La paz que volvió noticia a Buenaventura a finales de 2022 y principios de este año no le duró mucho a Camilo*, que este martes estaba buscando en qué casa dormir porque teme ir a la suya, ni a decenas de líderes que, como él, están amenazados por al menos tres grupos armados que se disputan a muerte ese territorio.
Tanto a Camilo* como a las autoridades les preocupa una misma premisa que hoy tiene en vilo al país: ¿Cómo es que el territorio que posó como un éxito de la paz total ahora está en crisis y ad portas de ser militarizado?
En tan solo ocho meses, la ciudad pasó de reportar un 72% en la reducción general del crimen a vivir una batalla campal en la que dos bandas se amenazan con publicaciones y tiroteos. Esa histórica tregua entre los Shottas y los Espartanos –los dos grupos más grandes y peligrosos del puerto– parece haber pasado a un segundo plano con la amenaza de los autodenominados “Nuevo Jalisco”, un grupo que promete abrirse espacio a fuego para quedarse con las economías ilícitas de esa ciudad.
Pero la crisis de esa paz total que antes sirvió de ejemplo de país no solo se vive en el Valle del Cauca. A más de 1.000 kilómetros de ahí, en Cúcuta, Norte de Santander, las autoridades también reportan una grave situación de orden público que involucra al Ejército de Liberación Nacional, ELN.
Pese a que la guerrilla atraviesa por un momento clave en el que ordenó cesar el fuego contra las Fuerzas Militares, decidió celebrar su aniversario número 59 llenando las vías de pancartas y, presuntamente, ubicando cilindros y explosivos que atormentan a la población.
Con todo eso, varios de los puntos claves de la paz total del presidente Gustavo Petro flaquean. ¿Qué hará el Gobierno para contener la crisis y salvar su bandera política más importante?
¿Militarizar el puerto?
La calma en Buenaventura fue real y duró un poco más de 7 meses. “Había un par de ruidos y crisis, pero la gente sí sintió el alivio con la tregua entre Shottas y Espartanos”, cuenta un periodista local que ha cubierto el conflicto en territorio.
Luego empezaron a escuchar rumores y llegaron dos panfletos que hablaban de un nuevo grupo y de represalias. “No creímos mucho, pensamos que quizás eran de esos panfletos que en realidad no los hace un grupo armado, sino gente con otros intereses”, dijo.
Pero la amenaza resultó ser real. Este domingo se conoció un video en el que un grupo llamado “Nuevo Jalisco” aseguró que abriría guerra contra Los Espartanos para quedarse con el territorio.
Y la cosa no paró ahí. En respuesta, un grupo grande de jóvenes armados publicó otro video en el que gritan “los vamos a defender a sangre y fuego” mientras insisten en que ningún grupo mexicano se apoderará de lo que es suyo.
“Por su puesto que eso ha llenado de miedo a la gente. Imagínese usted que llegue un montón de hombres armados a su barrio a amenazar a otros grupos. Es verdad que la gente no está saliendo en las noches, que están cerrando negocios temprano. (...) hay mucha incertidumbre”, dice el reportero.
Y lo mismo piensa Camilo*, cuyo nombre es reservado por cuestiones de seguridad, quien asegura que su labor como líder lo tiene al borde del colapso porque no ha podido ver a su esposa hace una semana: “No nos queremos encontrar porque creemos que la están siguiendo para encontrarme. La esperanza es que llegue más pie de fuerza rápido. No estoy de acuerdo con que militaricen la ciudad, pero sí con que traigan más Policía porque es que ya es necesaria”, dice.
Y en eso coincide el secretario de Gobierno y Seguridad Distrital, Arlintong Agudelo Rentería, quien dijo en diálogo con EL COLOMBIANO que la Alcaldía está a la espera de las medidas que dispondrá el Gobierno.
“Pensamos desde la administración distrital que faltó solemnidad, celeridad en los compromisos por parte del gobierno nacional; esperamos que esta vez aprendamos la lección, y entendamos que estas oportunidades en las que podemos construir país y podemos sembrar semillas de paz se consoliden en el marco de la institucionalidad, la constitución, y la ley. Nosotros pensamos que más que militarizar la ciudad es primero militarizar la vía Cali - Buenaventura para garantizar el acceso y la respuesta de la Fuerza Pública. Segundo, robustecer las tres fuerzas legítimas del Estado que tenemos en Buenaventura: el Ejército, la Segunda Brigada de Infantería de Marina y la Policía”, dijo el secretario.
Mientras eso ocurre, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, dijo que aún no se tomará la medida de militarizar la ciudad o partes de ella, pero que realizará un consejo de seguridad extraordinario este jueves en el puerto para analizar la respuesta institucional.
Como medida inicial, la Policía ofreció hasta 200 millones de pesos para dar con el paradero de las personas que grabaron los videos que hoy intimidan a la comunidad.
La ofensiva del ELN
Además de Cúcuta, el ELN también desplegó banderas, afiches y marcas por varias zonas del país, incluida Antioquia, en alusión a su grupo armado y a su “lucha” contra las fueras paramilitares.
El mensaje, que se hizo por el aniversario fundacional de la guerrilla, no cayó nada bien en medio de las negociaciones, pues es, cuando menos, una contradicción enorme.
Mientras por un lado la guerrilla ordenó un cese al fuego nunca antes visto en su historia, por el otro empapeló las ciudades y ubicó cilindros explosivos que pusieron en jaque las autoridades de Cúcuta y Norte de Santander.
En ese mismo departamento, la guerrilla asesinó a tres militares: dos en Zulia, mientras desayunaban, y otro en Tibú, quien fue baleado por un francotirador mientras él prestaba labores de vigilancia.
Hasta ahora, ni el alto comisionado para la paz, Danilo Rueda, ni el jefe de Estado se han pronunciado sobre este hecho ni sobre si habrá algún llamado en la mesa de negociación para que cesen también ese tipo de actividades.
Lo que sí ha hecho Rueda es pedirle a los grupos armados que cesen la violencia y las balas. Lo mismo que les pide Camilo*: “que dejen de dispararnos noche y día porque aquí ya no hay quien duerma pensando en eso”.