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Sor Gloria Narváez se reunió con el Papa después de su liberación

La monja fue reconocida internacionalmente por soportar el flagelo del secuestro en Malí.

  • Gloria Cecilia Narváez
    Gloria Cecilia Narváez

La monja Sor Gloria Cecilia Narváez, recién liberada de su secuestro de cuatro años y ocho meses por grupos yihadistas en Malí, se encontró con el papa Francisco antes de que comenzara la misa dominical que daría inicio al Sínodo de los Obispos en la Basílica de San Pedro, en Roma.

La mano del papa se posó sobre la cabeza de Sor Gloria, que seguramente tenía una sonrisa enorme debajo del tapabocas azul que traía puesto. Su gesto de felicidad solo podía adivinarse en sus ojos negros y pequeños, que miraban de fijo al Sumo Pontífice. Francisco le dio su bendición y una sonrisa de vuelta.

“¿A qué te aferraste en todo este tiempo?”, le preguntó el papa. “A Dios (...) Muy duro”, respondió Sor Gloria.

Aunque breve, el encuentro que sostuvieron los dos religiosos le dio la vuelta al mundo. La comunidad católica no para de agradecer que Sor Gloria, quien actualmente tiene 59 años, haya recuperado su libertad.

De hecho, la Congregación de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, a la cual pertenece Sor Gloria, recibió con júbilo la noticia de su liberación. En Pasto, la ciudad natal de la monja, numerosas religiosas de su congregación resaltaron la fe con la cual soportó los dolores del cautiverio durante estos años.

Una vida de misiones

Monseñor Mario Álvarez, presidente de la Comisión de Misiones del Episcopado, y quien fue una de las primeras personas en confirmar la liberación de Sor Gloria, la describió como una mujer valiente y resaltó sus labores como misionera de la iglesia católica.

Sor Gloria se entregó a la vida religiosa a finales de los años noventa y dedicó sus esfuerzos a la educación durante buena parte de su carrera. Una de sus últimas labores fue fungir como directora de un colegio de Samaniego, en Nariño.

Luego pasó a hacer misiones con la iglesia católica en distintas partes del mundo. Primero en Michoacán, México y más tarde en Benín, un pequeño del occidente de África que se encuentra entre Togo y Nigeria. Así se lo contó la hermana Noemí Quesada, ex Superiora General de la Congregación de Sor Gloria, a la Agencia la oficina de prensa de la Santa Sede. Quesada añadió que su papel siempre fue el de educadora y que luego fue enviada a Karangasso, Malí, donde apoyó un proyecto de alfabetización que incluía a más de 700 mujeres.

“(En Malí) ella estaba con grupos de tribus muy marginadas. Tenía mucho que ver con niños, adolescentes y personas mayores”, aseguró monseñor Álvarez. “Es una labor que detrás tiene mucho coraje: se fue de su país y renunció a todo lo suyo por irse a tierras extrañas”, puntualizó.

De hecho, fue en esas tierras extrañas donde Sor Gloria fue secuestrada por hombres de un grupo yihadista afiliado a Al Qaeda, que irrumpieron en una parroquia, se la llevaron y le quitaron la libertad que no recuperaría sino hasta cuatro años y ocho meses después.

El dolor de su secuestro

No fueron muchas las noticias que se tuvieron de Sor Gloria mientras estuvo en cautiverio, además de un par de pruebas de supervivencia que fueron conocidas por la iglesia católica y por su familia en estos largos cuatro años.

No obstante, Edith Blais, una mujer canadiense que acompañó el cautiverio de la religiosa durante cinco meses, habló de su entereza y su generosidad. Junto con su esposo, Blais logró huir del grupo yihadista que también los tenía secuestrados.

En agosto pasado, la Agencia Fides publicó una carta de Blais en la cual recordaba sus momentos juntas. “Compartió conmigo todo lo que tenía”, recordó. . “La hermana Gloria me ayudó mucho durante mi encierro en el desierto”, agregó Blais, quien junto con su esposo escapó a pie por el desierto del grupo yihadista que los mantenía secuestrados.

La canadiense además, dio una triste descripción de las impresión que le causó el estado de la religiosa en su cautiverio. De hecho, aseguró que tenía la impresión de que Sor Gloria estaba “profundamente afectada por el síndrome de estrés postraumático y se encontraba sola. El sufrimiento que siente es grande, pero se mantiene fuerte. No pierde la esperanza”.

Y fue esa esperanza, precisamente, la que mantuvo a Sor Gloria con vida, le dio fuerzas para soportar el secuestro y la llevó a darle su testimonio de coraje al mismo papa Francisco .

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