Hacer parte del llamado “club de las buenas prácticas”, como se le conoce a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), también es entrar de lleno y compararse con la realidad de los países desarrollados, y los que apenas están en ese camino, como Colombia.
El país fue admitido oficialmente el pasado 27 de abril, proceso que se había iniciado hace siete años, con el gobierno anterior, y una semana después, un gráfico de la Organización hizo eco: Colombia tiene una tasa de 2,2 médicos y 1,3 enfermeros por mil habitantes (ver infografía).
Pero el eco no se dio por la medición en sí, sino por la comparación. Por ejemplo, al revisar el indicador de Noruega se encuentra que la tasa es de 4,8 para médicos y de 17,8 en el caso de los enfermeros. Frente a otros países de la región, también Colombia está por debajo. Por ejemplo, Chile tiene 2,6 médicos y 3 enfermeros por cada mil habitantes, mientras que en México el reporte es de 2,4 médicos y 2,9 enfermeros.
Una diferencia que deja ver la realidad de Colombia en comparación con otros, según la Ocde en la que el promedio de la Organización es de 3,5, en el caso de los médicos y de 8,7, en el de los enfermeros.
Las críticas políticas y contra los últimos gobiernos no se hicieron esperar, pues en esta época todas las miradas están hacia el sector salud y las dificultades históricas que tiene, y que han quedado mucho más en evidencia con el coronavirus, como la renuncia de los médicos de Amazonas por falta de pagos o las constantes quejas y denuncias, tanto de profesionales, como de organismos como la Contraloría o la Defensoría, por la falta de insumos de protección.
De vieja data
“Es un tema del que venimos hablando desde hace 50 años y hemos avanzado muy poco”, dice Jaime Arias, quien fue ministro de Salud y ahora es rector de la Universidad Central, para señalar que no es un asunto nuevo, aunque reconoce que la pandemia vuelve a poner de protagonista esta realidad y “ahora estando en la Ocde, pues habría que mejorar esos indicadores”.
Una reflexión similar plantea Sergio Isaza Villa, médico pediatra y presidente de la Federación Médica Colombiana, quien señala que “tenemos un cálculo de entre 90 y 100 mil médicos, pero necesitaríamos alrededor de 250 mil médicos”, con el objetivo de tener un servicio de prevención y atención adecuado.
Este panorama lo respalda el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que en abril del año pasado había puesto los ojos sobre esta necesidad. En ese momento, publicó el estudio Educación y salud: ¿los sectores del futuro?, que hizo parte de la segunda entrega de la serie El futuro del trabajo en América Latina.
Dicho informe planteó que el país, a 2040, necesitaría graduar por lo menos a 277.000 médicos y a 628.000 enfermeros para satisfacer las necesidades de la población en materia de atención y prevención en salud.
“Nuestro estudio muestra que, incluso en el marco de la cuarta revolución industrial, podemos esperar que el número de maestros, médicos y enfermeros en América Latina y el Caribe continúe creciendo”, dijo en ese momento Marcelo Cabrol, gerente del Sector Social del BID.
Al revisar el informe, el BID señala que hay alrededor de 120.000 médicos, pero se necesitarían por lo menos otros 20.000. No obstante, tanto el exministro de Salud como el presidente de la Federación Médica, plantean que la cifra debería ser de al menos 150.000 médicos y por lo menos 450.000 enfermeras.
Pero no se trata solo del caso colombiano. Según el BID, “estimamos que en América Latina y el Caribe habrá un tremendo crecimiento en el número de médicos y enfermeros en las próximas décadas”. En concreto, en 2040 la región necesitará de 3,1 millones de médicos (1,8 millones más de los que había en 2018); y 8,3 millones de enfermeros (5,1 millones más de los que había en 2018).
El Ministerio de Salud también había estudiado este fenómeno. En 2013, siendo ministro de esta cartera Alejandro Gaviria, se publicó un documento de recomendaciones para la transformación de la educación médica, el cual, en la página 25, señala que “se requiere un diagnóstico sobre las necesidades de médicos con posgrado clínico en los diferentes niveles de complejidad de atención y su adecuada distribución”.
Sin embargo, de acuerdo con la Federación Médica, ese diagnóstico no existe. “No sabemos a ciencia cierta cuántos profesionales tenemos”, cuestiona el dirigente gremial.
¿Fuga de profesionales?
Este es otro fenómeno que queda en evidencia, aunque no hay una cifra ni un estudio que permita confirmar la pregunta, es decir, no se sabe estadísticamente cuántos profesionales se preparan aquí y se van a ejercer a otros países. Sin embargo, Arias e Isaza sostienen que es una realidad y principalmente se van a Estados Unidos.
Olga Lucía Zuluaga, presidenta de la Asociación Colombiana de Empresas Sociales del Estado y Hospitales Público (Acesi), respalda esta versión, al señalar que Colombia tiene un número de facultades que están generando profesionales en estas dos áreas; “no obstante, las condiciones laborales que tienen ha generado que muchos salgan a mejorar sus condiciones”, tal cual lo plantearon los analistas.
El exministro Arias plantea que en Estados Unidos o en Europa existen las denominadas enfermeras practicantes, que hacen casi las mismas tareas que hacen los médicos, como en cuidados intensivos, “pero eso casi no lo tenemos”.
Sobre esta realidad, agrega: “El país no se ha detenido a evaluar la importancia de las enfermeras y enfermeros en el sistema de salud y si a eso le sumamos las auxiliares de enfermería, montaríamos un gran equipo de lo que se llama el cuidado del paciente”.
Otro caso que pudo convertirse en fuga de talento se conoció cuando llegaron las ayudas humanitarias de Emiratos Árabes al país, pues trascendió que un grupo de médicos y enfermeras estaba listo para ir a atender la pandemia en el emirato; no obstante, el viaje no se dio por trámites legales, pero, a juicio de Acesi, “es un ejemplo de que se van para otros lados porque buscan mejores condiciones económicas para sus vidas”. Además, agrega que “si no se mejoran las condiciones, sobre todo en áreas apartadas, vamos a seguir teniendo falencias por las migraciones”.
¿Y qué hacer?
Lo primero, de acuerdo con los consultados, es mejorar las condiciones laborales de ellos, es decir, que haya una formalización y vinculación directa con las compañías con las que trabajen, pues la tercerización o los contratos de prestación de servicios hace que estén en desventaja con otros profesionales, según expresa el presidente de la Federación.
“El covid desenmascaró y desnudó de manera trágica el sistema de salud: un mercado financiero con la disculpa de la salud”, dice Isaza Villa. Otro aspecto a tener en cuenta, de acuerdo con Marta Ramírez, directora de la IPS Universitaria, tiene que ver con la educación, al asegurar que esto “pasa por no solo llegar a indicadores que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 25 médicos por 10.000 habitantes, sino por mejorar la calidad del talento humano en salud”.
Al respecto, la OMS señala que “las autoridades nacionales pueden centrarse en el aumento rápido de la productividad de los programas de formación teórica y práctica, las medidas para mejorar la contratación, el desempeño y la fidelización de los trabajadores (sobre todo en las zonas rurales y desatendidas) y las acciones para corregir los desequilibrios de la distribución de aptitudes en el marco de la atención primaria de salud”.
La tarea está identificada y, según los analistas consultados, responder a ese pendiente debería ser uno de los aprendizajes a tener en cuenta al superar la pandemia: “Es una deuda”.
8.016
médicos se graduaron en Antioquia entre 2011 y 2018, según el Mineducación.