Seguro le ha pasado que mientras intenta dormir, y cuando ya casi lo logra, ocurre un suceso extraordinario: brinca y se despierta de un tirón con la sensación de haberse tropezado o caído. Ese es uno de los movimientos involuntarios que sucede en los humanos y ocurre por una desconexión en la parte primaria del sueño entre la parte motora del cuerpo y la consciencia de los seres humanos, según indica el médico neurólogo Omar Buritica, docente de la Facultad de Medicina de la U de A.
Este tipo de movimientos son conocidos como espasmos mioclónicos y también
pueden ocurrir, por ejemplo, en movimientos involuntarios de los brazos y piernas mientras una persona intenta dormir. Es la manera en la que el sistema motriz intenta mantener el control del cuerpo antes de que se entre en la etapa del sueño profundo.
Hay otros movimientos frecuentes que seguro le han sucedido: movimientos de los párpados, en los cachetes o incluso en los labios. Estos tienen un nombre similar, son conocidos como mioclonías y suelen ser breves, rápidos y de amplitud variable, y aunque las razones pueden ser varias (no ha dormido bien, tiene altos niveles de estrés, consume cafeína o exceso de alcohol), la mayoría de ellos no suelen ser riesgosos, asegura el especialista y ocurren por unas pequeñas fibras musculares que se encuentran, como en el párpado y se irritan.
De hecho, el médico Juan Manuel Toro, decano de Medicina de la Universidad EIA, dice que estos movimientos pueden ser parte de la salud muscular. “Es normal estos movimientos. Pueden estar ocurriendo en todos los músculos del cuerpo y a veces ni siquiera los notas”.
La Academia Estadounidense de Oftalmología explica en su portal web que hay algunos movimientos de párpado involuntarios como el blefaroespasmo (cuando uno o ambos párpados se cierran involuntariamente) y el espasmo hemifacial (cuando un músculo de un lado de la cara se contrae).
Que no persistan
Sin embargo, el Hospital Mayo Clinic de Estados Unidos indica que los “trastornos del movimiento” se refiere a un grupo de afecciones neurológicas del sistema nervioso que producen una mayor cantidad de movimientos lentos, reducidos y algunos de ellos pueden ser involuntarios. Por lo que, de alguna manera, estos movimientos deben ser supervisados y tenidos en cuenta por los especialistas de ser persistentes.
Lo ideal es que estos movimientos no persistan luego de que una persona descanse y se sienta mejor tratando las causas del movimiento involuntario. Dado el caso, por ejemplo, de que un movimiento involuntario facial o en otra parte del cuerpo persista por más de 2 o 3 días es importante que recurra al médico para evaluar posibles daños cerebrales, dice el neurólogo Buritica.
Otros trastornos del movimiento son la corea (movimientos involuntarios del rostro, la boca, el tronco y las extremidades), la distonía (contracciones musculares involuntarias y sostenidas con movimientos de torsión repetitivos), enfermedad de Huntington (hereditaria y progresiva que se caracteriza por movimientos descontrolados) y otros más.
“Si se presenta distonía, por ejemplo, debe ser primero por una predisposición genética y puede dificultar la escritura en los teclados porque de tantas veces repetir este movimiento, los dedos se mueven involuntariamente e impiden la digitación. Con los pianistas es similar, se le mueven los dedos y ellos evitan golpear las teclas del piano”, cuenta el neurólogo.
En el grupo de estos movimientos existen otros conocidos como los temblores.
¿Tiembla mucho?
En el grupo de los movimientos involuntarios se encuentran los temblores. Son variados y la gente comúnmente los relaciona con la vejez, pero el temblor puede suceder en cualquier etapa de la vida. Uno de ellos es el temblor esencial, que es un trastorno genético del sistema nervioso que provoca temblores rítmicos (y que no está asociado con el párkinson). Sus síntomas comúnmente son los temblores en las manos aunque pueden afectar la cabeza, la voz, los brazos y las piernas.
