El 31 de julio se conoció que David “Coco” Estiven Fernández, un joven que había pertenecido a la primera línea durante el paro nacional en 2021, y también consejero de juventud de Bogotá, fue asesinado en medio de la guerra interna que hay dentro de estructuras insurgentes.
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Néstor Gregorio Vera, alias Iván Mordisco, máximo jefe del autodenominado Estado Mayor Central (EMC) aseguró que este joven de 25 años fue asesinado por el grupo rival bajo el mando de Alexander Díaz Mendoza, alias Calarcá.
Luego de conocerse esta noticia, Angélica Soler, madre de David “Coco” Fernández, clama por justicia y verdad. Su historia, marcada por la incertidumbre y el dolor, conmocionó al país.
Coco fue visto por última vez en noviembre de ese año. Días después, rumores sobre su supuesto ingreso a un grupo guerrillero comenzaron a circular, incluso con declaraciones de figuras políticas. Sin embargo, su madre asegura categóricamente que a su hijo lo reclutaron por la fuerza.
“El día que él se desapareció fue el sábado 26 de noviembre del 2022. Yo lo vi el viernes, el 25, ese día comimos juntos. El sábado, cuando yo llegué del trabajo, después del turno de 6 de la mañana a 2 de la tarde, yo pensé que él ya había almorzado y que estaba en la habitación, pero cuando entré él no estaba, pero había dejado el celular y el computador encendido, también dejó unos papeles y un libro de la universidad encima del escritorio, y de ahí no volví a saber más nada de él”, aseguró Soler en diálogo con Semana.
”No entiendo de dónde sacaron la información que mi hijo se fue voluntariamente. A él lo obligaron a irse para allá”, agregó.
Siete meses después de su desaparición, Coco se comunicó con su madre para pedir ayuda, revelando que había logrado escapar del grupo armado. Lamentablemente, su breve esperanza se desvaneció cuando perdió nuevamente el contacto con su hijo.
El caso de Coco adquiere mayor relevancia al conocerse que el joven había solicitado medidas cautelares ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos debido a amenazas de grupos paramilitares. A pesar de esta protección, fue víctima de la violencia.
“La última vez que pude hablar con él fue el 7 de junio de 2023, el día en el que mi hijo se les escapó a ellos. Me dijo que había caminado toda la noche, me dijo, ‘mamita, por favor ayúdame, no crea en nada de lo que dicen las redes sociales’. Yo en ese momento logré comunicarme con una fundación y con el CICR (Cómite Internacional de Cruz Roja), pero de nada sirvió porque quizás cuando se iba a hacer algo ya lo habían ajusticiado”, aseguró Angélica Soler para ese medio.
Angélica Soler recuerda a su hijo como un joven comprometido con los derechos de la juventud y con un gran deseo de ayudar a los demás. “Él a toda hora quería colaborarle a la gente”, expresó con la voz entrecortada a ese medio de comunicación.
“Ya se imaginarán uno como madre, qué puede sentir. Yo me siento impotente, no sé a dónde más ir. Me siento con rabia saber que mi hijo trabajó con Petro, con Francia, con Gustavo Bolívar, con todos ellos, y nadie ha sido capaz de comunicarse conmigo a preguntarme si tengo, aunque sea para tomarme un vaso de agua”, sostuvo Angélica.
Y suplica: “Yo lo que necesito es el cuerpo de mi hijo, ya me lo mataron, lo único que pido es el cuerpo. Ya nadie lo va a volver a parir porque yo fui la única que lo parí”.
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La desaparición de David “Coco” Fernández generó un gran debate sobre la situación de los jóvenes líderes sociales en Colombia y la necesidad de garantizar su protección. Su madre continúa buscando respuestas y justicia, mientras la sociedad exige que se esclarezcan los hechos y se encuentren a los responsables.