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Jorge Zuluaga, el Dr. Z de la ciencia

Perfil del esposo, padre de familia, docente y divulgador científico por instinto. Así es el mundo de Jorge.

  • Jorge Zuluaga es de los divulgadores científicos más importantes de Colombia. FOTO Jaime Pérez
    Jorge Zuluaga es de los divulgadores científicos más importantes de Colombia. FOTO Jaime Pérez
  • Zuluaga es profesor titular de la Universidad de Antioquia desde 2017. FOTO Jaime Pérez
    Zuluaga es profesor titular de la Universidad de Antioquia desde 2017. FOTO Jaime Pérez
  • El profesor Jorge Zuluaga con su esposa Olga Penagos en su habitación llena de constelaciones. FOTO Jaime Pérez
    El profesor Jorge Zuluaga con su esposa Olga Penagos en su habitación llena de constelaciones. FOTO Jaime Pérez
08 de noviembre de 2022
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Jorge Zuluaga tiene un asteroide con su nombre. El hombre de cejas gruesas que no deja de sonreír es un astrofísico de Medellín que puede decir que el asteroide identificado como 347940 se llama como él oficialmente y se encuentra en una región entre las órbitas de Júpiter y Marte.

Lo descubrieron el físico Ignacio Ferrín y el astrónomo Carlos Alberto Leal en 2003 en el cielo de la Cordillera de Mérida, Venezuela.

Este honor lo mereció por lo que representa en Colombia. Siempre que se hable de la astronomía antioqueña su nombre resonará en las aulas de clases de las universidades y en los planetarios del país, como en el de Medellín, que ha sido como su segunda casa.

Desde sus 20 años se ha dedicado a la divulgación científica. Miles de personas le han aprendido a Jorge, quien acerca un lenguaje difícil de entender a cualquier persona que le apasione este cuento.

Siempre ha divulgado ciencia: hacía charlas en el Planetario de Medellín sin siquiera graduarse como físico de la Universidad de Antioquia y todavía continúa haciéndolas cada dos meses con su alter ego el “Dr. Z” con el que saca su histrionismo y sus “adjetivos de alto impacto” (o sea, sus malas palabras).

Zuluaga es profesor titular de la Universidad de Antioquia desde 2017. FOTO Jaime Pérez
Zuluaga es profesor titular de la Universidad de Antioquia desde 2017. FOTO Jaime Pérez

Así ha sido siempre, un hombre que suelta groserías en sus conversaciones, incluso mientras dicta clase o recibe entrevistas, y con esto y su humor, atrae a las personas.

Si le preguntan a sus colegas quién es el personaje científico de Medellín que más llena las salas del Planetario, dirán que es Jorge Zuluaga.

“Como todo genio, la gente lo adora y tiene su fanaticada. Cuando hace coloquios de astronomía cientos de personas quieren ir a escucharlo porque es un cuentero de esos paisas, la gente lo adora y lo sigue”, dice su colega y amigo Pablo Cuartas.

La clave para ser recordado y tener un asteroide es ser un hombre estudioso al que le apasiona el trabajo. Siempre está aprendiendo sobre algo nuevo para luego explicárselo a otra persona. Así es él, no es amarrado con lo que sabe.

Desde el 2017 es profesor titular de la Universidad de Antioquia, pero primero egresó de Física en 1998 de la misma institución, luego estudió su maestría en Física de partículas hasta egresar en 2001 y después se graduó de un doctorado en Física allá mismo.

Ahora tiene 47 años. Todavía está muy joven, pero a veces se cansa. Es profesor de astronomía, mécanica celeste, navegación espacial y otras.

La vena docente la descubrió desde joven en la universidad donde comenzó a dictar unos cursos de astronomía y física. El primer curso de Astrofísica de la Universidad de Antioquia lo montó Jorge.

Uno de los referentes que lo acercó a la educación fue el maestro Alonso Sepúlveda, una figura importante en su vida académica.

Si bien la mente de Jorge Zuluaga siempre ha sido brillante, él describe que en la universidad era un hombre flaco con gafas y su apariencia era la de un nerd. Pasaba desapercibido entre la gente, hasta que comenzaba a hablar y a comentar ideas que a nadie se le habían ocurrido.

Ha hecho aportes relevantes en el campo de los exoplanetas, pero su logro más importante ha sido la creación en 2008 del primer pregrado de Astronomía en Colombia, ofertado en su alma máter la U de A y que consolidó junto a su colega y amigo el físico Pablo Cuartas, que por ese tiempo era el director del Planetario de Bogotá y al que Jorge hizo mudar a Medellín para que entre los dos dictaran las primeras clases del programa que formaría a miles de astrónomos colombianos.

