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No somos superhéroes: ¿por qué nos cuesta tanto ser personas ordinarias?

Un perfeccionista puede aprovechar su personalidad para obtener buenos resultados en su vida, el problema está cuando la perfección se convierte en una obsesión y no deja espacio a la equivocación.

  • Los perfeccionistas todo el tiempo se sienten como si estuviesen corriendo una carrera en la que nunca se puede alcanzar la meta. La autoexigencia y los estándares altos son desmedidos. FOTO: SSTOCK
    Los perfeccionistas todo el tiempo se sienten como si estuviesen corriendo una carrera en la que nunca se puede alcanzar la meta. La autoexigencia y los estándares altos son desmedidos. FOTO: SSTOCK
31 de mayo de 2023
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Cada vez es más difícil que alguien se conforme con ser una persona común y corriente, algo notorio en el día a día en temas como la obsesión con la belleza, querer sobresalir en el trabajo o en la manía de verse bien o ser popular en redes sociales, por dar algunos ejemplos.

En la actualidad el ritmo de vida acelerado y hábitos como levantarse a las cinco de la mañana perpetúan la creencia de que los seres humanos deben exigirse tanto, hacerlo todo perfecto, casi como superhéroes.

El psicólogo Rodrigo Mazo Zea, docente de la Facultad de Psicología de la UPB, considera que la sociedad fomenta el perfeccionismo. “Nos venden estándares muy altos de ser humanos, en el desempeño, en las relaciones con los otros, en la posibilidad de adquisición, de consumo y demás y eso hace que la felicidad se asocie con el éxito personal y este a su vez se asocie con el perfeccionismo. Si tú haces las cosas bien, serás una persona de éxito y una persona feliz y esto en vez de fomentar la realización humana produce presión en cada uno de nosotros”, expresó.

El día a día exige personas eficientes que logren hacerlo todo bien en el menor tiempo posible y si una persona falla, puede que le cueste superar ese error y seguir adelante. Estamos en una sociedad que forma personas autoexigentes en ambientes donde hay poca oportunidad para equivocarse.

De entrada ser una persona perfeccionista no es negativo. La sociedad exige personas autoexigentes y responsables y, en los trabajos, buscan personas que puedan llevar a cabo sus actividades de una manera exitosa. Los eslóganes de las organizaciones están enfocados en la productividad y la excelencia.

La psicóloga Luisa Fernanda Vallejo Sánchez explicó que hay personas con rasgos perfeccionistas funcionales que les ayudan a ser buenos en sus trabajos y en lo que hacen, además de solucionar rápidamente algunas dificultades.

“A los perfeccionistas funcionales este rasgo les ayuda a organizarse en las tareas y en brindar atención en los detalles para llegar a un mejor resultado. Sin embargo, desde el punto de vista de alguien disfuncional, las tareas no logran completarse por la alta atención al detalle, lo que no permite la terminación de las tareas porque no se centran prioridades al tener estándares altos en todo”, dijo la psicóloga.

¿Cuándo es un problema?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga el síndrome del perfeccionista como un trastorno de la personalidad y se reconoce en personas que sienten que deben cumplir estándares altos, se obsesionan con los detalles para que todo salga bien, les cuesta delegar sus tareas, son autoexigentes y le exigen lo mismo a los demás y no contemplan la idea de equivocarse.

“El perfeccionismo se basa en la idea de tener que responder a las expectativas de otros y de la sociedad que tiene cada persona. Hacemos un esfuerzo grande para gustarle a los demás y nos olvidamos de nosotros, nos fijamos en los detalles que resulten satisfactorios para los otros y así obtener su aprobación”, expresó Rodrigo Mazo Zea.

Para la Mayo Clinic este síndrome se relaciona con el trastorno de personalidad obsesiva-compulsiva. Los catalogados dentro de este trastorno presentan perfeccionismo extremo que genera disfunción y angustia si no se alcanza esa perfección, por ejemplo, al sentirse incapaz de finalizar un proyecto porque no se pueden cumplir las propias normas estrictas.

