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“La historia de Ciro es la historia de Colombia”

El documental Ciro & yo, de Miguel Salazar, es el relato de un hombre que ha sido víctima de todos los actores del conflicto. Generación conversó con el director.

  • El martes 31 de julio a las 6:00 p.m. se proyectará la película Ciro & yo en el Museo Casa de la Memoria. Su director Miguel Salazar y su protagonista Ciro Galindo conversarán con los asistentes. Fotogramas del documental cortesía Laboratorios Black Velvet.
    El martes 31 de julio a las 6:00 p.m. se proyectará la película Ciro & yo en el Museo Casa de la Memoria. Su director Miguel Salazar y su protagonista Ciro Galindo conversarán con los asistentes. Fotogramas del documental cortesía Laboratorios Black Velvet.
  • El martes 31 de julio a las 6:00 p.m. se proyectará la película Ciro & yo en el Museo Casa de la Memoria. Su director Miguel Salazar y su protagonista Ciro Galindo conversarán con los asistentes. Fotogramas del documental cortesía Laboratorios Black Velvet.
    El martes 31 de julio a las 6:00 p.m. se proyectará la película Ciro & yo en el Museo Casa de la Memoria. Su director Miguel Salazar y su protagonista Ciro Galindo conversarán con los asistentes. Fotogramas del documental cortesía Laboratorios Black Velvet.
  • El martes 31 de julio a las 6:00 p.m. se proyectará la película Ciro & yo en el Museo Casa de la Memoria. Su director Miguel Salazar y su protagonista Ciro Galindo conversarán con los asistentes. Fotogramas del documental cortesía Laboratorios Black Velvet.
    El martes 31 de julio a las 6:00 p.m. se proyectará la película Ciro & yo en el Museo Casa de la Memoria. Su director Miguel Salazar y su protagonista Ciro Galindo conversarán con los asistentes. Fotogramas del documental cortesía Laboratorios Black Velvet.
  • El martes 31 de julio a las 6:00 p.m. se proyectará la película Ciro & yo en el Museo Casa de la Memoria. Su director Miguel Salazar y su protagonista Ciro Galindo conversarán con los asistentes. Fotogramas del documental cortesía Laboratorios Black Velvet.
    El martes 31 de julio a las 6:00 p.m. se proyectará la película Ciro & yo en el Museo Casa de la Memoria. Su director Miguel Salazar y su protagonista Ciro Galindo conversarán con los asistentes. Fotogramas del documental cortesía Laboratorios Black Velvet.

Miguel Salazar conoció a Ciro Galindo en 2002, mientras tomaba las fotografías del libro de Villegas Editores, Colombia 360°. Se acababa de graduar de la universidad y recorrer el país con una cámara le parecía una buena idea. Ciro y su familia fueron los guías en la Macarena, pero fue un accidente lo que los uniría de por vida.

Las vidas de Miguel y Ciro se siguieron encontrando, el primero documentaba la realidad de un país en guerra y el segundo la padecía en carne propia. No fue sino hasta que las tragedias de Ciro se convirtieron en bienaventuranzas que Miguel decidió contar su historia en el documental Ciro & yo, que se proyecta el martes 31 de julio a las 6:00 p.m. en el auditorio del Museo Casa de la Memoria, con la compañía de su director y protagonista.

¿Cuándo siente la necesidad de contar la historia de Ciro?

“He tenido una relación bastante pacífica y cercana con Ciro. Cuando lo conocí, me enteré de que su hijo Elkin había sido reclutado por la guerrilla, en 2002, y luego en 2004, cuando me reencontré con él, supe que Elkin había muerto. Al principio pensé en contar la historia del hijo, a quien le decían Memín, pero era muy cercana y era difícil para mí estetizar la violencia. En 2012, me volví a encontrar con Ciro y me puse en contacto con Luis Fernando Castro, que es el otro personaje que aparece en el documental, ahí surge la idea de la película. Ciro estaba en Bogotá desplazado con su hijo menor Esneider y su esposa Anita había muerto, pensé en contar su vida, pues la historia de Ciro es la historia de Colombia.

En ese momento, en el país había una intención de sanar las heridas del pasado y reparar a gente como Ciro, así que quise documentar la Colombia del posconflicto, acompañarlo para ver si le cumplían, era una forma de hacerle justicia y creo que le empezaron a cumplir. Reconozco que la película es dura contra todos los actores del conflicto, pero los esfuerzos de hoy empiezan a dar frutos, Ciro está mejor de lo que estaba hace cuatro años”.

¿Por qué es importante su perspectiva en la historia de Ciro?

