Nacieron con tres días de diferencia: Lucy Tejada Sáenz un 9 de octubre de 1920; Édgar Negret Dueñas, un 11, ella en Pereira y él en Popayán. Los dos produjeron sus obras por cerca de medio siglo; ella falleció en 2011 y él un año después. Con caminos estéticos distintos, esta semana se recuerda, por los 100 años de su natalicio, su legado en las artes nacionales.
Con motivo de esta celebración y la de otros ocho creadores que nacieron en 1920, el Museo Nacional de Colombia realizará el 15 de este mes una exposición conmemorativa de estos autores “fundamentales en la renovación del panorama artístico colombiano”. Además de Tejada y Negret están Manuel Humberto Rodríguez Corredor, ‘Manuel H’; Nereo López Meza, Cecilia Porras Porras, Manuel Zapata Olivella y Enrique Grau Araújo y Alejandro Obregón, por quien MinCultura declaró el 2 de junio de 2020 como el Año Obregón.
Negret y Tejada
Desde cada propuesta, ambos dejaron un acervo de obras e hicieron un recorrido por el que serán recordados. El historiador y curador de arte Óscar Hernández se refiere a Negret como un artista “de renovación, una figura que rompe el molde y esquemas. Todo lo que lo ha rodeado ha sido siempre conflictivo” por su estilo abstracto y geométrico, que hicieron que fuera incomprendido y que su carrera en algunos casos fuera “a contra corriente”.
Pero no fue el único que renovó el arte moderno o contemporáneo (se le ha clasificado en ambos) en Colombia: “Influyeron también nombres como Eduardo Ramírez Villamizar, Feliza Bursztyn, pero Negret fue un pionero, eso lo hace importante”.
A su manera, la pintora, muralista y grabadora Lucy Tejada fue una adelantada a su tiempo, a pesar de que fue “una gran desconocida del arte colombiano”, según Rosa Ángel, investigadora y gestora del museo homónimo en honor a la artista pereirana.
Aquí le contamos quiénes fueron, por qué son importantes en la actualidad, dónde se encuentran los mayores reservorios y colecciones, y algunos lugares de Medellín en los que los puede ver..
ÉDGAR NEGRET DUEÑAS
Negret estuvo a la vanguardia en las tendencias de la plástica del siglo XX del mundo y conectado con lo que sucedía en el arte en Colombia. “Lo conocí en El Cisne, en Bogotá, donde se reunía Marta Traba, Feliza Bursztyn, Gloria Zea, Obregón, García Márquez. Allá iba Negret, a veces faltaba a clases para estar allá”, comenta el arquitecto Luis Eduardo Ayerbe, cercano al artista. Durante los años cincuenta Édgar residió en Nueva York, París y Madrid, donde bebió de los movimientos contemporáneos del arte que se producía en esos epicentros (fue influenciado por Gaudí y Brancusi). “La verdadera incursión de Negret en la abstracción geométrica se dará en 1949, cuando gracias al permanente apoyo de su padre se muda a Nueva York para iniciar estudios en el Clay Club Sculpture Center (hoy Sculpture Center), en donde observa a sus colegas ensamblar esculturas de metal con sopletes de acetileno, como si se tratara de un taller industrial”, señala una investigación publicada hace dos meses en el sitio de la Fundación Casa Museo Luis Eduardo Ayerbe González. Con su obra ganó el primer premio dos veces (1963 y 1967) en el Salón Nacional de Artistas y las bienales de Venecia (1960) y São Paulo (1957 y 1965) y Dokumenta (1968).
Estética
Respecto al material y el estilo, el historiador y curador de arte Óscar Hernández cuenta que Negret tuvo condiciones excepcionales: “El simple hecho de haber nacido en Popayán, donde la figuración plástica ha sido lo privilegiado, en una realidad muy marcada por el arte hispánico y academicista. Negret logró romper con ese tipo de representación y generar una renovación necesaria”.