Vivir con un genio

A su esposa Olga Lucía Penagos hay una pregunta que le han hecho incontables veces: ¿cómo es vivir con un genio? La mujer de cabello corto y lentes siempre se ríe, pero ahora responde que vivir con un genio es encontrar desde por la mañana hasta por la noche a un hombre sentado en su escritorio moviéndose inquieto, es darse cuenta de que lee y da clases todo el tiempo, es acompañarlo en sus aventuras académicas —vivió cinco años en Italia con él y sus hijos mientras hacía su maestría en Física de partículas y trabajaba con su profesor italiano Enrico Nardi—, es ser cómplices de conversaciones profundas en el almuerzo o la cena, es dormirse con alguien que se pone audífonos mientras escucha audiolibros, es adormecerse con el ruido de las voces de fondo, es conocer la hiperactividad de un hombre pero darse cuenta de que es funcional y que todo lo que hace le sirve a la sociedad, es acompañarlo a las conferencias en las que le echa carreta al público que se ríe, es enamorarse todos los días cuando la sorprende con su humor inteligente, es conocerle sus manías y estimular su mente. Es enseñarle sobre las luchas feministas que tanto le interesan a ella. Es permearlo también de sus gustos y hábitos como la música clásica y la comida saludable. (Está bajando de peso).

Jorge Zuluaga es una persona elocuente y graciosa. Así fue que Olga Lucía se enamoró de él. Por su inteligencia y su increíble sentido del humor.

“Nos conocimos en el Planetario de Medellín en 1996 en las reuniones de la Sociedad Julio Garavito de astrónomos. Tuvimos una conexión desde el primer día porque teníamos afinidades intelectuales”, recuerda Olga Lucía.

Ella es diseñadora gráfica y él un científico demente. De ambos nació la idea de crear un boletín informativo de noticias astronómicas y así fue que surgió el amor entre los dos hasta la actualidad.

No hay muchas cosas que hayan cambiado ahora.

—Sigo siendo un loco—, dice Jorge Zuluaga.

Para él la familia es como una droga psiquiátrica. Es un polo a tierra que no le permite enloquecer (más).

El profesor Jorge Zuluaga con su esposa Olga Penagos en su habitación llena de constelaciones. FOTO Jaime Pérez
El profesor Jorge Zuluaga con su esposa Olga Penagos en su habitación llena de constelaciones. FOTO Jaime Pérez

Ahora vive en la Loma de los Bernal con Olga Lucía y su hija menor Sofía Zuluaga, una adolescente de 16 años.

Jorge crió desde muy pequeños a dos hijos de Olga que tuvo en su matrimonio anterior: Daniel Quintero y Andrés Quintero. Pero Andrés, un muchacho artista, alto, flaco y cariñoso falleció a sus 27 años en agosto. Es un difícil duelo que atraviesan todos como familia.

Con sus dos primeros hijos Daniel y Andrés, (Sofía llegó mucho después), Jorge aprendió sobre dinosaurios y aviones, pero lo más importante es que le enseñaron a ser papá. Y era uno de esos que jugaba, que enseñaba y que planeaba juegos.

“Mi hermano y yo jugábamos play y nos encantaba un juego de espionaje. Entonces él una vez nos construyó una cámara de vigilancia y hacíamos el mismo juego entre nosotros”, recuerda Daniel Quintero. Jorge ha sido como su papá aunque con el biológico también está en contacto.

Para Daniel, vivir con un genio (Jorge) es que la gente crea que a sus hijos en el colegio les iba bien en matemáticas —excepto a Sofía, que sí le va mejor—, pero en realidad, por su impaciencia, nunca pudo enseñarles a los niños.

Se malhumoraba cuando alguno no entendía y prefería enseñarle a su esposa y dejarla encargada de las tareas de ciencia. Un científico no era capaz de enseñarle a sus hijos.

Y ninguno terminó siendo la clase de genio científico que es él. Daniel es abogado y Sofía estudiará diseño como su mamá y su hermano Andrés.

Quizás por la impaciencia de Jorge o porque en ninguno estaba la vena científica.

Su infancia

Creció en el barrio Cabañas del municipio de Bello. “Ahí va el loquito”, era lo que le decían en el colegio. Tenía el aspecto del típico nerd: flaco, de gafas, peludo hasta en las cejas.

Dice que las bibliotecas de Medellín fueron muy importantes para él. Su papá Iván Zuluaga le hacía recorridos en la Biblioteca Pública Piloto y en las de Comfenalco y así “le fui echando leña al carbón”. Encontró libros sobre estrellas, aprendió a diseñar sus aparatos, trípodes, binoculares para observar el cielo. Pero en realidad su sueño había sido ser escritor, sin embargo, eso se vio frustrado cuando se dio cuenta de las grandiosas habilidades que tenía en las matemáticas. Además, siempre fue un niño muy curioso.

