Cada año la celebración de la Pascua es esperada por devotos judíos y cristianos, y aunque lleven el mismo nombre, la Pascua judía y la cristiana son festividades diferentes que a veces coinciden en el calendario. Lo más importante es comprender que no celebran lo mismo.
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Originalmente la Pascua judía, también conocida como pésaj, en el antiguo Israel era una fiesta agrícola o pastoril que existía en época cananea. Durante siglos, los judíos han celebrado esta fiesta como la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto y los 40 años por el desierto en camino hacia la tierra prometida.
En la antigüedad, la Pascua judía iniciaba en la primera luna llena de la estación de primavera -mientras tanto, el hemisferio norte festejaba el paso del invierno a la primavera- y se sacrificaba un cordero como ofrenda para pedir fecundidad.
Con el tiempo, esta práctica se transformó en una celebración familiar que los judíos conmemoran con una cena familiar llamada Séder (orden, en español), la cual evoca el éxodo egipcio. Esta incluye beber cuatro copas de vino, comer matzá y maror (hierbas amargas) y contar la historia de la esclavitud y del éxodo por medio de la lectura de la Hagadá, uno de los textos más relevantes de la tradición judía.
Pascua cristiana
Mientras que, la pascua cristiana es otro tipo de festejo: los devotos cristianos celebran el gran acontecimiento de la resurrección del Señor Jesús, convirtiéndose en la celebración más importante de la iglesia cristiana.
Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas relatan “la última cena” celebrada por Jesús junto a sus discípulos como una cena de pascua, donde están presentes alimentos de origen judío como el pan ázimo, dos copas de vino y bendiciones, siendo este el anuncio de su propia muerte como un sacrificio pascual, muriendo al mismo tiempo que los corderos sacrificados por los judíos.
Con esta celebración finaliza la Semana Santa, en la que días previos se conmemora la crucifixión y muerte de Jesús y su aparición ante los discípulos.
Con la pascua inicia un período conocido como Tiempo Pascual, que dura cincuenta días y finaliza el Domingo de Pentecostés. Según las Sagradas Escrituras, con la pascua Dios da a los cristianos la esperanza de resurrección al representar el regreso de Cristo entre los muertos.
Según un artículo de la Universidad Nacional de Colombia, esta celebración entrega a sus devotos el amor de Jesús, la eucaristía como fuente de unión con él y la alegría de la resurrección.
“Vivir la Semana Santa es entrar cada vez más en la lógica de Dios, en la lógica de la Cruz, que no es en primer lugar la del dolor y la muerte, sino la del amor y la de la entrega de sí mismo que da vida” (Francisco, Audiencia general del 27 de marzo de 2013).
“En la Última Cena, con sus amigos, comparte el pan y distribuye el cáliz «para nosotros». El Hijo de Dios se ofrece a nosotros, ofrece en nuestras manos su Cuerpo y su Sangre para estar siempre con nosotros, para habitar entre nosotros”. (Francisco, Audiencia general del 27 de marzo de 2013)
“Lo que era un simple gesto, algo hecho ciertamente por amor – el ir al sepulcro -, ahora se transforma en acontecimiento, en un evento que cambia verdaderamente la vida. Ya nada es como antes, no sólo en la vida de aquellas mujeres, sino también en nuestra vida y en nuestra historia de la humanidad. Jesús no está muerto, ha resucitado, es el Viviente.” (Francisco, Homilía vigilia pascual 30 de marzo de 2013).
Durante esta celebración, la iglesia cristiana acogió algunos rituales que se remontan a antiguas culturas paganas, como la de los huevos de Pascua, tradición que actualmente acogen algunos países como Estados Unidos, al decorar y esconder huevos de chocolate para que luego los niños puedan encontrarlos en una actividad emocionante.
Las civilizaciones antiguas celebraban la llegada de la primavera y el renacimiento de la vida y el huevo era un símbolo de la fertilidad y la renovación. Lo usaron para atraer buena suerte y prosperidad.
Según la tradición cristiana, los huevos de Pascua representan el sepulcro vacío de Cristo después de su resurrección.