La guerra entre Hezbolá e Israel está reavivando las profundas divisiones en Líbano. Las tensiones no son nuevas, pero el conflicto puso de nuevo sobre la mesa el rol de Hezbolá, el partido y milicia más poderosa del país, en un panorama político ya de por sí complejo.
Aunque algunos sectores del país se opusieron tradicionalmente a Hezbolá, considerándolo un brazo de Irán que decide sobre la paz y la guerra en Líbano, otros ven en su poder militar un baluarte necesario para enfrentar las amenazas externas, principalmente las de Israel.
Esta postura se fortalece por el hecho de que el ejército libanés es relativamente débil y depende de la ayuda extranjera, lo que refuerza el apoyo de algunos al arsenal de Hezbolá.
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Grupos con diferentes afiliaciones religiosas respaldaron a Hezbolá en el pasado, creando alianzas que trascienden las líneas sectarias. Un ejemplo claro fue la alianza política entre Hezbolá y el Movimiento Patriótico Libre (MPL), el partido cristiano más grande del país hasta hace poco. Este pacto, que ofrecía apoyo mutuo, ayudó a Hezbolá a consolidar su poder en la escena política.
La principal razón por la que Hezbolá sigue siendo un actor tan influyente en Líbano radica en su capacidad militar. Desde la invasión israelí de 1982 hasta la retirada de las tropas israelíes en 2000, Hezbolá fue la única fuerza capaz de resistir de manera efectiva a Israel.
Para muchos libaneses, especialmente aquellos fuera de la base chiíta del partido, esta capacidad de combate es un factor crucial para su apoyo, aunque no compartan su ideología o políticas.
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Con la intensificación de los bombardeos israelíes en los últimos días, muchas de las divisiones internas comenzaron a desdibujarse. Sin embargo, hay quienes responsabilizan a Hezbolá por haber lanzado ataques contra Israel, acusando al partido de arrastrar al país a una crisis innecesaria, mientras que otros muestran solidaridad con las víctimas de los recientes ataques a miembros de la organización. Lo que sí es más evidente, es que los bombardeos, que afectaron tanto a combatientes como a civiles, han unido a muchos libaneses en su condena contra Israel.
El reciente ataque con explosivos a dispositivos de comunicación de Hezbolá, que dejó miles de heridos y muertos, generó una ola de indignación. Aunque Israel no admitió responsabilidad por las explosiones, muchos en Líbano atribuyen el ataque al país vecino.
Esto, sumado a los ataques aéreos en zonas como el sur del Líbano y el valle de Bekaa, ha desplazado a decenas de miles de personas y ha provocado la muerte de numerosos civiles, incluidos niños.
“Ha habido una solidaridad natural”, señaló Jamil Mouawad, profesor de ciencias políticas en la Universidad Americana de Beirut. “Incluso aquellos que se oponen a Hezbolá han expresado su rechazo a las atrocidades cometidas por Israel”, agregó.
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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, envió un mensaje directo al pueblo libanés, afirmando que “la guerra de Israel no es contra ustedes. Es contra Hezbolá”. Sin embargo, la creciente intervención militar israelí está generando una mayor cohesión interna en Líbano, incluso entre aquellos que suelen estar en desacuerdo con Hezbolá.
Este sentimiento antiisraelí generalizado ha llevado a que muchas voces, incluso aquellas críticas con Hezbolá, pidan una pausa en las divisiones ideológicas para hacer frente a lo que consideran una agresión externa.
La duración y el desenlace de este conflicto dependerán en gran medida del apoyo que Hezbolá pueda mantener dentro de Líbano. Aunque sus críticos continúan pidiendo su desarme, la capacidad del partido para resistir a Israel en el campo de batalla sigue siendo una de sus principales fortalezas.
En este contexto, la cuestión no solo es si Hezbolá puede continuar luchando contra Israel, sino también si podrá mantener su apoyo en una sociedad que está, una vez más, al borde de una crisis profunda.
Si bien, el conflicto entre el grupo chiíta e Israel puede estar subsanando algunas divisiones, es claro que Hezbolá no es un partido mayoritario y su actuar no es respaldado los libaneses.
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