Hay misticismo ancestral alrededor de los cuerpos blancos por completo, esos de cabellos claros, y cejas y pestañas más blancos aún, y de ojos azules, verdes o rojos. Se les ha llegado a considerar mágicos, con poderes curativos, o poseedores y talismanes de la buena suerte, pero también hay varias creencias atroces, dolorosas, que en varios países han perseguido a estas pieles, que las han mutilado, violentado física y sexualmente, o que las han utilizado en medio de rituales religiosos o de pociones y medicina tradicional. Pero no se trata ni de magia ni de brujería ni de un don divino, es simplemente una condición genética que solo unos pocos padecen: el albinismo. Y ojo, los únicos perseguidos, asesinados, torturados no son los humanos. Son muchas las especies animales que atraviesan la misma situación.
Porque si los elefantes y los rinocerontes ya son perseguidos, los albinos son más apetecidos para el comercio ilegal. Si hay quienes tienen tortugas, monos o felinos en cautiverio para admirar su belleza, los albinos pueden llamarles más la atención. Pero, para sumar a la lista de problemáticas y tal como en el caso de muchos humanos, son también discriminados o excluidos de sus propias sociedades porque pueden llegar a representar un peligro para toda la población. Padecen, además, problemas de visión, sus pieles requieren cuidados extra y suelen vivir poco tiempo en condiciones salvajes.
El ejemplo es claro: en Amalfi, Antioquia, encontraron en noviembre del año pasado a una felina albina que ahora vive en el Parque de la Conservación de Medellín. Cuando fue rescatada, explican sus veterinarias, estaba letárgica y con baja condición corporal. De ser liberada o reintroducida a su hábitat, podría morir rápidamente por varios factores: sensibilidad visual y corpórea a la luz, incapacidad de exponerse a los rayos del sol, ojos que podrían irritarse o infectarse o, simplemente, sería el blanco perfecto para depredadores o para otras especies que podrían atacarla.
Mejor dicho, para muchas especies el albinismo se ha convertido en una sentencia de muerte, aunque para unas sea más común que para otras. Y lo pueden padecer todas las especies que tengan una ruta metabólica para la pigmentación de su piel, pelaje, escamas, caparazón... Le explicamos.
El albinismo a grandes rasgos
En palabras muy simples, es un trastorno que afecta la manera en que el cuerpo produce y distribuye el pigmento que da como resultado un déficit parcial o total de melanina, responsable del color de la piel, los ojos, el pelo, las plumas, las escamas... dependiendo del animal.
Puede ser hereditario, pero también recesivo, y se da cuando ambos padres, aunque se vean o no blancos, portan el gen responsable. No es común, por lo menos no en todas las especies, y se conocen como casos atípicos. A veces se manifiesta solo en los ojos, otras veces en los ojos y el cuerpo y, en ocasiones menos comunes, en partes específicas del cuerpo. La felina del Parque de la Conservación de Medellín tiene cutáneo ocular, es decir, albinismo completo.
Una explicación más técnica
Los genes están conformados por estructuras de ácido nucléico (ADN) que se traducen a una proteína que, al final del día, es lo que se puede percibir o cuantificar y que se conoce como fenotipo, explica el magíster en biotecnología y nutricionista animal Juan Esteban Gómez Martínez. El genotipo es la agrupación de esos genes que una madre y un padre le pasan al siguiente individuo y que nunca serán iguales -a menos de que se trate de una clonación-. Lo que ocurre en el interior de cada ser es un juego de genes donde, según las leyes de Mendel, habrá unos dominantes y unos recesivos. Esto indica que, de forma hipotética, si un animal rojo, al que llamaremos AA, se junta con uno azul, que será aa, el resultado de su reproducción no será una cría morada, como uno asumiría de esa mezcla, sino que será del color dominante. Si el dominante es el rojo AA, será rojo. “Esa característica la llamaron dominancia y es la primera ley de uniformidad”.
Si luego esa cría azul se vuelve a mezclar, en esa segunda generación filial tendrá más opciones. Podría dar como resultado un individuo AA, uno aa o, finalmente, uno Aa o aA. Al analizar esto, será tres veces más probable que la cría sea roja (A) y solo una posibilidad de que sea azul (a). “Es una posibilidad muy baja que ese animal sea recesivo, 25 %, que ese individuo, en la segunda generación filial, tenga la condición de ese padre que era azul (aa), y esa es la ley de segregación”, continúa Gómez.
