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Crónicas del paraíso, de Patricia Nieto: un intento por narrar el país

Con millas acumuladas en la reportería y en la docencia, la antioqueña acaba de publicar un libro que reúne el trabajo periodístico de al menos treinta años.

  • Patricia Nieto es docente de la U. de A.: allí dirige el proyecto Hacemos memoria FOTO cortesía Natalia Botero.
    Patricia Nieto es docente de la U. de A.: allí dirige el proyecto Hacemos memoria FOTO cortesía Natalia Botero.
  • El libro fue editado a finales de enero por Tusquets, sello de la casa Planeta.
    El libro fue editado a finales de enero por Tusquets, sello de la casa Planeta.
11 de febrero de 2022
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Crónicas del paraíso reúne una buena parte de la cosecha de tres decenios de oficio escritural de la reportera Patricia Nieto. El volumen –467 páginas– contiene la totalidad de Llanto en el paraíso –ganador del Premio Nacional de Cultura Universidad de Antioquia– y de Los escogidos, un hit comercial y de crítica. Además, incluye una muestra de crónicas publicadas en revistas. Quedaron por fuera los textos de El sudor de tu frente, ópera prima de la antioqueña.

Patricia Nieto Nieto (Sonsón, 1968) aprendió a leer en la casa paterna: su madre empleó con ella el método de familiarizarla con las letras recortándolas de periódicos y revistas. Muy pronto —doce, trece años— descubrió el gusto por escuchar y narrar las vidas ajenas: la temprana lectura de un cliché libresco de la izquierda colombiana –Las venas abiertas de América Latina, del uruguayo Eduardo Galeano–, le mostró el camino. Estudió periodismo en la Universidad de Antioquia, donde estuvo a cargo de los tres números de Utópicos y fue alumna de Juan José Hoyos.

Su trayectoria profesional la principió en El Mundo justo cuando el narcotráfico atrapó a Medellín en los tentáculos del horror: en varias entrevistas ha dicho que los doscientos kilos de dinamita del bombazo en las afueras de La Macarena fueron una suerte de ritual de inicio en el periodismo: de un solo golpe el país le rompió el cascarón.

Otro hito de la guerra —la tragedia de Machuca, ocasionada por una carga explosiva puesta por el ELN en un oleoducto— le reveló las fisuras del lenguaje para dejar registro y entender la realidad. A pesar del trabajo en campo, no pudo culminar con éxito un reportaje o una crónica: las palabras necesarias no llegaron. Fue guionista del documental No hubo tiempo para la tristeza, del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Es profesora de la UdeA, claustro en el que dirige el proyecto Hacemos memoria y el sello editorial.

Crónicas del paraíso está dividido en cuatro capítulos: los dos de apertura son títulos publicados con un lustro de diferencia. Los restantes reúnen artículos dispersos. El primero —Llanto en el paraíso— constituye un magnífico ejercicio de estilo y reportería: rompe con las convenciones del periodismo. Tras una carta de encendido lirismo a las víctimas del conflicto colombiano, el nervio de la autora se despliega sin temores: combina la precisión en los detalles con una solvencia narrativa capaz de trazar murales ambiciosos: sigue el rastro de los múltiples exilios del campesinado por el látigo del hambre y los culatazos de los ejércitos de la noche. Nieto no hace alarde de afanes informativos ni se amarra a coyunturas taquilleras. Además, desafía los tiempos de la industria noticiosa: tardó en promedio más de tres años en encontrar el tono y la cadencia de cada línea y párrafo.

Tampoco sitúa de manera evidente su yo en el centro del escenario. Por el contrario, en numerosos pasajes se transforma en la retina de una cámara que registra el temblor del follaje, las variaciones cromáticas del amanecer.

La presencia de la autora en Llanto en el paraíso se percibe en las decisiones técnicas y de estilo, no en el uso de la primera persona. Una muestra de ello es La pasión según Caicedo: una romería en semana santa le sirve a la cronista de excusa para enlazar las caídas de Jesús en el ascenso al calvario con las tomas guerrilleras padecidas en la década de los noventa por el pueblo del occidente antioqueño. En virtud de una paciencia cercana a la etnografía, la voz de quien cuenta roza la omnisciencia. Las costuras en los relatos no se detectan a simple vista: se debe fijar la lupa para percibirlas. Y no hay muchas.

¡Vaya paradoja!: la obra más leída y comentada de Nieto —Los escogidos— toma distancia con dichos aciertos. De entrada, el yo de la autora se hace sentir: habla de la lluvia contra su cara, contrasta sus percepciones con las de los personajes, intercala en los diálogos y en el torrente de la prosa citas de un cuento de García Márquez, pasajes breves de Sófocles y Juan Rulfo, frases de Thomas Lynch. Así, por arte de magia, la literatura deja de ser una mirada singular para convertirse en un barniz aplicado a la realidad.

En todo caso, adoptar la primera persona para relatar el mundo es una de las encrucijadas de los autores de no ficción. No basta con estar en la trinchera o ir al teatro de los hechos. Se requiere, además, construir un enfoque seductor que tome al lector de las solapas y lo conduzca por las sendas del pensamiento. Por supuesto, este tramo de la obra desgrana imágenes poderosas —la de los bagres macho y hembra es una—, pero no del calibre de las de Llanto en el paraíso.

Crónicas del paraíso concluye con un conjunto de relatos breves, inferiores a las seis cuartillas: el tono y la forma de estos son similares a los del periodismo tradicional.

Hay belleza en las palabras —Nieto es una prosista esmerada—, pero los textos no lanzan ningún punch a la mandíbula, como sí lo hacen los iniciales. Queda el lector a la espera del destello que une al periodismo con la poesía.

$!El libro fue editado a finales de enero por Tusquets, sello de la casa Planeta.
El libro fue editado a finales de enero por Tusquets, sello de la casa Planeta.
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