“Porque la historia de Ciro también me ha tocado a mí. El título viene de Roger & Me, de Michael Moore, su primer documental; me robé el título porque también se trata de mi relación con Ciro, sin embargo, el ‘yo’ no es solamente Miguel Salazar, el ‘yo’ empieza a ser el espectador que está viendo la película y Ciro también es cualquier víctima. Yo soy el vehículo para contar esa historia, no obstante, me interesa que el espectador se empiece a ver como parte de ella y cuestione su rol”.

¿Cree que el componente personal ayuda a que la historia esté mejor contada?

“Sin duda, que sea personal y tenga un vínculo tan fuerte con Ciro después de compartir la muerte de su hijo, hace que la película sea más digerible para un público amplio. Siempre quise contar la historia de Ciro, siempre sentí que me había tocado contarla, que era mi destino, y me siento responsable por eso”.

¿Cómo fue la confección del documental?

“Esta película, como todos los documentales, realmente se construyó en la edición. Sabía que había varios hilos narrativos: un ejercicio de memoria de Ciro, el pasado; y una etapa de cine directo, que era seguir a Ciro en el presente. El reto era empezar a unir esas cosas.

Tenía un archivo muy particular que fui recopilando con los años: las fotos del entierro, que son unas imágenes que hoy en día no comprendo porqué tomé (creo que por mantener la distancia de lo que me sucedía tan joven y tan traumático); la entrevista que hice con Ciro y Anita en 2004, cuando me reencontré con ellos y su otro hijo había sido asesinado; el archivo personal de Ciro, los documentos judiciales que recogió... Fue una costura, un trabajo de filigrana. Yo digo que esta es una película análoga porque usa diapositivas, casetes de audio... lo traté conceptualmente así. Utilizamos el archivo, grabamos las diapositivas con lupas, que fue un trabajo como el de los miniaturistas del medioevo. El objetivo era hilar la historia de Ciro con la de Colombia, ir tejiendo e intentar hacer memoria, al tiempo que presenciamos su renacer, el reintegro de su dignidad y de la dignidad del país”.

Vuelve a trabajar solo, ¿por qué? ¿Cómo cambió esto el proceso creativo?

“He colaborado mucho, me ha parecido fácil hacerlo y me ha ido bien (codirigió con Daniela Abad Carta a una sombra). Me gusta codirigir porque si uno tiene una duda, entre los dos hay una idea de qué es lo que le sirve al relato. Hacer esta película solo fue difícil porque no tenía a alguien al lado, aunque esto no es un impedimento, pero también porque yo era uno de los personajes y la historia era muy dolorosa. Fue difícil ponerme al frente y habitar el dolor de Ciro, él tiene un dolor muy profundo y habitarlo requiere valor, esfuerzo, es un lugar oscuro, sin embargo, creo que este ejercicio se trataba de salir de esa oscuridad. Volver a hacer una película solo es satisfactorio, emocionante, no obstante, a mí lo que me interesa es contar historias que le lleguen al alma a la gente, así que todo es bienvenido”.

¿De dónde surge el interés por la memoria en su trabajo?

“Creo que de haber recorrido el país muy joven tomando las fotos, de que me pasara algo como la muerte de John; encontrarme con una realidad completamente ajena a la mía empezó a hacer que me interesara en esas historias.

Llegué al documental por accidente, estudié Historia en la Universidad de Los Andes como pregrado y luego cine de ficción fuera del país, cuando volví terminé codirigiendo Robatierra, con Margarita Martínez.

Creo que en este país se ha silenciado a mucha gente, a las víctimas no les han dado suficiente espacio, sus relatos caen en otro lugar, le han dado más voz a los victimarios, y creo que Colombia puede tener un mejor futuro si uno conoce lo que pasó acá. Cuando uno ve Ciro & yo se da cuenta de que la historia es cíclica, se reciclan las guerras, como lo dijo María Teresa Ronderos. A Ciro lo querían reclutar cuando era pequeño, a sus hijos se los llevaron y si esto no para, si las cosas no se llaman por su nombre... Hacer memoria es llamar las cosas por su nombre, ver los grises; acá todo se polariza, es bueno o es malo, y creo que es responsabilidad de todos.

Lea también: El cine colombiano ha crecido, pero le falta público

A mí me interesa contar lo que pasó acá porque me afecta día a día. Crecimos en un país muy raro, marcado por la violencia. Viví las bombas del narcotráfico y la guerra que se acercaba a uno, el miedo. Me acuerdo de mi abuela mostrándome la foto de su hijo asesinado en la dictadura de Rojas Pinilla, creo que también eso me marcó; era una historia que estaba en mi familia, de un muchacho que salió a los 17 años de misa a protestar y le pegaron un tiro en el cuello. El dolor de mi abuela es un dolor que tiene todo Colombia, todos hemos sufrido un acto de violencia, y al día siguiente hay otro acto contra otra persona que borra el anterior. Haciendo documentales me he dado cuenta de que termino dándole orden a una historia que por tantos hechos nadie ha podido ordenar, y eso empodera a la gente, entender su historia, poder llevarla en sus manos, como le pasó Ciro.