Ese 25 % indica que dos de esos genes recesivos se juntaron en un individuo y generaron esa característica que es poco común y extraña, en este caso, el albinismo. Pero no implica que ambos padres sean albinos, sino que eran portadores de ese albinismo en sus genes y se juntaron, se reprodujeron, tuvieron hijos y lograron ese 25 % de probabilidad.
También es común, explica Gómez, que se dé porque los padres tienen algún tipo de consanguinidad, hermanos, padres e hijos, primos... Y está ligado a esa herencia de genes recesivos que interfieren, al final del día, en las rutas metabólicas responsables de la síntesis del pigmento que da color a la piel, los ojos, las escamas, entre otros.
¿Qué animales pueden padecerlo?
Es un tema de genética de poblaciones, de características percibibles y otras genéticas que no se ven, de padres “normales” que pueden heredar el gen del albinismo o padres albinos que siempre heredarán esa característica, ese gen que produce una proteína, en este caso una enzima, que en la ruta metabólica de la coloración no permite que se genere la melanina y, por consiguiente, que no haya pigmentación, explica Gómez.
Esto podrá ocurrirle a todos los animales que tienen esa ruta, que atraviesan ese proceso: mamíferos, peces, anfibios, reptiles...Hay casos conocidos de leones y otros felinos, chimpancés o primates en general, conejos, ratones y otros roedores, cocodrilos, tortugas, pingüinos, murciélagos, jirafas, koalas, serpientes, etc.
Aunque, en realidad, es más común en unas especies que en otras: seguramente usted ha visto un conejo o una rata blanca, colorada, de ojos rojos, alguna vez en su vida, pero tal vez no sepa que una ballena jorobada puede ser albina y quizá nunca la vea con sus propios ojos.
¿Por qué? En este caso nada tiene que ver con sus genes, sino más bien con sus dinámicas sociales, con su forma de relacionarse, sus ciclos reproductivos y demás. En los conejos, por ejemplo, ocurre mucho porque tienen altos grados de consanguinidad, porque crecen rápido, se reproducen temprano en su ciclo de vida, tienen camadas numerosas y es muy probable que, de tanto mezclarse, lleguen a ese 25 % del gen recesivo que estaba oculto. En cambio los rinocerontes, por ejemplo, se demoran para reproducirse y en cautiverio es casi imposible que lo hagan, crecen de forma lenta y se demoran para llegar a la edad madura sexualmente, no tienen tantas camadas sino una sola cría y, por lo tanto, se reducen las probabilidades de padecer esta condición. Para el caso de la especie humana, suele relacionarse con el contexto cultural, sociopolítico.
Pero esto no quiere decir que todo animal blanco es albino, añade Cristina Úsuga Monroy, docente investigadora del área de Genética Animal de la Corporación Universitaria Remington. La pigmentación blanca es, en sí, una coloración generada por la melanina que produce ese color y, como ya se mencionó, el albinismo es la ausencia de esa pigmentación. “Si naturalmente una especie presenta el color blanco, es porque así estaba diseñada para presentarla, como muchas aves, mamíferos que viven en los polos que necesitan ese color para camuflarse entre la nieve para protegerse y poder cazar, entre otros”.
Puede representar problemas
Al igual que en la especie humana, otros animales con albinismo pueden presentar deficiencia visual, sensibilidad en la piel, ser vulnerables ante alergias, infecciones, quemaduras, inflamaciones, entre otros, explica Ana María Sánchez Zapata, bióloga, coordinadora de biología del Parque de la Conservación de Medellín que además ha estado atenta al cuidado de la felina albina. Úsuga explica que se debe a que, al no tener melanina, son más sensibles al medio, a la radiación solar, y sus ojos y pieles pueden sufrir, incluso, de cáncer de piel, fotofobia y problemas para reproducirse “al ser un blanco fácil para los depredadores”.
Requerirán, en caso de estar en cautiverio, acompañamiento médico siempre si se espera aumentar su calidad y esperanza de vida. En libertad, probablemente mueren o son asesinados jóvenes, antes de llegar a edad adulta.
A nivel de especie, añade Sánchez, puede dificultar su socialización: se ha visto cómo otros individuos los rechazan porque pueden representar un peligro para toda la población al hacerlos, a todos, más vulnerables a la depredación; y están en desventaja a la hora de la selección sexual.