A las personas que han nacido después del año 1996 las han catalogado de diversas maneras a lo largo de estas casi dos décadas y media: nativos digitales, posmilénicos, generación Wii, iGeneration y, como se les conoce comúnmente, centennials o generación Z.
En la actualidad esa ha sido la generación que ha tomado protagonismo en la sociedad, ya que los más “antiguos” ahora tienen 24 años y están inmersos tanto en el mundo universitario como en el laboral, dejando atrás a los millennials (nacidos entre 1982 y 1995), que ya son “viejos”.
Entre las características que por lo regular se relacionan con los centennials está lo que algunos han llamado como la fragilidad tienen en lo que se considera es la falta de capacidad de manejar las situaciones frustrantes a lo largo de la vida.
Precisamente esa es una de las características que define a dicha generación, según se planteó en un estudio de la agencia de investigación Etnológica y la Dirección de Mercadeo Institucional de la Universidad Eafit, que concluyó que a los centennials les cuesta el manejo de la frustración, pero ¿en qué se fundamenta ese planteamiento?
Eduardo Cárdenas, director de Investigación de Etnológica, aseguró que se encontró que les cuesta “manejar la frustración y entender que el éxito no es inmediato y no siempre se consigue”.
¿Frustrados por naturaleza?
Según Cárdenas, en ese estudio cualitativo, que contó con el testimonio de 74 centennials y seis padres de familia, se evidenció que la dificultad para afrontar situaciones frustrantes está ligada a que esta generación es sobreestimulada, con un papel familiar más protagónico y menos ignorado, y con relación fuerte con la tecnología y la inmediatez, lo que influiría en una actitud impaciente.
“Esa frustración tiene que ver sobre todo con las relaciones de autoridad, con la crianza, con esa forma en la que han sido educados para el éxito, que se les enseña solo a ganar o a ser los mejores en todo, y en ocasiones se transmite la idea de que son capaces de superar cualquier dificultad de la vida”, aseguró Cárdenas.
Por su parte, Ángela María Escobar, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Javeriana, coincidió en que la formación de los centennials influye en su dificultad para afrontar la frustración, ya que la educación está marcada desde el sistema escolar por la alta competitividad de tipo individual, mientras que el mundo les pide trabajar de forma colaborativa.
No obstante, la académica señaló que no comparte la generalización de un comportamiento definido por la generación a la que pertenece la persona o por su edad biológica ya que “no considero que esa sea la premisa del entendimiento del comportamiento humano”.
Centennials se defienden
Ana Gómez, joven de 20 años que está en el noveno semestre de Bioingeniería en la Universidad de Antioquia, no cree que por peterenecer a una generación, se limite su capacidad de enfrentar la frustración, pues “cuando no consigo mis objetivos a nivel profesional, trato de buscar una solución y alternativa. En temas personles no soy tan perseverante, pero enfrento esa situación para avanzar en lo que me estanca, buscando nuevas maneras de conseguir mi objetivo”, aseguró.
A su turno, Juan Esteban López, quien tiene 19 años y acaba de graduarse del colegio, planteó que aunque sus metas le tomen más tiempo de lo que esperaba, y “en ocasiones más que frustrado, me siento insatisfecho cuando no consigo los logros propuestos, lo que me motiva a intentarlo, así me tome más tiempo del esperado en el proceso”.
Por su parte, Melany Berrío Castañeda, estudiante de 20 años que cursa el segundo semestre de Veterinaria en la Corporación Universitaria Remington, aseguró que aunque es una persona “acelerada” y que en ocasiones siente frustración, lo intenta, ya que cree que “en ocasiones mi frustración se centra es en no lograr ese objetivo en el tiempo que esperaba, ya sea a corto o largo plazo, pero lo sigo intentando”, explicó.
A pesar de que estos centennials no comparten la visión de que se vean “agobiados” por situaciones frustrantes en relación con su vida familiar, sí están de acuerdo en que se enfrentan a una sociedad en la que las cosas se hacen a “contrarreloj”, buscando resultados muy rápidos.
Papel en postpandemia
A pesar de que el estudio de Etnológica definió varios factores que influyen sobre esta falta de habilidad para afrontar la frustración (ver Claves), los centennials tendrán en sus hombros la responsabilidad de responder ante los cambios de la sociedad que implica la pandemia, tal y como lo consideró la encuesta Deloitte Global Millennial Survey 2020, que arrancó a finales de 2019, entrevistando a 18.400 millennials y centennials de 43 países, e hizo 9.000 nuevos cuestionarios adicionales entre abril y mayo de este año, en 13 países, para considerar el papel de esas generaciones en tiempos de covid-19.
Dicha firma aseguró que en el momento en que historiadores evalúen los efectos de la pandemia en la sociedad, la respuesta que tendrán tanto millennials como la generación Z será destacada, ya que “se mantienen firmes, negándose a comprometer sus valores, y esa actitud puede, en última instancia, ayudar a cambiar la sociedad”.
Aunque la debilidad ante la frustración sea un aspecto ligado comúnmente a los centennials, la psicóloga y docente Escobar aseguró en su defensa que en otras generaciones las situaciones frustrantes también son un reto común, pues lo ha observado a lo largo del ejercicio de su profesión con sus pacientes, independientemente de su edad biológica o generación.