En la recta final por la Alcaldía de Medellín y con el objetivo de ser protagonistas, los candidatos hacen sus últimos movimientos.
A 11 días de las elecciones, recurren, entre otras estrategias, a alianzas con grupos políticos con los que no tienen afinidades ideológicas o incluso han tenido diferencias en el pasado, elevan el tono del discurso contra sus oponentes y crean hechos que dan la sensación de triunfos anticipados, que muchas veces desorientan al electorado.
Por medio de lo que han calificado como “acuerdos programáticos” las facciones –guiadas por encuestas– definen su apoyo hacia el que consideran será el ganador y todo esto lo hacen contrarreloj.
Estas alianzas se realizan sin importar la afinidad partidaria, es decir, dejan a un lado los principios ideológicos. De esta forma, los partidos que históricamente han sido antagónicos terminan convergiendo en un mismo candidato.
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Es el caso del Partido Liberal, el cual a pesar de los llamados de los miembros a tomar una decisión colectiva y unificarse alrededor de una aspiración, no pudo consolidar la idea de apoyar en bloque a un candidato a la Alcaldía. Cada facción optó por definir la postura por su cuenta, dejando a un lado la colectividad.
El matiz rojo de la Universidad de Medellín, liderado por la concejala Aura Marleny Arcila, realizó un acuerdo para apoyar al candidato del Centro Democrático, Alfredo Ramos, quien además sumó el apoyo del aspirante liberal a la Asamblea Rubén Callejas, miembro del grupo del senador Iván Agudelo, que su vez apoya a Daniel Quintero.
Sin embargo, esto no solo es un fenómeno del liberalismo, los tres grupos conservadores, sin tomar una decisión partidaria, liderados por los congresistas Juan Diego Gómez, Germán Blanco y Carlos Andrés Trujillo, poco a poco se aglutinaron alrededor de Ramos.
Los últimos en hacer ese movimiento fueron los “Conservadores de Vida”, el senador Gómez y el representante Nicolás Albeiro Echeverry.
La llegada de estos fue sorpresiva, pues su sector había anunciado hace un mes, con bombos y platillos, el apoyo al movimiento Medellín Avanza, que respalda la aspiración de Juan Carlos Vélez a la Alcaldía de Medellín. Sin embargo, al ver que Vélez no “despegaba en las encuestas”, lo abandonaron y se fueron a la campaña de Ramos.
Para el docente de la maestría en Comunicación Política de la Universidad Externado, Carlos Arias, los acuerdos que se presentan no son programáticos, sino simples coincidencias de poder. “Los grupos y los partidos políticos, conforme a la intención de voto demostrada en las encuestas, no buscan un acuerdo ideológico, solo una coincidencia de búsqueda de poder”, es decir, ganar la Alcaldía.
Sumar a todo costa
Más allá de buscar alianzas, el uribismo decidió, en bloque, relacionar –al que consideran rival directo de Ramos, Daniel Quintero–, con “el modelo fracasado de Bogotá” (aludiendo al mandato de Gustavo Petro), pese a que el candidato de Independientes no haya integrado los gobiernos de la capital.
“Recordaremos nefastos resultados en Bogotá de la Alcaldía chavista, que no queremos para Medellín ni para Colombia”, posteó en los últimos días el expresidente Álvaro Uribe en su cuenta de Twitter.
Para el politólogo de la Universidad Nacional de Colombia y analista político, Guillermo Henao, “estas acciones son una forma clásica de ataque que responde a la unidad partidaria, para ser reproducido junto a la sencillez de crear mensajes únicos, que suelen ser entendidos por el electorado con facilidad”.