Hasta los dichos populares tienen su reverso. Al refrán “Al que madruga Dios lo ayuda” —cuyo autor se desconoce pero su antigüedad sí es un dato cierto al estar incluido de forma levemente distinta en las páginas de El Quijote y El Lazarillo de Tormes— se le contrapone “No por mucho madrugar amanece más temprano”. Más allá de los detalles historiográficos, lo cierto es que el debate sobre la ventaja o la inutilidad de madrugar se ha reavivado en el país tras la publicación en la cuenta de Twitter de World of Statistics de una lista en la que Colombia es el país que, en promedio, más pronto inicia sus jornadas, a las 6:31 de la mañana. Muy cerca aparecen Indonesia, 6:55, Japón y México, 7:09. No obstante, el punto de inflexión del asunto es que también se informó que la productividad de Colombia no está en los primeros lugares del mundo. En otras palabras, el país le daría la razón al segundo de los dichos. O podría darle un giro: “No por mucho madrugar se es más productivo”.
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A mediados de febrero la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) publicó un informe en el que señala que México y Colombia son los países con mayor cantidad de horas laborales por semana de los miembros de la organización. En promedio un colombiano y un mexicano están en la lucha por el sustento 48 horas semanales, muy por encima de la cifra de cuarenta horas recomendada en 1935 por Organización Internacional del Trabajo. Frente a esto ya hay iniciativas legales para disminuir progresivamente el horario laboral y llegar en 2026 a las 42 horas por semana. Ya en junio de este año la jornada disminuye una hora.
Ese desbalance entre cantidad de trabajo y eficiencia podría deberse —según Rodrigo Mazo Zea, doctor en psicología y profesor de la UPB— a insuficiencia en las horas de sueño. “No es madrugar por madrugar. Es madrugar después de haber dormido lo suficiente. En Colombia madrugamos mucho y trasnochamos muchos”, dice. En ese orden de ideas, al no tener hábitos saludables de sueño los colombianos tienen menos energía para emprender las tareas que emprenden.
El origen del dicho “Al que madruga Dios lo ayuda” se remonta a los tiempos anteriores de la electricidad, cuando las jornadas de trabajo estaban condicionadas por la luz del sol. La generación industrial de la electricidad —uno de los logros de la modernidad a mediados del siglo XIX— transformó para siempre las rutinas de sueños de la humanidad. El alumbrado público y la energía doméstica hicieron posible que de las 24 horas del día se pudieran echar mano de mayor cantidad. Tales transformaciones tecnológicas han incidido en los ritmos circadianos, esas oscilaciones biológicas y psicológicas que experimenta el cuerpo durante el día. La naturaleza dotó al organismo humano —informan los expertos del Instituto del Sueño de España— de un mecanismo muy sencillo para regular la energía propia: la luz que entra por la retina.
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Por ese motivo, la gente duerme en la noche y el descanso en el día no es equivalente al nocturno. “En condiciones naturales, el reloj biológico se activa al acabar el día y disminuir la señal luminosa, de manera que notemos la sensación de somnolencia unas horas más tarde”, se lee en un comunicado publicado por el Instituto en su página oficial.
La revolución tecnológica ha puesto contra las cuerdas al reloj biológico. “La exposición a la luz artificial propia del mundo moderno y, más recientemente, la exposición nocturna a televisores, ordenadores, tablets, etc. puede contribuir a que los centros cerebrales que regulan el sueño no se activen hasta varias horas más tarde”, continua el documento. Es tan recurrente esta práctica que la psicología le ha puesto el nombre de vamping.
Eso, por supuesto, retrasa el sueño e incide en el desempeño diario. Este punto completa, según los expertos, el coctel de la baja productividad colombiana. En el país se trabaja más, se madruga mucho y se trasnocha mucho. La solución es sencilla, al menos en apariencia. Mazo Zea no duda un instante en decirla: “Hay que madrugar pero acostarse más temprano”. O para decirlo gráficamente, dios ayuda al individuo que madruga y se acuesta temprano. De lo contrario, le queda muy difícil.