Hay un consenso esparcido entre académicos y aficionados literarios que dice que la tradición literaria antioqueño ha sido marcada por tres escritores: Tomás Carrasquilla, León de Greiff y Manuel Mejía Vallejo. Pero hoy, en 2024, se sabe bien que la tradición fue escrita y cotejada por hombres y que, si bien en cada momento hubo grandes escritoras, una vez muertas el revisionismo las sacó de taquito, las arrojó por la borda. Por eso es raro y torpe que ahora, cuando la Gobernación de Antioquia propone un recorrido turístico literario y cultural salgan con una lista bien masculina, sin una sola mujer. ¿Quién estuvo detrás? Aquí, y con la ayuda de colegas que hicieron su aporte en X —la periodista Ana Cristina Restrepo y la artista y calígrafa Natalia Calao—, les presentamos una lista alterna que quizá pueden tener en cuenta.
A la ruta de turismo literario propuesta por la Gobernación —una idea plausible— le hace falta al menos una veintena de escritoras en varias subregiones. Esta vez no fue un poeta el que se coló en una antología de escritoras antioqueñas, como ocurrió hace siete años cuando la Gobernación de Antioquia publicó un homenaje a autoras del departamento incluyendo a Helí Ramírez, el poeta de Castilla. Esta vez fue una ruta turística para redescubrir la literatura antioqueña en la que no cupo ninguna escritora. Incluyeron fundamentales y reconocidos nombres, sí, y algunos otros interesantes —lo que revela en lo que se pensaba cuando armaban la lista—, aunque poco explorados, pero todos hombres.
Se puede suponer que en los tres o cuatro meses en los que el equipo de la Secretaría de Turismo de la Gobernación de Antioquia (que tras la reestructuración del gobernador pasa a ser solo una dirección) estuvo demasiado embebido sacando adelante una propuesta – necesario, sin dudas – para recuperar y conservar un rico patrimonio literario, y a nadie se le ocurrió hacer una pausa para advertir que a esa ruta de 18 paradas y 23 nombres le faltaban escritoras.
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La ruta propuesta para los interesados en conocer una parte del departamento desde esta particular mirada literaria fue la siguiente: en Nordeste, podrá ir a Santo Domingo y a Yolombó para caminar los pasos de Tomás Carrasquilla y Francisco de Paula Rendón. Si el viaje es al Suroeste, la oferta literaria es amplia en Fredonia (Efe Gómez y Rodrigo Arenas Betancur), Jericó (Manuel Mejía Vallejo), Valparaíso (Tartarín Moreira), Concordia y Titiribí (Ñito Restrepo y Salvo Ruiz), Andes (Gonzalo Arango y Juan de Dios el Indio Uribe), en Bolombolo (León de Greiff y William Jaramillo) y Pueblorrico (Jaime Jaramillo Escobar X504).
La ruta continúa en Envigado (Fernando González y Manuel Uribe Ángel), Rionegro (Juan José Botero y Baldomero Sanín), La Ceja (Gregorio Gutiérrez), Angostura y Santa Rosa (Porfirio Barba Jacob) y Yarumal (Epifanio Mejía). Y finalmente en el Occidente, la ruta incluye parada en Santa Fe de Antioquia para conocer la obra literaria de Jorge Robledo, Juan del Corral y Julio Vives Guerra.
Pero una vez anunciado el recorrido turístico el pasado viernes 25 de septiembre, semejante error no pasó por alto entre la ciudadanía. En cuestión de minutos, y a punta de hilos colaborativos, varias personas en redes sociales, incluyendo reconocidas autoras, armaron una extensa lista y afloraron nombres de escritoras de diversas épocas y estilos. Muchos de ellos conocidos y algunos otros con la reivindicación pendiente.
La artista Natalia Calao hizo un ejercicio, apoyada por varias personas, con el que logró seleccionar 27 autoras. Una recopilación que fue ponderada, entre otras voces, por la escritora Pilar Quintana, quien aprovechó para recordar que las obras de muchas de ellas se pueden leer en la Biblioteca de Escritoras Colombianas, cuya primera entrega salió en 2021 y que en 2025 tendrá la segunda.
Desde la Gobernación respondieron a EL COLOMBIANO sobre la falta de escritoras en sus rutas literarias y aseguraron y que se trata de un proyecto “planeado en dos tiempos: primero dar a conocer un grupo de escritores y luego otro; en el primero no hay mujeres. En el segundo están: María Cano y la Santa Madre Laura Montoya Upegui. Acogemos el llamado de atención que nos hace el Gobernador y en su segunda etapa, además de María Cano y la Santa Madre Laura Montoya Upegui, estarán escritoras antioqueñas históricas como Lucila González de Chaves, entre otras”.
Además, aseguraron: “La Secretaria de las Mujeres apoyará la creación de una ruta metodológica para identificar los municipios, las regiones y las mujeres representativas en diferentes disciplinas del arte, la escritura, música, danza, saberes ancestrales y la cultura. Será una construcción colectiva que cuente con la mirada de grupos de mujeres artistas, la academia, alcaldes y alcaldesas. Vamos a sumar a esta ruta literaria mujeres escritoras, y además, otras expresiones artísticas que den cuenta de la participación de las mujeres, su legado, su trayectoria y de su valor en la cultura de Antioquia. Hay grandes potencialidades”.
