Simpáticos, alegres, entradores, cómicos, sinceros, habladores, recursivos, trabajadores, madrugadores, arriesgados, cariñosos, piadosos, aventureros, enamorados, detallistas, y tres millones de cualidades más que Dios nos dio a los paisas y a nadie más. Porque hasta mi Dios tiene algo de antioqueño, dijo Héctor Ochoa en su canción “Muy antioqueño” y le creímos. Nuestras cualidades las pregonamos a gritos por el mundo entero y llegamos a hablar de la “raza”.
Está muy bien que nos sintamos el non plus ultra de la humanidad porque la autoestima es buena para no perecer, pero de vez en cuando es bueno que pensemos también en nuestros defecticos, así con diminutivo, para que nadie se ofenda.
Por ejemplo, poseemos un desmesurado amor al dinero. Desde tiempos inmemoriales. “Consiga plata honestamente mijo, y si no puede, consiga plata”, aconsejaban los bisabuelos. La mamá solía decir: “La plata no lo es todo en la vida, pero quita los nervios…”. Pero convertir el dinero en Dios... es otra cosa. Mamá, el dinero es estiércol del demonio, le dijo un hijo a la mamá. ¿Sí mijo? Pero qué bueno un diablito con diarrea, contestó ella. El amor desmesurado al dinero nos ha traído tantos problemas... Es de pronto la secuela más grave del narcotráfico en Medellín... Con razón hace días decía un cartel en la Avenida Oriental: “Era tan pobre que lo único que tenía era dinero”.
Además, somos exagerados: Mijo, te he dicho cien millones de veces que no seas exagerado, cuándo vas a aprender. Desde Cosiaca hasta Álvaro Uribe y Ñito Restrepo y Diego Calle . Un antioqueño va a pie desde Guarne hasta el Japón.
Pero uno de los defecticos más preocupantes es el de ser tan “avispaos”. Por avispaos nos colamos en las filas, por eso nos metemos por un lado en los tacos. Hace poco tuve que ir a una oficina pública y mi sorpresa fue que la fila que yo hacía, en vez de avanzar, retrocedía. Todo el mundo se colaba. Cuando le reclamé al guardia que estaba cerca me dijo que él no había visto nada. Los paisas somos muy “vivos”.
Somos avispaos si en vez de poner materiales nuevos en la construcción los metemos de segunda. Somos avispaos si le cambiamos el repuesto al carro, en el taller, por uno de segunda y lo cobramos como nuevo. Somos avispaos si cobramos tres o más veces el valor real de un artículo. Somos avispaos si no trabajamos lo suficiente y hacemos creer lo contrario. Somos avispaos si tumbamos al otro con chismes y calumnias para montarnos nosotros. Somos avispaos si no pagamos lo justo. Somos avispaos si echamos gente con experiencia para contratar recién egresados que son más baratos. Somos avispaos si robamos sin que se den cuenta. Somos avispaos si compramos el repuesto que nos robaron del carro en los almacenes o calles de los reducidores. Nos encanta el dicho ese: “el vivo vive del bobo...”. Menos avispaos y más ética y nos iría mejor….
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