—Todos los niños son científicos hasta que la sociedad los corrompe—, dice.

En los paseos era el personaje que entretenía a toda la familia leyéndoles cartas celestes y se sabía el nombre de las estrellas y constelaciones.

En la Institución Educativa Fernando Vélez de la que se graduó de bachiller entró a cursos extracurriculares de química, física, estadística y matemática. Y así se fue formando el genio. Un genio que tenemos aquí en Medellín.

Como adolescente y universitario era un ‘pelaito’ que “no tenía un peso” y mucho menos éxito personal. Su vida universitaria la pasó con una selección pequeña de colegas con los que siempre estaba compitiendo y hablando sobre ñoñerías.

—Yo estuve hijueputamente feliz en esa época. Pero no fui un adolescente popular—.

Se mantenía en las bibliotecas y leía, aprendía y se iba a enseñarles a las personas en el Planetario de Medellín.

Ahora Jorge Zuluaga se ha ganado un nombre. Pero de ese nombre no solo hay cosas buenas. Como todos, tiene un lado oscuro que él mismo cuenta sin pena porque dentro de un genio puede haber otro genio que a veces se apodera de él.

El otro Jorge, el del “genio”

Se define a sí mismo como un malgenial neurótico y jodido.

Su sonrisa a veces se desvanece para revelar un lado oscuro, difícil. Las expresiones de su rostro cambian y se convierte en un hombre más serio y tosco, pero no se averguenza de ser así, porque “todas las personas tienen otras facetas”.

Es un hombre huraño y solitario, más allá de sus colegas, es de pocos amigos. Confiesa que no le gusta beber ni fumar, aunque ahora de vez en cuando se toma una cerveza. No le gustan los cumpleaños porque son una fuente de sufrimiento inagotable, le huye a la navidad. Odia el fútbol y el vallenato.

—Yo me veo muy simpático pero todo es un performance.

Este Jorge, el de ahora, es más distante con sus hijos porque ya crecieron y a él le cuesta la etapa de la adolescencia. Pero su hija Sofía sigue siendo su adoración. “Pero no deja de ser estricto, cuando debe serlo”, dice su esposa.

¿Qué lo hace feliz?

Es feliz al sentarse en su escritorio a planear un coloquio de ciencia por más de tres horas. Es feliz al despertarse a las 6:00 de la mañana a leer, ahora está leyendo alrededor de 60 libros por año. Es feliz cuando le sirven su plato de comida favorito: fríjoles, chicharrón y más chicharrón. Pero es más feliz, siempre, cuando hace divulgación científica y de ahí han surgido gran parte de sus proyectos.

Sus proyectos

El hombre se sienta a escribir reseñas de los 60 libros que lee por año. Se pueden encontrar en su cuenta de Goodreads. Las escribe para no olvidar sus pensamientos de las lecturas. También se le cumplió el sueño de ser escritor y escribe columnas sobre medio ambiente y crisis climática en el portal Territorios sostenibles. También tiene artículos astronómicos en la página Investigación y ciencia.

También tiene sus pódcast. Varios los puede escuchar en Spotify: Punto Bernal es un programa en donde las historias y la astronomía se cruzan y lo hace con su amigo Antonio Bernal. Desde el observatorio es otro de sus programas. Aunque el último capítulo se publicó en 2020 se pueden escuchar las conversaciones entre astrónomos. Por último, está el programa AMEBAs conversan, que son charlas sobre astrobiología.

También es reconocido por protagonizar el programa de televisión Eso no tiene ciencia transmitido por Telemedellín, en el que responde preguntas sobre fenómenos cotidianos como ¿por qué el cielo es azul?

Ese programa alcanzó tanta popularidad que a veces Jorge mientras hace compras en los supermercados le dicen: ¡Usted es el de la televisión!

Los dones de Jorge no se quedan ahí. También en TikTok tiene una cuenta de divulgación científica donde habla sobre datos ñoños y tiene más de 140 mil seguidores.

Para descansar

Aunque Jorge no es una persona vieja, admite que se siente cansado. A sus 50 años quiere alejarse de algunas de sactividades para dedicarse a la lectura y la docencia. Descansar a su manera. Su papá se jubiló a los 50 años y le gustaría hacer lo mismo.

En su biblioteca tiene alrededor de 800 libros de los que 250 podrían ser de física.

Pero la ciencia no son los únicos temas de su biblioteca. También está enganchado con las novelas históricas como Roma soy yo de Santiago Posteguillo.

Por ahora sigue haciendo ciencia y sus coloquios en el Planetario de Medellín. Es docente (su pasión de vida) y todavía no descansa. Habla del descanso como una utopía, algo lejano que ni él está seguro de alcanzar. No se puede quedar quieto.

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