La caída de Muamar el Gadafi deja las riendas de Libia en manos del Consejo Nacional de Transición (CNT), que, lejos de cantar victoria, enfrentará la titánica tarea de recuperar la estabilidad social y política en el país árabe.
Los retos no son pocos ni fáciles. En primer lugar, el gobierno de transición deberá mantener la cohesión entre los diversos sectores y grupos étnicos que lo conforman, y que veían en el dictador a un enemigo común que justificaba la unidad.
Por ello, el principal temor expresado por expertos internacionales es el posible enfrentamiento por el poder que se avecina en Libia, en caso de que no se logre que todos los clanes se sientan representados en el nuevo Ejecutivo.
David Gibbs, docente de Ciencias Políticas en la Universidad de Arizona, explicó que en Libia existen cerca de cien clanes identificables, y que la división entre el Islam y el secularismo hace que la diversidad de ideologías dificulte el consenso de todas las partes.
"Hay una posibilidad muy real de que los clanes se enfrenten unos a otros y generen un clima de inestabilidad política", indicó.
La política tribal en Libia evolucionó de la mano de la violenta historia moderna del país, especialmente durante la colonización italiana (ocurrida entre 1912-1943) en la que muchos ancianos advirtieron de los peligros de una autoridad central.
Gadafi obtuvo la cooperación de las tribus a través de exenciones del pago de impuestos, alianzas matrimoniales, privilegios económicos y el uso de la fuerza.
El futuro de los gadafistas
La incertidumbre que generó la caída del dictador obedece también a la preocupación por aquellos que lo apoyaban, cuyos derechos fundamentales podrían verse violentados por una posible ola de violencia y venganza contra los vestigios del antiguo régimen.
Sin embargo, para Luis Guillermo Patiño, docente de la maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Pontificia Bolivariana, la crítica situación de los gadafistas se extiende al campo político, en el que es poco probable que sean escuchados por el nuevo poder.
"Yo creo que no tendrán participación, pues ya les habían dado la oportunidad de entregar el poder de manera concertada. Por el contrario, el CNT se concentrará en capturar a quienes hicieron parte del gobierno de Gadafi.", manifestó.
En relación con su familia, de los ocho hijos biológicos de Gadafi, tres murieron (Mutassim, Jamis y Saif Al Arab), cuatro escaparon a Níger y Argelia (Saadi, Mohamed, Aisha y Hanibal) y el paradero de su virtual sucesor, Saif el Islam, se desconoce.
Petróleo y democracia
En el camino de la democracia en Libia existen otros obstáculos que exigen mucha habilidad del gobierno de transición para dosificar la intervención de los países occidentales.
El primero de ellos es la poca tradición que existe en Libia de pluralismo y democracia, que se contrapone al hecho de que Occidente espera, según Patiño, contemplar una Libia con instituciones parecidas a las europeas.
"Pero los últimos sucesos en el mundo árabe demostraron que no es posible tener en estos países democracias de este tipo", advirtió el experto.
Otro factor que medirá el pulso a quienes están ahora a cargo del país es la garantía de que todos los sectores disfruten los beneficios de la explotación del petróleo, una probabilidad lejana según analistas.
Para Patiño, y a pesar de que la Otan anunció ayer que analizará hoy el fin de su intervención en Libia, es probable que algunos estados promuevan conflictos internos para dominar recursos estratégicos como el petróleo.
"Lo que pase en las siguientes semanas será determinante para evitar nuevas guerras en esa zona que, geográficamente, es ambicionada por la mayoría de los países occidentales", concluyó.
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