Según el investigador, quien ha estudiado la obra del artista desde hace 10 años, el escultor emprendió una “lucha en solitario” en Popayán, su ciudad natal, y otras ciudades del país. Dos ejemplos: la escultura El estudiante caído fue destruida en 1958 sin siquiera quedar registro fotográfico. La obra fue dañada, según el investigador Christian Padilla, “por enardecidos estudiantes que no se sintieron identificados con (lo que ellos llamarían) un mamarracho abstracto de un pseudoescultor aficionado a la cerrajería”, dijo en un artículo publicado por el Museo Nacional de Colombia en 2015. Para entonces, la crítica de arte Marta Traba hizo una reflexión en una carta abierta a la prensa en la que criticó la acción estudiantil y sus supuestos ideales libertarios, porque estaban “unidos a una forma de representación tan académica y conservadora”, señala Óscar. En detalle, Traba dijo: “Reaccionario hubiera sido representarlos a ustedes, que son felizmente los anticonformistas por excelencia, con una obra hueca y gesticulante en que apareciera Rojas Pinilla apuñaleando a uno de ustedes por la espalda”, dijo con su pluma afilada.
Fueron más los problemas que sorteó Negret en su “nueva” forma de representar que no era de “carne y hueso” sino con herrajes. Así mismo, el “Monumento a Simón Bolívar”, encargado por el Gobierno nacional a Negret para la conmemoración de los 150 años de la muerte del Libertador en 1980, y que iba a ser ubicado en el parque Simón Bolívar de Bogotá. La instalación fue criticada, entre ellos, por miembros de la Academia Colombiana de Historia que llegaron a decir que era “chatarra” e impidieron que se ejecutara.
Estos dos casos son icónicos porque fueron parte fundamental en el debate del lenguaje contemporáneo del arte del siglo XX en Colombia. Negret estuvo al borde del cañón.
Por eso la exhibición virtual Negret, legado desconocido, señala al autor como un “visionario hijo de su tiempo”, porque en su producción plástica logró reflejar “las tensiones, permanencias, transformaciones, convergencias o divergencias históricas y estéticas, a partir de su metafórico lenguaje abstracto, compuesto de aluminio, tuercas y tornillos”. El investigador Hernández, cocurador de la exhibición, plantea que fue un “incomprendido” en su tiempo.
Colección
Negret le donó a Popayán la colección que conforma hoy el Museo Casa Negret y Museo Iberoamericano de Arte Moderno de Popayán, con obra personal y piezas que coleccionó de arte iberoamericano entre 1940 y 1990.
Parte de su trabajo está en el Museo La Tertulia de Cali y el Museo de Arte de Bogotá (Mambo), entre otras instituciones del país y por fuera de este.
Eso, y sus intervenciones internacionales, como la instalación en 1982 de la “Gran Metamorfosis” en Punta del Este (Uruguay) y en 1988 de su escultura monumental “Metamorfosis”, ubicada en la Villa Olímpica de Seúl (Corea del Sur) para los Juegos Olímpicos de 1988, le han dado reconocimiento y el título de “clásico moderno”, como lo menciona Hernández. Édgar Negret falleció en Bogotá, en donde residía desde finales de los 70, a la edad de 92 años, el 11 de octubre de 2012.
Dónde verlo en Medellín
El Museo de Antioquia exhibe tres esculturas suyas en la Sala Promesas de la Modernidad. En el Parque de las Esculturas del cerro Nutibara hay una monumental de cuatro metros y otra en la entrada del edificio Nova Tempo de El Poblado (carrera 43A #14-109). También hay una escultura de hierros retorcidos en la entrada del aeropuerto José María Córdoba, en Rionegro.
