En su tradicional programa Aló Presidente, el comandante Chávez por primera vez les ha dicho de manera pública y directa a las Farc que "la guerra de guerrillas pasó a la historia"; les demandó, también, la liberación de todos los secuestrados "a cambio de nada", y según sus propias palabras, "que sea un acto humanitario unilateral". Al respecto, nos podríamos preguntar: ¿qué indujo al comandante -presidente a cambiar de actitud en forma tan brusca y novedosa? Podríamos pensar que, por fin, soplan vientos renovados en los recalcitrantes postulados de la revolución bolivariana, desde el palacio de Miraflores.
Sin embargo, la verdad es tozuda y nos ubica de inmediato en la memoria reciente, cuando veíamos la imagen de quien hoy descalifica la lucha armada de las Farc, avalando en el recinto de la Honorable Asamblea Nacional de su país el proyecto político revolucionario e, incluso, pidiendo reconocer la beligerancia para este actor antidemocrático. Esto nos lleva a pensar que existe algo más de fondo, fuera de la buena fe o de la inusitada conversión ideológica del comandante Chávez, lo cual no es creíble, porque de eso tan bueno no se da todos los días, y menos, conociendo de quien proviene.
Más allá del cambio de actitud del comandante Chávez frente a las Farc, que desearíamos fuera cierto y tuviera un impacto positivo, podríamos visualizar como trasfondo de este andamiaje especulativo y mediático, una sutil cortina de humo para encubrir la verdadera intención de fondo de esta coyuntura que podría ser, darle un compás de espera a la nueva jefatura de las Farc en su proceso de posicionamiento interno, generar nuevas expectativas sobre posibles liberaciones, crear unas condiciones políticas favorables para Cano y respaldar, así, la toma de su primera y fundamental decisión como "comandante en jefe": liberar a los civiles secuestrados, los llamados canjeables, incluida la joya más preciada, Íngrid Betancourt.
Ésta sería una decisión catalogada de avanzada, nunca antes vista en tiempos recientes, que además de posicionar al nuevo secretariado de tendencia bolivariana en la mayoría de sus integrantes, devolvería al centro del debate político y a la agenda pública nacional a las Farc.
Si esta hipótesis llegara a ser cierta, y sin pretender sobrepasar el umbral de la especulación que inevitablemente la acompaña, nos encontraríamos ante un escenario político-humanitario renovado, se presentaría la liberación total o quizás a cuentagotas de los civiles canjeables, y no hay duda, permanecerían en cautiverio los soldados y policías, para negociar con el Gobierno un acuerdo humanitario que logre su liberación en el futuro.
Las Farc, por medio de terceros, buscarían que el Gobierno cediera en sus inamovibles; el grupo de civiles liberados, Ingrid, Luis Eladio? convertirían el logro de este acuerdo final en un proyecto bandera de connotación nacional e internacional para concitar voluntades y unidad nacional.
No hay duda de que los liberados ejercerán una presión transitiva hacia el Gobierno, en especial por la actual coyuntura, cuando el presidente Uribe no ha manifestado públicamente si va a aceptar, o no, la segunda reelección.
Venezuela y Ecuador aparecerán con mayores bríos en el ajedrez humanitario e indudablemente se podría plantear: ¿Este pulso político-humanitario estará presente en la contienda electoral de 2010? ¿Será este punto de inflexión humanitario el inicio de unas nuevas Farc postmarulanda? Sólo el tiempo tiene la última palabra, y tal vez, el comandante Chávez.
* Mayor General (r), Ejército Nacional
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6