y 7.5 grados en la escala de Richter que ocurrieron en la madrugada del lunes en la frontera entre Turquía y Siria.
En una toma que registró el fotógrafo Adem Atlan, de la agencia AFP, se ve a Mesut Hancer, un hombre de cerca de 50 años, aferrado a la mano de su hija que quedó bajo los escombros de la casa en la que vivían.
Irmak tenía 15 años y es una de las más de 11.200 víctimas que ha dejado, hasta el memento, el fuerte seísmo que hizo que los ojos del mundo se posaran sobre Turquía y Siria. Solo en territorio turco se registran 6.900 decesos.
La joven, que dormía en el momento en el que ocurrió el terremoto, quedó recostada en su cama y atrapada en los escombros de su habitación. Hancer lleva más de un día sentado al lado del cuerpo de su hija, a quien los rescatistas encontraron luego de levantar las ruinas del edificio que habitaban.
Hancer vivía con su familia en la región de kahramanmara, una de las más grandes de Turquía, pues tiene una extensión de más de 909 kilómetros y va desde el mar mediterráneo hasta la frontera entre el país otomano y Siria.
En la fotografía, Mesut Hancer se ve con la mirada perdida en el horizonte. Tenía una chaqueta de color naranja, pantalón azul y botas color café, que estaban sucias por el barro que se generó cuando el polvo de los escombros se juntó con la lluvia que cayó en Turquía en las horas posteriores al terremoto.
El hombre se mantuvo pegado a la mano de su hija siempre, sin importar las condiciones del clima ni la difícil situación por la que estaba pasando tras la perdida.