Nicolás Quintero heredó de su papá, además de 32 hectáreas de reserva natural, la motivación para que cada una de las especies de animales, flores y árboles tuvieran un lugar propicio para vivir. Heredó también la preocupación de que su predio contara con la capacidad de generar agua potable para abastecer a 100 familias en San Luis (Antioquia), servicio que para él es un derecho al cual no debiera ponérsele precio.
“Tenemos diversidad de animales, fuentes hídricas y clases de árboles. Nada se tala, nada se mata. Lo aprendí el día que mi papá me dijo que no quitara una raíz del piso: -de ahí puede nacer algo-”, aseguró Nicolás.
Su reserva hace parte de las 682.736 hectáreas de área protegida que tiene Antioquia, y que se convierten en esa extensión de pulmones que día a día le dan un respiro al departamento. Lo que hacen Nicolás y su familia tiene el objetivo de materializar la idea de generar recordación frente a un problema latente: “la pérdida de conciencia en entender que necesitamos árboles, agua pura y animales para poder vivir”, dijo Nicolás.
Conciencia que también va más allá de la discusión de hasta qué punto el desarrollo económico debe ir en dirección contraria del cuidado medioambiental. Debate que para Luis Cifuentes, Ph.D en Ingeniería y Políticas Públicas, y profesor de la Universidad Católica de Chile, debe entenderse desde la perspectiva de que “los recursos naturales son necesarios para cualquier empresa y para la sociedad (...) Una solución simple la encontramos en el concepto de sostenibilidad. Sin entrar en tecnicismos, este concepto encierra una gran verdad: la empresa, el desarrollo, el ambiente y tener visión deben ir de la mano”.
Postura que coincide con lo expuesto por Daniel Calleja, director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, en el sentido de que “es falso el dilema que hay entre medio ambiente y competitividad. Al contrario, las empresas más competitivas son las más sostenibles; es decir, las que han incorporado a su modelo de negocio ese cuidado”.
Ejemplos para aplaudir
Además de dejar clara esa convivencia entre cuidado del medioambiente y evolución industrial, la protección de la biodiversidad también se enfrenta a una serie de problemáticas que deben atacarse de raíz. Por ello no es en vano que aparezcan programas como BanCO2 (donde está la reserva de Nicolás Quintero), un plan liderado por Bancolombia y con el acompañamiento de 24 autoridades ambientales, además de 81 entidades compensantes, en el que se entregan incentivos económicos a 960 familias, en ocho departamentos del país, con la idea de preservar algunas zonas naturales.
“Existen acuerdos que se deben cumplir, hay zonas sagradas que no se puede intervenir. Además, hay otras problemáticas: la extracción ilícita de minerales, o la tala de árboles en actividades ilegales como el narcotráfico”, dijo Gloria Amparo Rodríguez, profesora experta en derecho ambiental de la Universidad del Rosario.
Y es que ese problema se resume en que, según datos entregados por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), el área deforestada creció 27,8 % entre 2017 y 2018, en Colombia. Mientras en 2017 la cifra llegó a 219 mil hectáreas, durante el año pasado cerró en 280 mil: narcotráfico y la extracción ilegal fueron las principales causas.
Por eso resalta, además del trabajo gubernamental, lo que iniciativas como BanCO2 hacen, en la medida en que se convierten en planes que unen al Gobierno, empresa e iniciativa social con miras a conseguir un objetivo común: proteger las fuentes naturales de todo tipo. La idea es que el proyecto siga creciendo de manera escalonada. Según datos alojados en su portal en internet, BanCO2 tiene la meta, a 2020, de contar con el apoyo de 20 mil familias en el país. A octubre del año pasado la cifra iba en 2.317 hectáreas de área conservadas.
Se espera que proyectos como el que lidera Nicolás Quintero, que se sustentan en la explotación responsable, representen el 1,5 % del Producto Interno Bruto de Colombia hacia 2030; cifra que a 2017 alcanzaba el 0,79 %, según datos del DNP .
