Los primeros pesos que Edwin Viviero Moreno se ganó trabajando fue cuando bailaba en los semáforos de Medellín. Tenía unos 11 años. Salía del colegio y llegaba al escenario que lo ha visto crecer y ser: la calle.
Con el tiempo fueron llegando otro tipo de oportunidades: presentaciones en fiestas de 15 y eventos culturales en el Centro Cultural de Moravia, el barrio donde vive. El mundo suyo gira alrededor del baile. Su nombre artístico es Deivy Exótico.
Ahora también lo hace en las redes sociales. En TikTok está próximo a alcanzar los dos millones de seguidores. El contenido que publica en las plataformas digitales donde muestra sus coreografías se riega como pólvora. Publica un video día por medio, aproximadamente.
La coreografía “El baile de los pies felices”, dice, fue la que lo llevó a la fama. Es un sonido pegajoso conocido como “ritmo exótico”, que mezcla dancehall, reguetón, salsa choke, champeta y algunos sonidos del Pacífico. Son casi tres minutos de movimientos exagerados de la pelvis y saltos en el aire, los brazos y los pies se mueven como si fueran de gelatina. Hay partes en los que la sincronía de la cabeza, brazos y pies es perfecta.
El video lo publicó hace unos seis meses, era una clase que dio en una academia, un ensayo. Lo compartió en la noche y al otro día, cuando se despertó, sus redes estaban estalladas: llenas de mensajes y notificaciones.
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Hace poco Deivy Exótico comenzó a dar clases de baile gratis a los niños y jóvenes del sector Oasis, cerca a su casa: se reúnen los miércoles y viernes, de 6:00 de la tarde a 8:00 de la noche. Dos horas de clases a las que asisten más de 70 alumnos. “Lo más bonito de ser profe es el cariño, ver esa felicidad en los niños; que ya lo ven a uno como un referente, muchos me dicen que cuando grande quieren ser como yo, seguir mis pasos. Es muy gratificante sembrar esa confianza y amor en personas tan pequeñas”.
En su familia es el único bailarín, aunque sus padres sean de origen chocoano y lleven el ritmo en la sangre. Nació en Medellín hace 27 años y no quiso terminar el bachillerato: estudió hasta el grado sexto. “Para el colegio fui un poco ‘pécora’, malo, no me gustó, por eso me dediqué al baile, pero siempre he tenido en mente terminarlo, me tengo que poner la diez”.
Bailar ha sido, además, un escape. “Desde que me metí en el mundo del baile dejé todas esas cosas malas. El baile salvó a Deivy de malas decisiones, de las drogas, de ser un ladrón, de ser una mala persona, un bebedor, yo era muy toma trago antes. Deivy es felicidad y amor puro”.
La próxima meta que se propuso la está alcanzando con ayuda de su novia, Laura Mesa, y es abrir su academia de baile para formar a muchos más niños y jóvenes de Moravia. Por ahora están en la tarea de encontrar el espacio.
Un rasgo físico muy particular de Deivy Exótico es la barba: siempre la lleva de algún color. Se la pinta desde hace ocho años, la ha tenido verde, azul, morado y amarillo. “Yo soy un loco feliz”, dice. Cuando sale a la calle hay quienes cr een, incluso, que es un extranjero que está de visita: “Se me acercan hablando en inglés, pero me toca decirles que no, que soy paisa”.
Es padre de tres hijos: Valery y Kevin, de ocho años; y la menor es Oriana, de cuatro años. Esta es una nueva generación de bailarines, porque ya siguen sus pasos.
Deivy Exótico ha sido imagen de diferentes campañas publicitarias y participó en los videos musicales de canciones como “Mi Cama”, de Karol G. que fue grabado en Moravia; “Sola”, de Luis Fonsi; y “La Plata”, de Juanes y Lalo Ebratt.
