Así lo anunció el alcalde Carlos Fernando Galán, quien sostuvo que se busca hacer un aprovechamiento de las aguas lluvias para hacer frente a épocas de sequía.
Por cuenta de las inundaciones que se registraron esta semana en Bogotá, y con miras a aprovechar el agua de las precipitaciones ante los racionamientos, este viernes el alcalde Carlos Fernando Galán anunció que pondrá en marcha un sistema para recoger aguas lluvias en más de 30.000 viviendas.
Según el mandatario capitalino, la idea es implementar el programa en los próximos cinco meses de cara a aprovechar el líquido y hacerle frente a los racionamientos que se realizan de forma escalonada en diferentes sectores de la ciudad.
“Es fundamental avanzar en el aprovechamiento de aguas lluvias. Este proyecto permitirá intervenir cerca de 30.000 viviendas en un plazo de cinco meses, pero no es algo que se pueda hacer en pocos días”, declaró Galán desde el Puesto de Mando Unificado (PMU) que se instaló en el Multiparque de la Autopista Norte con calle 224, uno de los sectores más afectados por las inundaciones.
De acuerdo con el alcalde, se trata de equipos de diversas características que deberán ser adecuados según el tipo de vivienda. Por ello, el programa estará liderado por la Secretaría de Hábitar. “(Esa adecuación) tiene un costo cercano a los dos, tres o más millones de pesos”, agregó.
Se prevé además que, buscando seguir aprovechando las aguas lluvias, en las 75.000 soluciones de vivienda en las que trabaja el Distrito se implementen sistemas similares. “Tendrán todas soluciones que aprovechen aguas lluvias o grises”, precisó.
Por otro lado, el alcalde destacó que el sistema Chingaza, fundamental para abastecer de agua a la capital, registró un aumento de sus niveles gracias a las recientes lluvias. “El sistema Chingaza subió cerca de un millón de metros cúbicos de agua durante el día. Hemos visto una tendencia sostenida de aumento en el nivel del sistema”, explicó.
Galán señaló que, gracias a las lluvias y a las medidas de restricción, “tenemos hoy un margen mayor” para hacer frente a las sequías. “Debemos mantener el esfuerzo para garantizar el abastecimiento de agua en Bogotá el próximo año”, puntualizó.
Hace casi 30 años, desde 1997, en el norte de Bogotá no se registraba un nivel de lluvias tan intenso como el registrado el pasado miércoles. El torrencial aguacero fue de tal calibre que provocó sendas inundaciones, colapsó la movilidad y afectó a centenares de personas, entre ellas al menos 121 menores.
Si bien diferentes zonas de la capital resultaron afectadas por las lluvias, las miradas se centraron en la Autopista Norte, entre calles 170 y 245, donde el agua alcanzó niveles inéditos y paralizó el flujo vehicular. Se trata de uno de los corredores viales más importantes de la ciudad, que comunica a Bogotá con municipios cercanos como Chía, Tenjo, Zipaquirá o Sopó.
La zona está atravesada además por un importante sistema hídrico que abarca los humedales Torca y Guaymaral, cuyas conexiones ecológicas se extienden hasta la Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de Bogotá y la Reserva Forestal Regional Thomas Van Der Hammen.
En búsqueda de un equilibrio que permita armonizar el medio ambiente con el tránsito vehicular –considerando que por la Autopista se movilizan centenares de rutas escolares–, a mediados de 2023 la concesión encargada de operar el corredor (Concesionaria Ruta Bogotá Norte) le pidió a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) una licencia ambiental.
El objetivo era ampliar ambas calzadas de la Autopista, mejorando y rehabilitando la vía desde la calle 191 hasta la calle 245. Sin embargo, a principios de año esa entidad negó la solicitud –es decir, frenó la obra–, y ratificó su determinación en mayo pasado. ¿La razón? Según la ANLA, la información técnica presentada por la concesionaria en el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) fue insuficiente.
