Casi 30 años han pasado ya desde que Fray Jorge Botero inició su vínculo con la Universidad de San Buenaventura. Primero en 1990, en Bogotá, cuando estudió Filosofía y Licenciatura en Teología y luego en 1994 como docente. Desde entonces ha participado en diferentes procesos de la institución, trabajando en todas sus sedes a nivel nacional y desempeñando cargos de secretariado en los últimos años.
Hoy cumple con orgullo su nuevo rol como rector de la institución para la seccional Medellín, puesto que asumió en propiedad desde el pasado 31 de julio y en el que, hasta la fecha, dice sentirse cómodo y tranquilo a pesar de la gran responsabilidad que conlleva.
Nació en el municipio de Riofrío, Valle del Cauca, pero se crió en Tuluá; misma localidad donde cursó sus estudios de bachillerato en el Colegio San Francisco de Asís. La influencia católica de su familia lo llevó a descubrir la vocación a la vida religiosa desde temprana edad: a los siete años ya era acólito en parroquias y servía en las celebraciones eucarísticas.
Es especialista en Gerencia Educativa y magíster en Alta Dirección de Servicios Educativos. También estudió en Roma, Italia. Se especializó en Teología con orientación a la vida religiosa; concretamente al carisma franciscano. Esa oportunidad de estudiar en tierras europeas, afirma, le dio la posibilidad de profundizar en la espiritualidad franciscana.
Al formarse en ese ambiente entendió que lo fundamental en la vida es el servicio a los demás. Ese pensamiento lo llevó a dedicar su vida a ello y hasta ahora lo ha cumplido.
Nuevo periodo en Antioquia
Al preguntarle cómo recibió la noticia de trabajar en Medellín, admitió que sintió preocupación por el tamaño de la responsabilidad que le confiaron. “Cuando se me hace la propuesta de trabajar en Medellín como rector me asusté y me preocupé porque no es fácil asumir esta responsabilidad, pero cuando a uno le proponen esto es porque han visto capacidades, entonces podemos enfrentarlo”, sostuvo.
No obstante ya había trabajado en Antioquia como rector en el colegio Fray Rafael de la Serna y en el seminario franciscano de San Pablo en Itagüí, del cual él mismo también hizo parte como estudiante años atrás.
“Definitivamente los antioqueños son una raza muy pujante. Siempre han dicho que son echados pa’lante y en medio de las dificultades he descubierto que lo son”, comentó.
Durante esta nueva etapa asegura que no ha sido fácil el empalme porque son muchos frentes que cubrir. La Universidad de San Buenaventura Medellín no comprende solo las instalaciones de San Benito (ubicadas en el centro de la ciudad), es también el otro campus universitario ubicado en el municipio de Bello y ahora un nuevo espacio en el centro comercial Los Molinos, donde se aloja en el piso 20 el centro de formación avanzada que atiende a cerca de 300 estudiantes de posgrado.
Asimismo la institución cuenta con extensión en las ciudades de Ibagué, ofreciendo el programa de psicología, y en Armenia, también con psicología, licenciatura en educación infantil y arquitectura.
A pesar de que llega como máxima figura directiva de la Universidad, le inquieta que la comunidad académica lo perciba como la autoridad. “Desde que llegué siempre he dicho a los directivos y académicos que la parte fundamental de la espiritualidad franciscana es lo humano. Me gusta estar cerca de los estudiantes, conversar con ellos, escucharlos. La idea es acompañar procesos, más que ser la autoridad de la universidad.”, explicó. De su parte, la comunidad académica podrá encontrar un trato cordial y las puertas de la rectoría siempre abiertas.