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Hay joyas que cuentan historias que van más allá del lujo (y también apoyan causas)

Además del rescate de la tradición artesanal, joyeros buscan apoyar causas sociales y dar un mensaje.

  • Inspirados en Chiribiquete cada joyero creó piezas, Esta la propuesta de Helena Aguilar de Espacio de Joyería. FOTO cortesía
    Inspirados en Chiribiquete cada joyero creó piezas, Esta la propuesta de Helena Aguilar de Espacio de Joyería. FOTO cortesía
  • Detalle de las piezas de Sandra Roldán, una mezcla de crochet, macramé, bolillo, filagrana, costura, hilos en plata, en oro e hilos de coser. FOTO Cortesía
    Detalle de las piezas de Sandra Roldán, una mezcla de crochet, macramé, bolillo, filagrana, costura, hilos en plata, en oro e hilos de coser. FOTO Cortesía
  • Detalle de los famosos pescados de filigrana momposina. FOTO Cortesía Hilada.
    Detalle de los famosos pescados de filigrana momposina. FOTO Cortesía Hilada.
15 de diciembre de 2020
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Hay unos pescaditos de oro que marcaron la vida del coronel Aureliano Buendía en Cien años de soledad. Gabriel García Márquez relató en la novela cómo esas piezas sirvieron de sustento y luego se convirtieron en una forma improductiva de pasar el tiempo cuando el coronel, al terminar cada una la derretía para volver a empezar.

Esos famosos pescados “que existían antes de Cien años de soledad, pero cuyo origen es incierto”, según Artesanías de Colombia, son piezas representativas de la filigrana momposina. “Cada uno se compone de más de 15 piezas individuales y requieren un laminador especial para brindar la textura de escamas”, explicaron en el documento Memorias de oficio.

Un relato que remarca Domingo Escorcia, de Hilada Filigrana Momposina, para ejemplificar que más que una joya, esta es una pieza de su región que cuenta una historia y que se une a esta tradición. “Es algo que nos identifica, sentimos orgullo y convirtió a la ciudad en una meca de este arte en Colombia”.

Conocimiento ancestral

Para Catalina Echeverry, creadora de Pilú Joyería, los joyeros, desde su trabajo diario, perciben que hay un interés por “reconectarnos, conocer un poco más de lo que hay detrás del oficio, (como esas historias de filigrana) sentimos esa necesidad de desconectarnos de lo banal para acoplarnos con el origen, de rescatar las tradiciones ancestrales”.

En esa conexión, la diseñadora Sandra Roldán, quien participó con un proyecto de joyería en la obra artística El árbol de magnolio, con una técnica que mezcla tejido, bordado y filigrana, considera que hay saberes que si no se trasmiten, pueden desaparecer. “Estamos con la última generación que trabaja por ejemplo con la técnica de hilos (una mezcla de crochet, macramé, bolillo, filagrana, costura, hilos en plata) que yo uso en mis piezas”, un tema que le preocupa y que puede pasar con otros métodos.

Artesanías de Colombia lo trasmite en el Panorama Artesanal Ilustrado que se construyó el año anterior entrevistando a más de 30.000 artesanos del país. “Somos un 63 % de artesanos entre los 30 y los 60 años y un 23 % de más de 60. Parece que los jóvenes se alejan del oficio, y por eso deberíamos tomar acciones que protejan y reproduzcan nuestro legado artesanal”. Esa preocupación no es ajena al gremio y añade Echeverry que paralelamente hay expresiones artesanales que se conectan de otra manera.

Detalle de las piezas de Sandra Roldán, una mezcla de crochet, macramé, bolillo, filagrana, costura, hilos en plata, en oro e hilos de coser. FOTO Cortesía
Detalle de las piezas de Sandra Roldán, una mezcla de crochet, macramé, bolillo, filagrana, costura, hilos en plata, en oro e hilos de coser. FOTO Cortesía

Un ejemplo es el de la reconocida joyera bogotana Paula Mendoza, quien es cofundadora y directora creativa de la iniciativa Looking for the Masters (Buscando a los maestros), el plan para trabajar con artesanos y comunidades indígenas para preservar la historia precolombina y darle visibilidad internacional.

Para Echeverry, “es una realidad que la industrialización se marca muy fuerte con las maquinas 3D, los procesos en serie, pero por otro lado siento que los joyeros estamos explorando el origen”.

Más que lujo

Parte de esa exploración se ve en el trabajo de 14 joyeros artesanos y el proyecto “Chiribiquete, ventana a un mundo sagrado”, liderado por Helena Aguilar, desde su taller Espacio de Joyería, en el que se leyó el libro Chiribiquete, la Maloka Cósmica de los hombres Jaguar de Carlos Castaño Uribe y se generaron varias propuestas. “Al final cada quien le da el tono que quiera a ese hacer manual orfebre que es la joyería, uno lo puede hacer netamente comercial, usarlo como su medio de expresión o con lo que en este caso nos conectó con Chiribiquete”.

De una idea comercial salió un componente social (ver Radiografía), pero en ocasiones será arte, como en el caso de Roldán y sus piezas para El árbol de Magnolio: “Hay una con 2.400 cristales bordados. No son accesorios ni bisutería, son obras de arte”, y esa es otra forma de verlo. “La pandemia ha sensibilizado más a la gente en darle valor a eso a lo que no se lo estaba dando”.

Así que una joya no es solo un ornamento. Es un todo. Concluye Echeverry: “Somos un medio para multiplicar otra voz, lejos de lo frívolo y con más corazón y alma”.

$!Detalle de los famosos pescados de filigrana momposina. FOTO Cortesía Hilada.
Detalle de los famosos pescados de filigrana momposina. FOTO Cortesía Hilada.
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