En Sudáfrica, aprendí de la poeta Antjie Krog que la violencia destruye el lenguaje, una víctima entra en una etapa de prelenguaje, no puede contar su hecho de violencia porque comienza a llorar, se destruye; parte de mi trabajo es poder contar esas historias, lograr que la gente las cuente, que volvamos a una etapa civilizada de la relación entre los seres humanos. Contar lo que sucedió es lo primero que hago, escuchar a la persona es lo más difícil; mi entrevista con Ciro tomó tres días y lloramos todos, pero creo que hago estas películas tratando de que al menos mis hijos vivan en un país diferente del que vivimos nosotros”.

¿Cómo ve el género documental en Colombia?

“El documental está pasando por un gran momento, es un género conectado con el público que está contando historias de gente de carne y hueso, personas ordinarias que terminan haciendo cosas extraordinarias para sobrevivir, porque este es un país de gente fantástica. También es el formato que está más vivo, donde más se experimenta con narrativas, con archivos, y donde hay un respiro. El público está buscando esas historias donde se ve reflejado”.

¿Por qué le hacen falta al público otros modelos?

“Llevábamos muchos años contando la historia de los victimarios y creo que es hora de contar la historia de la gente común y corriente, de los héroes de Colombia, gente que no se da por vencida y no ha tomado el camino de la violencia, que ha seguido siendo honesta, viviendo su vida a pesar de las adversidades”.

¿Por qué cree que hay esa atracción en los realizadores y en el público hacia los malos?

“Creo que eso vende, viene del cine americano contar las historias de la mafia, lógicamente hay una atracción hacia eso, pero a mí me parece indignante ver la vida de Carlos Castaño en una telenovela. Entiendo que Pablo Escobar vende, pero también es la puesta en escena, desde donde se narran estas historias. Ha habido intentos de hacerlo correctamente, pero los jóvenes están creciendo con ideales torcidos, tienen que ser matones, ¡es una cosa absurda! Debe haber una responsabilidad de los realizadores con el país que estamos formando y con los jóvenes”.

¿Qué opina de los documentales que se han hecho sobre el conflicto desde este último proceso de paz con las Farc?

“A mí me parecen muy valiosos, puedo hablar de El silencio de los fusiles y de El fin de la guerra, son documentales importantes de un cambio histórico en Colombia. El mío es diferente en el sentido de que no documenta el proceso de paz sino la guerra, cómo esta afecta las familias y cómo estamos en un momento coyuntural para construir el futuro. Creo en la paz y creo que Ciro tiene lecciones para darnos, ¡es que perdonar después de que todos los grupos le hicieron daño...! Esta es una película para los que dicen que en Colombia no hubo guerra, pero fue tremendo lo que pasó en el campo. No se puede hablar desde la ciudad y de la guerra por televisión. El cine documental habla desde el presente, uno tiene los elementos para reflexionar sobre la sociedad en la que vive y eso te va a hacer pensar: ‘¿yo qué voy a hacer para construir la Colombia del futuro?’, que es lo que me interesa”.

¿Y cómo ve ese futuro?

“Espero que no se repitan historias como esta, quiero mirar hacia adelante. Colombia está en una coyuntura muy especial, es el momento para cambiar y los retos son enormes, nos toca unir los lazos entre todos. Quiero creer, sin embargo, si esto no lo hacemos bien, la historia se puede repetir. Si la gente que reclutó a Elkin y lo usó en la guerra: la guerrilla, el ejército, los paras, no rinde cuentas, no dice la verdad ni pide perdón, estamos condenados. Los términos están dados para que eso suceda, como pasó en Sudáfrica que la Comisión de la Verdad se convirtió en una catarsis colectiva; la transmitían por televisión los domingos, fue algo que involucró al país entero. Si aquí los perdones van a venir por edicto, como lo hicieron los paramilitares, no va a funcionar. Es una labor de todos perdonar, mirar hacia adelante, no olvidar y llamar las cosas por su nombre, que es lo que espero que suceda con la Jurisdicción Especial para la Paz. Que los perdonen, pero Colombia tiene que saber quién reclutó a los niños, eso no lo pueden tapar, corremos el riesgo de que todo siga igual. Es un momento histórico y creo en eso, Ciro me enseñó a creer”.

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