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Mujer se comunica con su hijo por emojis después de un infarto cerebral

Mujer se comunica con su hijo por emojis después de sufrir un ictus. Una de las principales secuelas después de un accidente cardiovascular es la afasia global una enfermedad más común de lo que se creía.

Lola no puede mover el lado derecho, ha quedado ciega de un ojo y uno de los efectos secundarios más graves después de su infarto cerebral fue una afasia global, una enfermedad más común de lo que parece.

Por eso, cuando esta sevillana, quien se había dedicado a cuidar a otros en su juventud, logró enviar un emoji por WhatsApp después de un años de asistir a terapias de rehabilitación, su hijo decidió compartir el logro en su cuenta de Twitter. El mensaje, publicado hace cerca de un mes, ya casi llega a los 26.000 “me gusta”.

  • Conversación de Whatsapp entre Lola y su hijo Antonio. FOTO: Pantallazo.
    Conversación de Whatsapp entre Lola y su hijo Antonio. FOTO: Pantallazo.
25 de septiembre de 2017
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E%&%##$ k*#?55 di joe**+/: esto puede ser lo que lee una persona con afasia. Lo que escucha no difiere mucho: ruidos, sonidos, confusión.

Hace cerca de un año Lola, de 57 años, sufrió un íctus o accidente cerebrovascular. “De haber llegado cinco minutos más tarde al servicio médico, mi madre no se hubiese salvado”, le contó Antonio, su hijo de 21 años, a EL COLOMBIANO.

“Al principio, cuando el ictus era reciente, me daba cosa. Ahora pienso que son pacientes literalmente sin voz, alguien tendrá que dársela”, respondió su hijo Antonio a los mensajes de apoyo de otros internautas.

Y es que según Andrés Villegas, médico y doctor en neurociencias de la Universidad de Antioquia, la afasia es un trastorno de la comunicación que resulta del daño a las partes del cerebro que contienen el lenguaje, esta puede causar dificultades para hablar, escuchar, leer y escribir, pero no afecta a la inteligencia.

Cuando una enfermedad de estas llega a una familia, el grupo sufre un tipo de duelo. En un primer momento Lola no podía moverse, pasó tres meses en el hospital y luego, a sus cuidadores, principalmente familiares, les costaba reconocer cuando esta persona sin voz tenía alguna necesidad.

Es por esto que es muy importante que se conozca que estas personas requieren tratamiento constante. Actualmente, Lola, por ejemplo, hace rehabilitación varias horas al día y trabaja todas las semanas con la Asociación Arpa para reactivar sus funciones cerebrales.

La intención de Antonio a la hora de compartir este trino es poner esta enfermedad en la agenda de salud de su país y otros si es posible. “La afasia es mucho más común de lo que la gente cree”. Y en oro trino explica que esta no es una enfermedad rara, pero los gobiernos no invierten recursos en ella porque no quieren.

El cerebro estudiándose a sí mismo

En los últimos 100 años los seres humanos hemos entendido las funciones del cerebro a través de los accidentes. Golpes, caídas o una bala atravesando el cerebro, son algunos de los eventos que han ayudado a los neurocientíficos a entender qué parte de nuestro cerebro regula los movimientos, la comunicación, la percepción... Las lesiones han mostrado patrones a los científicos.

Más recientemente, hace unos 30 años, los científicos han usado la neuroimagen o resonancia magnética cerebral, para ver cómo es el cerebro en una persona en condiciones normales, y compararlo con el cerebro en diferentes condiciones. De manera en que ahora se puede escanear qué zonas del cerebro de un voluntario se activan al sumar 17+94, o cuáles lo hacen si la persona sufre un infarto, por ejemplo.

Sin embargo, en cuanto a cifras de enfermedades del cerebro, en Colombia hay un subregistro evidente, según Villegas. Aún no existen datos precisos sobre el número de personas con esta condición, ni de su situación familiar, social, cultural y laboral.

Hay algunas estimaciones, pero sin cifras concretas, las políticas sobre estas enfermedades se hacen difusas. En nuestro país, se estima que hay 300 casos de accidentes cerebrovasculares (ACV) por cada cien mil habitantes y que entre el 21% y 33% de las personas que los sufren, presentan desórdenes comunicativos donde predomina la afasia. Esto según la revista especializada Stroke Association.

En España hay unas 300.000 personas con afasia, según Arpa y en Estados Unidos se estima que hay un millón de individuos con esta enfermedad, según el National Institute on Neurological Disorders and Stroke.

Según las cifras colombianas, significa que, por cada 100 pacientes con ACV, más de 30 tienen como secuela no poder expresarse o comprender, no poder interactuar, no poder opinar y, en la mayoría de los casos, no poder trabajar. Johanna Rodríguez Riaño, fonoaudióloga y magister en Neurociencias de la Universidad Nacional, asegura que, si como secuela de ACV los casos de afasia son elevados, al incluir casos que tiene su origen en otras enfermedades, la cifra aumenta significativamente.

A pesar de dichas condiciones y lo que implican en el entorno, el conocimiento e información respecto a la afasia y otros desórdenes de comunicación es muy bajo. Es fácil identificar a personas con dificultades motoras para caminar y moverse, pero alguien que no pueda entender o expresarse, a pesar de mantener su pensamiento, es poco probable que sea identificado.

En Colombia, las pérdidas económicas y sociales de los adultos con afasia, en periodo productivo, a diferencia de otras condiciones discapacitantes, no han sido calculadas. No es posible conocer quiénes, cómo, cuándo y porqué tienen afasia; cuántos de ellos perdieron o mantuvieron su trabajo y cómo sus núcleos familiares cambiaron. Principalmente, porque los registros de discapacidad agrupan en categorías generales este y otros desórdenes de comunicación.

La historia de Lola ahora es viral, su caso podría servir para movilizar a las familias afectadas y a los médicos que tratan estas enfermedades para poner en el mapa una enfermedad que tiene tratamiento.

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