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Una ruta de mujeres
Incluyendo solamente escritoras cuya actividad abarcó más o menos desde mitad del siglo XX hacia atrás, la lista da para tener una ruta con el doble de paradas a la inicialmente propuesta Gobernación de Antioquia. Solo por mencionar algunos nombres: Santa Laura Montoya, cuya faceta como escritora todavía está ampliamente inexplorada. De la santa nacida en Jericó se conserva una completa antología epistolar con políticos, medios de comunicación, líderes religiosos y sociales que conforma una interesante visión religiosa, filosófica, social, política y hasta etnográfica de la misionera católica. La Madre Laura es autora del libro Voces místicas de la naturaleza (1935), en el que plantea un interrogante que, nueve décadas después, daría para un extenso debate con un sinfín de aristas: “¿Para qué iglesia con toda esta selva?”.
También es fundamental en esa lista el nombre de Isabel Carrasquilla, rebelde y prolífica escritora, hermana del autor de La Marquesa de Yolombó. Isabel Carrasquilla nació en San Domingo y en una época en la que las mujeres ni siquiera eran consideradas ciudadanas, se empeñó en construir su propia obra literaria, incluso contra la opinión de su hermano Tomás para quien la literatura “no era cosa de mujeres”. La escritora Pilar Quintana, quien dirige el proyecto Biblioteca de Escritoras Colombianas, dice sobre Isabel que su hermano incluso la obligó a publicar sus obras de teatro con seudónimo, y cuando esta se atrevió a publicar una novela, él la mandó a recoger para que no quedara rastro y no lo silenciara.
Es cierto, Isabel escribió durante años con el seudónimo “Equis”, para que el nombre de mujer y el desdén de la sociedad de la época no fuesen el rasero para valorar la calidad de su obra. Hasta su muerte, en 1941, escribió cuentos, dramas, comedias y un libro de viajes escrito en 1936. Sus relatos se caracterizaron por incluir mujeres con personalidades avasallantes y rebeldes en ambientes de represión.
Y la ruta sigue con un importante legado y una historia interesante en cada parada. En Medellín están María Cano, la Flor del Trabajo, que en los 20 hizo parte de un agitado movimiento literario de ideas liberales, y escribió crónicas y poemas para los diarios liberales y socialistas de la época, antes de incursionar de lleno en convulsa vida sindical. En orillas conservadoras también figuran autoras como Sofía Ospina de Navarro, cronista, cuentista y poeta, habitual pluma en periódicos como El Colombiano y El Espectador, y cuyo rescate del legado culinario en Antioquia es un trabajo de culto.
En los años 20, en Medellín, también brillaron Enriqueta Angulo y Fita Uribe. Pero también la ruta lleva hacia el Oriente antioqueño con Adelfa Arango (Concepción), pionera del periodismo cultural; Rosario Grillo de Salgado, nacida en Sonsón, en 1855, y recientemente rescatada del olvido, junto a un grupo de escritoras del Gran Caldas. Rosario fue una autora audaz que se atrevió a escribir hace más de un siglo sobre temas tan complejos como los traumas de la guerra y el maltrato infantil.
El Suroeste, además de la Madre Laura, está representado por Dolly Mejía, poeta jericoana nacida en 1920 y fallecida en el 75, cuya obra, a pesar de su notable calidad literaria, terminó completamente invisibilizada. Precisamente el año pasado, luego de una extensa y difícil investigación (pues en internet no existía nada sobre ella), la filóloga y escritora Olga Echavarría, presentó en la Filbo Aún llueve en Torcoroma, la biografía novelada sobre la autora jericoana, que fue la materialización de años de estudio tras sumergirse en la obra de Mejía que reposa en la Biblioteca Pública Piloto, un trabajo con el cual mereció el reconocimiento en los Estímulos al Talento Creativo del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia, en 2016. Echavarría sostiene que la sociedad le cobró a Dolly Mejía el “atrevimiento” de escribir poesía erótica. También en el Suroeste, Amagá es parada obligatoria para conocer la trayectoria de Lucila González de Chaves, la incansable maestra del idioma.
Sobre el olvido de la Gobernación, Pilar Quintana dijo: “El Canon siempre ha tenido mujeres, solo están ausentes en la época de los cronistas de Indias, desde la colonia tenemos a las primeras escritoras, que hacen literatura conventual. Generalmente, los críticos y académicos de siempre malinterpretaban esa escritura, porque no la conocían. Las mujeres siempre han escrito y tenían lugares destacados; cuando Soledad Acosta de Samper murió, se decretaron tres días de luto nacional, era una mujer que había publicado en otros idiomas, era conocida en toda Latinoamericana y España. Se muere y deja de circular y nadie la vuelve a poner en ningún lado”.
Justo por eso nació la Biblioteca de Escritoras, porque era urgente rescatar las obras de mujeres olvidadas. Conformaron un comité con gran representación femenina y encontraron que había todo un ejercicio académico que hablaba de escritoras: Helena Araujo empezó a estudiar la literatura hecha por mujeres, luego vinieron Montserrat Ordóñez, Luz Mery Giraldo y Paloma Pérez Sastre, esta última expertísima en escritoras antioqueñas. Todo esto para decir que si la Gobernación hubiera tenido un poco de curiosidad, hubieran buscado en Google y ahí encontraban a estas escritoras académicas y también la Biblioteca de Escritoras”.