La mujer más longeva de la que se tenga registro tiene 120 años y vive entre las montañas de Antioquia. Con este titular, que prometía darle la vuelta al mundo, un equipo periodístico de EL COLOMBIANO viajó 7 horas y 232 kilómetros, hasta el casco urbano del municipio de Peque, occidente del departamento.
Luego, dos horas más de travesía por una trocha de 20 kilómetros que surcó las montañas que trazan los límites entre Peque y Buriticá hasta llegar a Urarco. Ahí estaba ella, afuera de la vivienda de tapia, sentada en una banca de madera que le permitía evadir los rayos del sol.
María Froilana Higuita de Taborda, la protagonista de esta historia, espulgaba una montañita de frijoles rojos y descartaba los que no pasaban la prueba de calidad. A su alrededor había ocho gallinas inquietas, dos gatos perezosos, un perro famélico y la compañía infalible de Luis Carlos, el menor de los tres hijos que tuvo y quien ya es un adulto mayor de 70 años con severos problemas de visión.
La que sería la única mujer viva nacida en el siglo XIX (1898), no esperaba visita. Tenía una olla a fuego lento dentro de la cocina de leña y se preparaba para pasar un día más, o un día menos, en el humilde rancho donde vive en el occidente antioqueño.
“Nosotros no tenemos familia por aquí. Antes mantenían por estos lados pero ya ninguno viene”, cuenta la mujer, que perdió a su esposo en la época de la violencia política de los años 50 y que va esparciendo los recuerdos de su vida en el campo como una colcha de retazos.
Rubiela es una vecina de la vereda La Playa y la visita cada ocho días. Suele llevarle una libra de arroz y algo de café para que María Froilana y su hijo esquiven el hambre:
“Desde hace más de 40 años, María Froilana y Luis Carlos han vivido acá. Antes la casita era de barro. Ella nunca ha cultivado ni ha tenido nada, pero antes madrugaba todos los días (5:00 a.m.) a recorrer a pie limpio unas fincas que hay en las montañas y recolectaba un frijol que crece como si fuera maleza. También, cuando estaba más alentada, hacía tamales para vender. Me sorprende lo vieja que está a comparación de uno y uno está más jodido que ella”.
La precariedad en la que viven María Froilana y Luis Carlos es mayor si se tiene en cuenta que a pesar de tener agua y luz, la vivienda no tiene servicios sanitarios. Es decir que para cualquier necesidad fisiológica tienen que ir al monte: subir la falda de la montaña para bajarse los pantalones.
Rubiela no es la única vecina que le ayuda. Otros campesinos que habitan la zona les llevan algo de comida a los dos adultos mayores. Todos los conocen y dan fe de su humildad, pero nadie sabía que la vecina era sospechosa de ser portadora de un récord mundial en longevidad.
El principio del rumor
Tremenda sorpresa se llevaron, en marzo pasado, los empleados del hospital San Francisco de Peque cuando recibieron en el centro médico a una mujer que arrastraba problemas de salud y notaron que, según el documento de identidad, la paciente tenía 120 años.
La mujer se identificó como María Froilana Higuita de Taborda y detalló los dolores que la atormentaban y que la hicieron abandonar la tranquilidad de su casa para que un médico la revisara. Allí estuvo cinco días hospitalizada.
Por esos días se replicaba en los medios nacionales la noticia de que una adulta mayor que vivía en Barrancabermeja, identificada como Sara Corzo, era nacida en 1901 y acababa de cumplir 118 años, lo que la convertía en la mujer más longeva del mundo de la que se tuviera registro.
En Peque hicieron cuentas y notaron que María Froilana sería mayor que la centenaria anciana de Barrancabermeja, por lo que acudieron al registrador municipal, que le volvió a tomar las huellas dactilares y envió el caso a investigación a Bogotá.
En el pueblo, mientras tanto, el chisme se regaba como pólvora y todos especulaban sobre si tendría o no la edad que reseñaba el documento de identificación.
Misterio resuelto
El caso evolucionó rápido. La Registraduría Nacional del Estado Civil recibió el pasado 28 de marzo el trámite de renovación de cédula de María Froilana, la mujer en Peque que tendría 120 años.
Alfredo Posada Viena, registrador delegado para el Registro Civil y la Identificación, calificó el hecho como atípico y como una extraña coincidencia que ocurrió hace 62 años, cuando las mujeres comenzaron a cedularse, en un entorno rural:
“Hay que detallar que la mujer adelantó el trámite de cedulación en 1957, cuanto se realizaba de manera manual. La información que tenemos es que en la Registraduría de Buriticá se presentaron el mismo día a expedir la cédula de ciudadanía dos mujeres que tenían exactamente el mismo nombre. Ya usted puede deducir el grado de coincidencia, es como si todos los astros se hubieran alineado en un caso”.
Es decir que dos mujeres llamadas María Froilana Higuita de Taborda (mismos nombres e idénticos apellidos) tramitaron la cédula el 17 de junio de 1957, lo que ocasionó que el registrador de la época trocara dos de los datos: la fecha de nacimiento y las huellas.
Este hecho motivó que el documento de identidad que le entregaron a la protagonista de esta historia, tuviera su foto y sus datos personales correctos pero una fecha de nacimiento que correspondía a una homónima, quien era 31 años mayor que ella.
Para acabar de ajustar las cédulas de las dos mujeres quedaron expedidas de manera consecutiva: es decir que solo difieren en el último de los ocho dígitos y como en el entorno más cercano nadie sabía leer, solo se percataron del error luego de varios años.
¿Qué dice la familia?
Rosa Higuita de Taborda tiene 83 años, es la única hermana viva de María Froilana y conoce de primera mano la confusión que ocurrió con los documentos de identidad de dos miembros de la familia:
“Lo que pasó fue que mi mamá fue madre soltera (cuatro hijos) y por eso nosotros quedamos solo con los apellidos de ella. Para acabar de ajustar, mi hermana se llamaba igual que mi tía y fueron a sacar la cédula juntas. Ahí fue que les intercambiaron la edad: una quedó 31 años más joven (la tía) y la otra 31 años más vieja (la sobrina)”, detalla sin recordar exactamente en qué año fue que murió la tía que era homónima de su hermana.
Por su parte, María Froilana, la mujer nonagenaria que vivió más de 60 años con más edad de la que tenía, ahora enfrenta un atasco legal porque no tener el nuevo documento le impide acceder al subsidio para la tercera edad.
Por ahora no es la mujer más longeva del mundo pero sí le sale ese dicho que repiten las personas vanidosas cuando cumplen años y se resisten al inexorable paso del tiempo:
-¿vieja? vieja mi cédula .
1898
era el año de nacimiento que tenía registrado en la cédula María Froilana Higuita.