“Los que padecen de temblor esencial son aquellas personas a las que las han catalogado siempre de tener un mal pulso. De ellos se habrán burlado porque derraman comida, por ejemplo. Es un temblor benigno porque no es de carácter degenerativo y muchas personas por el susto creen que tienen párkinson, pero las enfermedades no se relacionan”, advierte el neurólogo.
Hay otros temblores que surgen por algunos medicamentos para tratar enfermedades pulmonares, gástricas y psiquiátricas y de ser así, es importante consultarlo con el médico. Los temblores también pueden producirse por lesiones del cerebro en el tallo cerebral —encargado de conectar este órgano con la médula espinal— y hay otros más particulares llamados ortostáticos, que no permiten que una persona permanezca, por ejemplo, en una fila de un banco o en un supermercado debido a que presenta sensación de inestabilidad o caída inminente y se produce cuando está de pie.
¿Y los tics?
El cuento de los tics es otro. Se definen como espasmos, movimientos o sonidos repentinos que las personas hacen de manera espontánea y no se pueden controlar voluntariamente. “Son movimientos impredecibles que aparecen comúnmente en la infancia y pueden ser variados como el guiño de los ojos, el carraspeo de la voz, movimientos de hombros, cabeza. A veces pueden ser graves porque se pueden dar golpes produciéndose daños, lesiones. Otros pueden ser sonidos simulando los de un animal o silbidos y otros”, cuenta el neurólogo.
Algunos de ellos son benignos y desaparecen en menos de 1 año pero otros se pueden quedar más tiempo. Algunos tics vocales y motores pueden estar asociados al síndrome de Tourette y también a pacientes obsesivos compulsivos (TOC).
Según el portal médico estadounidense Medlineplus su causa se desconoce, pero el estrés puede empeorarlos.
¿Cuándo podría ser riesgoso un cambio del movimiento?
Sin embargo, ¿cuándo los temblores y los movimientos están asociados a enfermedades o trastornos más delicados? El neurólogo Buritica explica que existen diferentes tipos de diagnóstico de acuerdo a personas que tienen pocos movimientos y lentos acompañados de rigidez corporal y otros que son por movimientos excesivos y rápidos.
Un ejemplo claro del primero es la enfermedad de párkinson. “Esta enfermedad produce un estado de rigidez en la persona, que es lo que más incapacita”, cuenta Juan Manuel Toro, decano de Medicina de la Universidad EIA, y se le conoce como hipocinesia, un fenómeno que también está asociado a las psicosis depresivas.
“En otras palabras, el paciente presenta movimientos en cámara lenta incluso al caminar. Dan pasos cortos y se les dificulta mover cualquier parte del cuerpo. Los temblores también llegan en esta enfermedad, principalmente los de reposo, que son por ejemplo cuando una persona apoya sus brazos en una mesa y se comienza a mover la extremidad”. La ventaja es que para el párkinson, a pesar de que es una enfermedad neurodegenerativa, existen tratamientos para los síntomas con resultados beneficiosos para el paciente.
¿Qué más puede hacer?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la actividad física ayuda a mejorar los movimientos y el equilibrio, por ejemplo, de personas con accidentes cerebrovasculares o por enfermedad de párkinson. Para casos más graves existen métodos como la estimulación cerebral profunda que consiste en el implante de electrodos dentro de ciertas áreas del cerebro que producen impulsos eléctricos y regulan impulsos anormales que presente la persona.
Sin embargo, frente al brinco o el tirón que puede sucederle cuando se está quedando dormido no hay ningún tipo de tratamiento (son comunes y naturales), igual que los otros movimientos involuntarios o los temblores. “No deben alarmarse de movimientos involuntarios que sucedan de manera espontánea”, recuerda Juan Manuel Toro. Sin embargo, si ellos persisten o se acompañan de movimientos lentos o rápidos, es hora de que consulte al médico.