Además, la Casa Museo Luis Eduardo Ayerbe González tiene al aire la exhibición Negret, legado desconocido en la que hace un recorrido por su historia y estilo a partir de piezas que han sido conservadas por su familia y que muestran a un Negret desconocido. Está disponible por ahora de manera virtual en www.casamuseoayerbe.co
LUCY TEJADA
En 1945 se matriculó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional donde cruzó amistad con artistas como Alejandro Obregón, Eduardo Ramírez Villamizar, Édgar Negret, Enrique Grau y María Negreiros. Su primera exposición fue en 1947. Obtuvo el primer premio en el X Salón Nacional de Artistas (1957) por su obra “Mujeres sin hacer nada”. Exhibió su obra en la Bienal de Madrid en 1951 y la Bienal Hispanoamericana de Barcelona de 1955, en donde obtuvo el primer premio.
Otra exhibición importante fue la retrospectiva que hizo en 1982 el Museo Nacional de Colombia, y en 2007, en una ceremonia del Teatro Colón en la que el Ministerio de Cultura le otorgó la Medalla al Mérito cultural.
Diversidad
En los temas de la pintora, muralista y grabadora destacan los niños, el juego, los paisajes y la preocupación por la naturaleza. El artista cartagenero Alejandro Obregón la llamó la “pintora de la ternura”, un epíteto que se ha replicado en artículos de prensa y en exposiciones retrospectivas pero que no comparte la investigadora Rosa Ángel porque es un apelativo que encasilla: “Realmente es una obra muy cruda y fuerte, son unos niños casi que encadenados, hay una reflexión fuerte a la industrialización que se estaba viviendo en el país”. Una de sus obras más mencionadas, “Mujeres sin hacer nada”, un óleo sobre lienzo de 120 x 145 centímetros que exhibe el Museo Nacional, representa a 13 mujeres indígenas estáticas y silenciosas, y que despertó la admiración de la crítica: “Su nombre figurará obligatoriamente entre la vanguardia de la moderna pintura colombiana”, escribió el crítico Walter Engel, en el periódico El Independiente, cuando recibió la Medalla de oro por este cuadro en 1957.
“Aunque estaba convencida de que la función del arte no es política ni social, sino que su único fin es educar estéticamente los caminos de la libertad, su obra es portadora de mensajes sociales, culturales y simbólicos”, señala Mary-Luz Botero en el ensayo Las mujeres en la pintura de Lucy Tejada, publicado en la revista Aleph en febrero de este año.
De hecho, esta investigadora sostiene que más allá de “la pintora de la ternura”, ella era muchas Lucys: “Renovó sus técnicas en cada serie con la intención de no repetirse; la que huyó consciente de escuelas, tendencias y militancias estrechas; la que se convirtió en artista desde 1947 a pesar de los prejuicios del momento, incluida la resistencia del padre; la que decidió atravesar el umbral y entrar a un espacio ‘público’ reservado para hombres: el café El Automático de Bogotá; la madre que, con dos hijos a cuestas, regresó de España abandonada por el esposo; la pintora disciplinada en lecturas y pinceles; la buena conversadora; la visionaria en asombro permanente. ¡Tantas mujeres en Lucy!”.
El 2 de noviembre de 2011, después de dos semanas en Cuidados Intensivos de la clínica de Occidente de Cali, Lucy Tejada falleció a los 91 años acompañada por sus dos hijos, Claudia y el también artista Alejandro Valencia Tejada.
Colección
La producción de la pereirana fue elaborada desde 1940 hasta finales de siglo: “Fueron casi cinco décadas de producción, por lo que no se podría encasillar en un solo estilo o definición”, señala Rosa Ángel, gestora del Museo de Lucy Tejada en Pereira, inaugurado en diciembre del año pasado luego de 20 años de intentos fallidos y gracias a una donación de 163 piezas que hizo la autora en agosto de 2011 a la capital de Risaralda.
Dónde verla
El Museo de Antioquia exhibe dos obras de la artista, entre ellas una pintura de 1958, “La Espera”, que está en la Sala Promesas de la Modernidad, y un fresco instalado en el techo de la Sala Verde, “Cazando Sputniks”, del mismo año y que fue pintado originalmente en el cielo de La Taberna del Ahorcado, como se le llamó al sótano de la casa de Leonel Estrada y Maria Helena Uribe, paso obligado de artistas de otras regiones por Medellín.