Los fabricantes y vendedores de pólvora trabajan sin descanso casi todo el año para hacerse su diciembre a costa de la salud y tranquilidad de miles de personas. Preparan con meses de antelación las estrategias para la fabricación clandestina y para tejer las complejas redes de distribución a lo largo del departamento y varias partes del país. Incluso montan empresas fachadas para poder importar elementos necesarios como el clorato de potasio para la fabricación de pirotecnia.
Sin embargo, la respuesta institucional es el silencio y la inacción durante once meses del año hasta que en vísperas de diciembre sacan alguna exigua campaña mediática con la que pretenden combatir un problema enquistado en la sociedad antioqueña.
Las lesiones por utilización de pólvora son un asunto de salud pública prioritario al punto que desde el Instituto Nacional de Salud y las secretarías departamentales emiten cada año alerta epidemiológica así como lo hacen con el dengue y la desnutrición, por ejemplo. No obstante, para enfrentar estas problemáticas alcaldías y gobernación coordinan durante todo el año protocolos y campañas, lo que no ocurre para enfrentar el tema de la pólvora que cada año ve aparecer campañas de bajo impacto en diciembre cuando ya los casos de personas lesionadas se cuentan por decenas.
Entre diciembre de 2022 y enero de 2023 un total de 103 personas en Antioquia resultaron lesionadas por pólvora. Las cifras, en lugar de disminuir, aumentan. En 2019 fueron 71, entre 2020 y 2021 fueron 73, entre 2021 y 2022 se contabilizaron 108 y entre 2022 y enero de este año fueron 103. Es claro que la forma de afrontar el problema es atronadoramente ineficaz.
Este año llegaron primero las víctimas y las incautaciones que las campañas. A mediados de septiembre pasado la explosión de la polvorería clandestina en una casa en Rionegro dejó dos personas muertas, 25 heridas y cientos de millones en daños y pérdidas. Y eso que las autoridades encontraron 500 kilos de pólvora que no alcanzaron a estallar.
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Pero los delincuentes no dan tregua. Hace tres semanas incautaron una tonelada de pólvora en La Ceja y esta es apenas una fracción de la que alcanza a llegar a las calles. Entre el 27 y el 29 de octubre la ciudadanía en varios sectores de Medellín como Laureles, Robledo, Belén y en barrios del Nororiente reportó la quema de miles de voladores y pirotecnia durante más de una hora.
Lo mismo ocurrió durante este puente festivo no solo en Medellín sino en varios municipios de Antioquia. Y la alborada está a escasos 23 días.
Consultadas la Gobernación y la Alcaldía de Medellín respecto a qué estrategias de fondo han adelantado a lo largo del año para enfrentar este problema, desde el Distrito señalaron que Medellín en cabeza de la Secretaría de Salud comenzó a desarrollar “una estrategia metodológica, operativa, y financiera para desplegar en la temporada de fin de año, la campaña de prevención contra el uso de la pólvora y prevención en la manipulación de líquidos calientes”.
La Gobernación señaló que han venido implementando la campaña “Mejor sin pólvora”, durante el cuatrienio, así como publicaciones en redes y actividades en territorio. Ninguna de las dos entidades entregó evidencias de estas “estrategias”.
Desde la máxima autoridad departamental no aclararon cuándo arrancará su campaña de fin de año ni en qué consistirá. La Alcaldía anticipó que desarrollarán actividades como “puestas en escenas donde el mensaje de prevención queda explícito”. También manifestó que cada dependencia como el Dagrd se sumará con acciones específicas, en este último caso, harán actividades para evitar el uso de globos aerostáticos.
También respondió que piensan llegar a las instituciones educativas. Aunque no se sabe muy bien cómo piensan hacerlo porque aseguran que la campaña comenzará en la tercera semana de noviembre y por esa fecha ya la mayoría de estudiantes estará en vacaciones.
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Queda claro que las autoridades desperdiciaron otro año para emprender las transformaciones culturales necesarias contra un problema de salud pública y ambiental de primer renglón como es el uso de pólvora que satura los maltrechos servicios hospitalarios; mutila el capital social, pues el 90% de los lesionados son personas menores de 40 años (el 40% menores de edad); arrasa con cientos de aves silvestres y mata y enferma a cientos de animales domésticos; enferma y agrava a niños, adultos mayores, pacientes y personas neurodiversas.
Esto no se soluciona con campañas de última hora.