“La animación se ha convertido en la mente de los consumidores en un género, pero también es una forma de arte y, de todas las formas de arte de la animación, para mí, la más sagrada y mágica es la animación cuadro por cuadro, porque es el lazo entre un animador y la marioneta”, dice Guillermo del Toro en el especial Cine tallado a mano, una entrega sobre el proceso de creación y de producción de Pinocho, la película que codirigió con Mark Gustafson y que tuvo un proceso de gestación de casi 15 años.
Pero, ¿a qué se refiere del Toro con “cuadro por cuadro”? A una técnica también conocida como ‘stop motion’ en la que los objetos se manipulan físicamente y de manera lenta mientras son fotografiados para que, al momento de reproducir de manera secuencial el conjunto de fotogramas, el objeto manipulado parezca tener movimientos independientes.
Para la articulación de la historia del niño de madera, fue necesario que el equipo de trabajo creara marionetas con múltiples rostros, que las manipulara en un set y que sacara 24 fotos por cada segundo de actividad simulado.
Un arduo trabajo para el que los directores hicieron un triple enlace entre Londres, Portland y Guadalajara, esta última porque del Toro se empeñó en tener un vínculo con México que sirviera como vitrina y como apoyo para el mundo de la animación de ese país: “Quería que animadores mexicanos le dieran vida a Pinocho y al grillo, los personajes principales, porque demuestra la destreza y la gran capacidad técnica que un estudio mexicano puede tener en esta industria”, explica el ganador del Óscar.
Además, ha sido enfático en diversas entrevistas en exaltar lo que en colectividad se logró: que la expresividad y la naturaleza material se adueñara de los múltiples títeres (por cada personaje hicieron varios en diferentes tamaños según las necesidades de cada escena) que se emplearon en la cinta, de los escenarios, y que el ejercicio artesanal de esculpido, tallado y pintado que supuso cada componente dispuesto bajo los reflectores, revelara delicadeza y sofisticación.
Y es que si bien es cierto que los dibujos del ilustrador Gris Grimly sobre Pinocho llevaron a Del Toro a montar su propia adaptación del cuento, fue el diseñador de producción Guy Davis quien trabajó sobre esos dibujos y los modificó, pues ya que la esencia de la película estaba enmarcada dentro de un estilo artesanal debían ser cuidadosos en cuanto a la apariencia de los personajes para no caer en baches caricaturescos cuando se les diera vida tridimensional: “Esta es una historia sobre marionetas interpretada por marionetas —dice del Toro—. No tienes que creer que son personas reales, hay que creer en ellos como personajes. Queríamos un diseño que contara la historia y eso obtuvimos”.
Para finalizar, cabe resaltar que desde su estreno mundial, Pinocho ha recibido múltiples críticas posicionándolo como uno de los mejores largometrajes del 2022: “Guillermo del Toro se apropió de Pinocho, el cuento, y lo hizo suyo. El despliegue visual del film es alucinante”, escribieron en Clarín; “Una alegoría sobre ‘padres imperfectos e hijos imperfectos´ en un guión con múltiples creaciones originales que son efectivas, potentes y brillantes”, en The Hollywood Reporter; y “Tras el deprimente remake de Disney de este año, quizás hubiera pocas ganas colectivas de otra película de Pinocchio, pero la versión de del Toro es suficientemente imaginativa y excéntrica para revivirnos el apetito”, en Variety.