Sienten el deseo de controlar a las personas, las tareas y las situaciones, no se reúnen con amigos o la familia por un compromiso excesivo con el trabajo o un proyecto que no ha terminado, tienen incapacidad para desechar objetos rotos o inútiles, rigurosidad, obstinación, inflexibilidad de la moral o la ética o los valores y rasgos mezquinos. Este trastorno no debe confundirse con el obsesivo compulsivo, relacionado a la ansiedad.

Sin embargo, una persona puede tener rasgos perfeccionistas sin que se trate de un trastorno psicológico. “Puede tratarse simplemente de presión social, demandas laborales o académicas, presiones familiares, entre otras”, agregó el especialista.

La psicóloga Melisa Parra Muñoz explicó que los perfeccionistas se mueven en entornos autoexigentes que promueven la competencia o la valía personal por los resultados. “Ya sean laborales o académicos por la exigencia constante de los padres. Ellos pueden ser más vulnerables a desarrollar el perfeccionismo y serán personas infelices porque nunca nada será suficiente”.

¿Cómo el hombre ordinario puede luchar contra el superhéroe?

Las personas perfeccionistas deben derrocar ese ideal perfecto de sí mismas, terminar con la sombra del superhéroe que acecha esperando que se haga todo bien, presionando. Por el contrario, hay que hacer las paces con el hombre ordinario, común y corriente.

La revista Scientific American en su artículo Cinco formas de desafiar tu perfeccionismo publicado en 2017 explicó que el este va más allá de altos estándares o de sobresalir. Las personas se plantean estándares inalcanzables que no pueden cumplir y de los cuales depende su autoestima. En el texto definen la sensación del perfeccionista como correr una carrera en la que nunca se puede cruzar la línea de meta.

“No porque una persona tenga alta atención al detalle o quiera llevar su quehacer a la perfección significa que lo logre. De hecho en algunos casos estas creencias irracionales no permiten una buena ejecución en las tareas”, agregó la psicóloga Luisa.

Para derrocar la idea del superhéroe que lo hace todo perfecto, los psicólogos recomiendan ajustar esos ideales tan altos en metas alcanzables que lo motivarán a que se esfuerce en su trabajo pero sin obsesionarse con la idea de lo perfecto y ejercer tanta presión en sí mismo, ya que nunca alcanzará la perfección.

“Las metas lo ayudarán a esmerarse en su trabajo, en el cuidado de sí mismo y a superarse trazando metas más altas que ayuden en su progreso”, agregó la psicóloga Luisa Fernanda Vallejo Sánchez.

Si la persona evidencia una obsesión con la idea de perfección y tiene estándares que no puede cumplir, es importante asistir a psicoterapia acompañada, en algunos casos, de medicación para disminuir la ansiedad y/o la depresión que esto puede desencadenar.

¿Cómo saber si una persona es perfeccionista?

Las personas perfeccionistas son rigurosos jueces con sí mismos. Se evalúan a partir de estándares elevados en tareas, estética y en la forma de percibirse. No se sienten felices con lo que son y cargan con un sentimiento de frustración que les produce preocupación. Son rígidos con lo que piensan, son controladores, poco flexibles en su actuar y pensar. Son muy autocríticos.

“Identificar una persona con tendencias perfeccionistas es muy simple. Le cuesta ceder el control, si siente que lo que está haciendo nadie más lo va a hacer como él, nunca está satisfecho con los resultados. Presenta rigidez en su corporalidad y estrés continuo”, expresó la psicóloga Estefanía Builes Arango.

La psicóloga Luisa explicó que algunos rasgos puntuales son la compulsión. El deseo de hacer muchas veces la misma tarea o actividad porque genera satisfacción, sin embargo, no es suficiente como para dejarla de hacer.

Se debe buscar ayuda cuando el perfeccionismo limite a la persona, le quite la calma y haya una presión de no cometer errores, detonando una profunda tristeza o ansiedad.

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