Mediación de presidentes
De otro lado, los presidentes de Colombia, México y Brasil publicaron un comunicado expresando su intención de lograr un acuerdo político en Venezuela para garantizar la paz y la democracia. Insistieron en que es necesario que haya un conteo y publicación de las actas, a pesar de que los tres países se abstuvieron de votar en la OEA la resolución que concluía lo mismo que pidieron este jueves de manera grupal fuera del organismo multilateral.
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“Los gobiernos de Brasil, Colombia y México felicitamos y expresamos nuestra solidaridad con el pueblo venezolano que acudió masivamente a las urnas el 28 de julio para definir su propio futuro (...) Las controversias sobre el proceso electoral deben ser dirimidas por la vía institucional. El principio fundamental de la soberanía popular debe ser respetado mediante la verificación imparcial de los resultados”, señalaron los tres gobiernos, quienes se han mantenido siendo importantes aliados del régimen.
En el mismo comunicado le solicitaron a los actores políticos “ejercer la máxima cautela y contención de sus manifestaciones y eventos públicos con el fin de evitar una escalda de episodios violentos”, pero el tercer hecho relevante de la jornada fue el desconocimiento de esa solicitud.
El papel de EE.UU.
Y, finalmente, el cuarto hecho y quizás el más importante para la geopolítica, es que el Gobierno demócrata de Joe Biden y quien promovió las fallidas negociaciones de Barbados entre el régimen y la oposición, y liberó también a Álex Saab como un trofeo para Maduro, reconoció que Edmundo González ganó las elecciones explicando que hay evidencia suficiente para otorgarle una holgada mayoría al opositor.
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“En los días posteriores a las elecciones, hemos consultado ampliamente a socios y aliados de todo el mundo y, si bien los países han adoptado diferentes enfoques para responder, ninguno ha llegado a la conclusión de que Nicolás Maduro recibió la mayoría de los votos en estas elecciones (...) Dada la abrumadora evidencia, está claro para Estados Unidos y más importante aún, para el pueblo venezolano que Edmundo González Urrutia obtuvo la mayoría de los votos en las elecciones presidenciales de Venezuela del 28 de julio”.
Este comunicado fue publicado por el secretario de Estado Antony Blinken, en un momento en el que, además de Venezuela, el Gobierno americano tiene puestos sus ojos en Medio Oriente por las bajas del Ejército de Israel a importantes blancos de Hamás y Hezbollah en Medio Oriente. Lo que significa que el caso venezolano no es de ninguna manera menor ni poco relevante para las potencias del mundo.
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Lo que viene en los próximos días podría terminar de incrementar la enorme tensión política y social que se ha desatado en los últimos días tras el repentino triunfo de Maduro con el 51 %, cuando el mundo esperaba otros resultados dada la contundencia del fenómeno de María Corina Machado y la organización que llevó a la recopilación ciudadana de los conteos independientes, además de las encuestas de boca de urna como la de la respetada firma Edison que daba a Edmundo con un 64 % de los votos en el país.
La posición de Petro
La posición de Colombia terminó siendo ambigua en una jornada en la que es claro que el Gobierno, además de tener una frontera compartida de más de 2.000 kilómetros, tiene interés en darle estabilidad a la política de paz total del presidente Petro, que abarca varias mesas paralelas de las que Venezuela ha sido garante desde su papel en la firma del Acuerdo de paz con las Farc de 2016.
Aunque el martes temprano en la mañana Petro publicó un extenso trino pidiendo transparencia -luego de estar tres días en silencio sobre los resultados y las dudas alrededor del proceso electoral- la posición del Gobierno ante la Organización de Estados Americanos (OEA) fue blanda y poco congruente con la expresión del primer mandatario. Colombia, justamente junto a México y Brasil, se abstuvo de votar la resolución que pedía ordenarle al Gobierno de Maduro publicar las actas y la corroboración de sus resultados. La resolución se cayó porque necesitaba la mayoría absoluta, es decir, los votos de los tres países que se han mantenido como legitimadores de Maduro en el pasado.
Petro explicó este jueves que la posición de Colombia obedece a que al no ser parte Venezuela de la OEA, consideran que ese no es el escenario para dirimir el conflicto. Esto mismo no opina la internacionalista experta en diplomacia Sandra Borda, quien dijo que “el proyecto de resolución que se votó en la OEA iba exactamente por la misma línea de las declaraciones recientes del Gobierno colombiano, luego es incomprensible su abstención en esa votación. Cuando se recurra al trillado lugar de que las organizaciones internacionales están en crisis y no sirven, hay que intentar ir más allá del cliché y examinar con cuidado las causas y los causantes”, dijo.
Otros analistas fueron más deferentes con el Gobierno y explicaron que Colombia no podría tener una posición vehemente en la línea la de EE.UU. porque no solo están los asuntos de la frontera en riesgo, sino otros hechos recientes como la crisis coyuntural sobre el gas, en la que, de acuerdo con los cálculos de Naturgas, Colombia terminó su autosuficiencia y tendrá que importar por primera vez en la historia a partir del próximo año. Venezuela podría ser un posible proveedor, pero, además, está la necesidad de lograr una solución conjunta al problema de la emigración sin control y sin acceso a derechos de millones de ciudadanos venezolanos que no están logrando obtener servicios fundamentales en los países a los que llegan, principalmente Colombia.
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Petro también se está jugando parte de su capital político suficientemente afectado en Colombia por los asuntos internos de grandes escándalos de corrupción como el de la UNGRD o el de su hijo Nicolás. Petro ahora está frente a la responsabilidad diplomática de mantener las formas con el régimen (al que ha visitado por lo menos cinco veces en los últimos dos años) o jugársela por la defensa de la democracia ante un fraude que no solo se hace evidente cada vez más, sino peligroso para la paz y la protección de los derechos ciudadanos de quienes legítimamente dicen haber ganado las elecciones; ese es justamente es el discurso político de Petro durante toda su carrera.
Las negociaciones serán claves y definirán el futuro del país que el domingo pasado votó, según análisis independientes, para acabar con el modelo autócrata de Maduro.